Pardo: ¡°La m¨²sica hoy es un negocio m¨¢s, como la venta de impresoras¡±
El artista coru?¨¦s repasa su evoluci¨®n musical y el estado actual de la industria tras telonear en Madrid a Elvis Perkins
Hacer buena m¨²sica no es suficiente para sobrevivir en la industria musical. El romanticismo de un pasado del que la memoria siempre se encarga de resaltar solo las virtudes hace pensar que en otro tiempo el talento s¨ª fue un argumento de peso. N¨¦stor Pardo (A Coru?a, 1985) vive con la ¨²nica certeza de que hoy ya no lo es. Se quit¨® el nombre de pila de su nombre art¨ªstico para sonar m¨¢s contundente, y ahora se arrepiente: "?Vaya gilipollas! Como si hubiese alg¨²n m¨²sico m¨¢s llamado N¨¦stor Pardo..." De todos modos, no se resigna: "Es verdad que el mundo funciona de una manera determinada, pero siempre es mejor rebelarse desde dentro. Si haces la guerra por tu cuenta, nunca te van a dejar entrar".
El m¨²sico gallego, que visit¨® Madrid la pasada semana para telonear a Elvis Perkins (hijo de Anthony Perkins), lanz¨® Lib¨¦lula, su cuarto ¨¢lbum en solitario, el pasado mes de diciembre. Su sonido, que parti¨® del rockabilly en The Loveless Cousins, el grupo que mont¨® con su primo a los 19 a?os, pas¨® por el swing en The Allnight Workers antes de desembocar en el rock de ra¨ªz country que ahora practica. Su eclecticismo estil¨ªstico representa, en buena medida, lo que ¨¦l es como artista. "Si de verdad te gusta la m¨²sica, deber¨ªas escucharla con esa libertad. Si no, a lo mejor lo que te gusta es otra cosa: o las ideas que representa un tipo concreto de m¨²sica o la gente que te permite conocer. Es algo que queda muy claro en las tribus urbanas, gente que se siente muy diferente pero que quiz¨¢ no lo es tanto". Explica la incoherencia de ese elitismo desde la comparaci¨®n con otras artes: "?Has visto alguna vez a alg¨²n aficionado a la pintura que dijese que solo le gusta el cubismo? ?A que ser¨ªa una gilipollez?"
Hace tres a?os, en un movimiento que sorprendi¨® a buena parte de su entorno, particip¨® en la tercera edici¨®n de La Voz. Admite que su paso por?talent show televisivo le pas¨® factura en algunos sentidos, e incluso alguna gente que lo llamaba para tocar dej¨® de hacerlo despu¨¦s de eso. Sin embargo, en l¨ªneas generales lo valora positivamente, como un paso m¨¢s en esa b¨²squeda constante de la tecla adecuada. "La gente siempre te critica y te indica d¨®nde deber¨ªas ir, pero yo pienso que tienes que abrirte todas las puertas que puedas", afirma. "Yo no puedo ser abanderado de las ideas de los dem¨¢s, solo puedo serlo de las m¨ªas".
Pese a ello, su estancia en La Voz no le dej¨® muchas ganas de volver a codearse con el mundo de la televisi¨®n. "Aquello era una frikada, sal¨ª de all¨ª espantado. Estaba todo lleno de fans de los jueces del programa, que son el centro de atenci¨®n, y gritaban como locos. Estaba tocando y ni siquiera me escuchaba a m¨ª mismo", explica. Adem¨¢s, recuerda con especial recelo los t¨¦rminos contractuales que estableci¨® Universal con los concursantes. "Nos reunieron a todos en un despacho con un abogado muy agresivo que nos explic¨® que durante el programa no pod¨ªamos tocar fuera ni usar el logo de La Voz para hacer promoci¨®n, a riesgo de recibir una multa de 25.000 euros. Adem¨¢s, el contrato obligaba al ganador del programa a firmar por cinco discos, los cuales se reservaban la libertad de lanzar cuando quisieran. Es decir: pod¨ªan sacarte uno y no m¨¢s, y te quedabas atado para toda la vida. Es que no te interesaba ni ganar", sentencia.
Esta experiencia la vincula de forma estrecha con el estado actual de las cosas en la industria musical. "Son tiempos peligrosos para tener un discurso, y adem¨¢s la gente no busca eso", explica Pardo, que se?ala como un elemento clave en este proceso el hecho de que "ahora pr¨¢cticamente todo se externalice, empezando por la producci¨®n". "Ahora el m¨²sico es el que menos decide, las canciones se ven ya menos como una cuesti¨®n creativa y m¨¢s como un trabajo en equipo. Ser¨ªa curioso escuchar por separado las maquetas originales que graba la gente y los resultados finales. Esa diferencia tan brutal antes no exist¨ªa, escuchas los Unplugged de Van Morrison o los Bootleg Series de Dylan y las canciones est¨¢n pr¨¢cticamente intactas, tal y como se grabaron despu¨¦s", explica.
Al final, lo que queda es ese poso industrial que aplasta al artista. "La m¨²sica hoy es un negocio m¨¢s, como la venta de impresoras. Ya no triunfan los artistas, sino los comerciales. Visitan a las empresas, invitan a gente a cenar... Mi abuelo era un comercial de pinturas de puta madre, es una pena que ya est¨¦ jubilado, porque si no yo ya lo pon¨ªa r¨¢pidamente a currar", bromea. Respecto a las cosas que alcanzan el ¨¦xito, Pardo se muestra reticente: "A veces dudo si el p¨²blico elige qu¨¦ cosas escucha o si es la industria la que elige y el p¨²blico se lo come. Si te meten una melod¨ªa por todas partes, al final te la acabas sabiendo aunque no quieras".?
De todos modos, su discurso deja entrever cierto halo de optimismo. Se refiere al fen¨®meno de Operaci¨®n Triunfo, que el pasado viernes abarrot¨® el Santiago Bernab¨¦u. "Ves a toda esa gente que va a verlos y te preguntas... ?qu¨¦ criterio tienen? ?Investigan? ?Les interesa la m¨²sica o solo el espect¨¢culo?", se pregunta, antes de hablar de Alfred y Amaia, representantes espa?oles en el ¨²ltimo festival de Eurovisi¨®n. "Vi que los dos tocaron en el Primavera Sound, ?¨¦l incluso con Nick Cave! Los escuch¨¦ hablar y me cayeron muy bien, se nota que quieren hacer las cosas de forma diferente. Es importante que, saliendo de ah¨ª, puedan llegar a espacios como ese, que muestren que hay otras maneras".
Mientras, ¨¦l mantiene encendida su propia voz rasgada, la del m¨²sico al que, cuando lleg¨® a estudiar a la Escuela Creativa de Madrid apenas sobrepasada la veintena, le dijeron: "bueno, eso que haces est¨¢ muy bien, si lo que quieres es tocar en el metro". Navega entre los estilos, sin cerrarse a nada, pero con una cosa entre ceja y ceja: que nadie, nunca, se interponga entre ¨¦l y la clase de m¨²sica que quiere hacer. "Ser fiel a ti mismo es lo ¨²nico que te queda, lo ¨²nico que importa".
Babelia
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