Adi¨®s terror, hola barrio
David Monteagudo, escritor obrero por excelencia de la literatura espa?ola, publica una colecci¨®n de relatos en primera persona y se distancia de su halo de autor de suspense
Seguro que a¨²n se pellizca los antebrazos. En el a?o 2009, cuando David Monteagudo (Lugo, 1962) ten¨ªa 47 a?os y trabajaba en una f¨¢brica de cartones del Pened¨¦s, su primera novela, Fin (Acantilado), se convirti¨® en superventas. Lo suyo fue un cuento de hadas proletario con final feliz. Fin, adem¨¢s, era una rotunda novela de terror aleg¨®rico, con final irresoluto que dejaba al lector descabezado. Lo pavoroso flotaba en el aire, prescindiendo de gnosis explicalotodo. El estilo era fluido, sobrio, sin raptos l¨ªricos. Monteagudo hac¨ªa alarde de un fino o¨ªdo no solo para el habla real de la gente, sino tambi¨¦n para sus peque?eces y rituales del d¨ªa a d¨ªa.
Desde entonces, Monteagudo ha escrito con un tes¨®n admirable. En ocasiones parec¨ªa Elvis en las garras del Coronel Parker, expeliendo producto con una frecuencia que apabullaba al fan. Al igual que Elvis, su obra altern¨® hit inapelable con telefilme de tarde. Lanzamiento anual y excelencia constante son conceptos de dif¨ªcil mixtura.
David Monteaguado trabajaba en una f¨¢brica de cartones del Pened¨¦s cuando su primera novela, Fin, se convirti¨® en superventas
Hoy he dejado la f¨¢brica es el momento en que Monteagudo detiene su trote, toma aire y se pregunta d¨®nde est¨¢ el sendero. Si en su anterior libro, Cr¨®nicas del Amacrana (Rayo Verde), Monteagudo regresaba a viejos escenarios con la mitad de ganas, en esta obra da un salto de fe hacia una disciplina, un mundo nuevos. Y sale airoso de ello.
Se trata de una colecci¨®n de relatos breves de corte vivencial; casi un dietario. En sus p¨¢ginas se define una silueta, la del autor, con sus rutinas, familia, pesares y neuras, pero tambi¨¦n el barrio en su h¨ªbrida totalidad. Monteagudo les mira, pero no al modo de Tom Wolfe (traje finolis y bloc de notas; un extra?o), sino desde dentro. Es un transe¨²nte m¨¢s cuando repara en coches mal aparcados, huele el sofrito de la vecina o maldice un corte de pelo torpe. Para ser feliz, confiesa, solo necesita ¡°la siesta de cada d¨ªa, la pared encalada, el cielo azul y las macetas con geranios¡±.
Monteagudo a¨²n est¨¢ calentando para este valiente nuevo paso de su carrera. No siempre acierta: algunos de los relatos se antojan cautos, muy pulidos t¨¦cnicamente, pero carentes de fuego. Asimismo, cuando brota el magma, como en ¡®El octavo d¨ªa¡¯, ¡®El hombre extirpado¡¯ o ¡®La intervenci¨®n¡¯, y confiesa la frustraci¨®n, la pena del desamor, el v¨¦rtigo del envejecer, Monteagudo vuelve a revelarse como el escritor certero y efectivo que es. Mi ¨²nica petici¨®n como lector es que, para la pr¨®xima, entregue una Obra Mayor donde la f¨¢brica sea paisaje, no solo t¨ªtulo. Con o sin terror intangible (eso lo dejo en sus manos).
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Autor: David Monteagudo.
Editorial:?Rata (2018).
Formato: tapa blanda (176 p¨¢ginas).
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