¡®Succession¡¯, drama y s¨¢tira en una familia de ricos
La serie de HBO se adentra en las miserias del clan de un poderoso magnate de los medios de comunicaci¨®n
El dinero no da la felicidad. Pero ver los efectos de la fortuna en el seno de la familia Roy en la serie Succession produce en el espectador una gran sonrisa. Porque son muchas las series recientes sobre la megaloman¨ªa econ¨®mica de la sociedad actual y el uno por ciento que vive de la miseria de los dem¨¢s. Billions y Trust son dos de las m¨¢s pr¨®ximas en el tiempo. Pero solo Succession es capaz de hacer re¨ªr a la audiencia.
Succession no es una comedia, aunque su autor y showrunner, Jesse Armstrong, se haya dedicado a ello gran parte de su carrera. Tambi¨¦n lo han hecho sus productores Will Ferrell y Adam McKay, alumnos del veterano programa de sketches Saturday Night Live. ¡°Pero sab¨ªa que no pod¨ªa contar algo as¨ª en el formato t¨ªpico de media hora dedicado a la comedia¡±, se excusa Armstrong. El "algo as¨ª" al que se refiere es una trama centrada en Logan Roy, ficticio magnate al frente de un conglomerado medi¨¢tico que llegados los 80 se enfrenta al problema de su sucesi¨®n entre los cuatro hijos que le rodean, cada uno m¨¢s in¨²til y engre¨ªdo que el anterior. Una historia en 10 episodios (cada lunes, en HBO Espa?a) que acaba de renovar por una segunda temporada y que, seg¨²n Armstrong, est¨¢ cargada de ¡°elementos de comedia cotidiana, humana¡±, pero que ser¨ªa imposible contar sin el peso del drama dados los temas que subyacen.
En el centro est¨¢ la familia. Un colectivo disfuncional que ofrece f¨¢ciles comparaciones a Arrested Development, serie en la que este brit¨¢nico dice no haberse basado. M¨¢s le sirvieron de inspiraci¨®n Los Soprano o A dos metros bajo tierra. Y su propia familia. ¡°No es que mi padre sea un ogro pero en la sala de guionistas hablamos mucho de nuestras familias¡±, recuerda.
Pero son otros clanes los que se vienen a la mente viendo la serie. Los Murdoch, los Roberts detr¨¢s de Comcast, los Trump... ¡°Que quede claro que aunque tenemos muy presente a esta familia, la idea nace antes de su preeminencia¡±, detalla el autor. M¨¢s all¨¢ de convertirse en un reflejo de todas estas familias ¡ª¡°y de El rey Lear¡±, apostilla recordando a los cl¨¢sicos¡ª, lo que Armstrong quiere mostrar es el efecto del poder y del dinero en un n¨²cleo familiar. Y en la sociedad actual. ¡°Succession est¨¢ abierta a una segunda lectura, esa que te hace reflexionar con cada episodio en los grandes temas a la vista detr¨¢s de las an¨¦cdotas de este grupo de mimados por la fortuna¡±, resume.
Detr¨¢s de este clan de engre¨ªdos est¨¢ el reparto perfecto. Aqu¨ª Armstrong no se pone medallas. Adam McKay fue quien sugiri¨® a Brian Cox como el patriarca. Y a Jeremy Strong como ese hijo que le iba a suceder. Ambos perfectos, en su opini¨®n, para representar el hombre hecho a s¨ª mismo y el nuevo ejecutivo. De alguna forma y pese las grandes diferencias econ¨®micas y de car¨¢cter que le separan de sus personajes, Armstrong es capaz de encontrar esas chispas de humanidad en todos. Claro que con el que m¨¢s se identifica es con el primo Greg, reci¨¦n llegado a la familia y que busca el apoyo econ¨®mico de su t¨ªo: ¡°es un outsider, alguien que no entiende qu¨¦ co?o le pasa a esta familia¡±. ?Y cu¨¢l ha sido el m¨¢s dif¨ªcil de escribir? ¡°Ser¨ªa describir mi punto d¨¦bil pero digamos que me alegro de que Hiam Abbass sea tan buena actriz. Porque est¨¢ claro que hay algo muy privado pero tambi¨¦n secreto en el personaje de Marsha [actual esposa del patriarca de la familia protagonista], que quiz¨¢ podamos desvelar mejor en la segunda temporada¡±, resume confirmando la l¨ªnea de sucesi¨®n de esta serie.
Polos opuestos
El actor Brian Cox dista pol¨ªticamente mucho de su alter ego televisivo. Si Logan Roy es el mejor ejemplo del capitalismo brutal, Cox siempre se ha considerado un socialista, miembro del Partido Laborista, al menos hasta que Tony Blair le quit¨® las ganas. Y desde entonces es un gran creyente en la independencia de Escocia, el ¨²nico punto que tiene en com¨²n con su personaje. "Es ir¨®nico que le hayan dado a Logan mi mismo lugar de nacimiento, Dundee, en Escocia", afirma. Pero pese a las grandes diferencias, Armstrong no puede imaginar a otro en el papel, alguien capaz de destruir al enemigo sin levantar la voz y que hace re¨ªr con sus silencios. "No soy yo, est¨¢ todo escrito", acepta humilde. "Por eso me gusta la televisi¨®n. Porque as¨ª los guionistas tienen m¨¢s tiempo para trabajar en el personaje, para fijarse en todos los detalles y a la vez les queda espacio para sorprender, para reinventarse con cada episodio", remata.
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