David Monteagudo: ¡°El precio de leer es volverte esc¨¦ptico¡±
El autor de ¡®Fin¡¯ regresa con 'Invasi¨®n'. ¡°He contenido mi propia voz literaria porque buscaba el choque entre el estilo y la inverosimilitud¡±, relata
No sorprende quiz¨¢ tanto que Garc¨ªa vaya viendo cada vez m¨¢s gigantes de tres y cuatro metros por las calles, en el supermercado o en el trabajo como que no lo comente con nadie normal, de su estatura; ni que estos parezcan percibirlos, o que ni tan siquiera den una min¨²scula muestra de temor como ¨¦l. ¡°Mis libros siempre tienen una ambig¨¹edad grande que da pie a interpretaciones casi opuestas; la mayor parte de los lectores ver¨¢n en este una enfermedad mental del protagonista, pero yo quisiera que intuyeran la lectura existencial: a una persona normal se le desea imponer una realidad nueva, an¨®mala, absurda¡ Es una met¨¢fora de la dificultad de defender una personalidad propia ante un pensamiento impuesto, algo cada vez m¨¢s com¨²n¡±, define el autor de la celebrada Fin (m¨¢s de 50.000 ejemplares), David Monteagudo, su ¨²ltima novela, Invasi¨®n (Candaya), tras seis a?os de sequ¨ªa creativa camuflada por la aparici¨®n de libros que ya ten¨ªa escritos.
Tarda casi tanto el angustiado Garc¨ªa en encararse a uno de esos gigantes o en interpelar a sus conciudadanos normales como en afrontar que su relaci¨®n con Mara, por falta de compromiso, est¨¢ rota desde hace ya a?os. Parece que sea mejor posponerlo todo, no afrontar la realidad, dar una patada a seguir a lo inc¨®modo, quiz¨¢ una enfermedad moderna. ¡°Es como si existiera un c¨®digo de silencio, se enmascara todo, funcionamos como bajo un sistema mafioso¡±, enmarca Monteagudo (Viveiro, Lugo, 1962), algo que, en su opini¨®n, se detecta especialmente en la relaci¨®n conyugal. ¡°Hoy puedes vivir en pareja, pero sin que se d¨¦ una experiencia compartida de la vida profunda; la gente tiene pavor a hablar de las cosas reales y afrontarlas; Garc¨ªa ha construido su seguridad a base de negar sentimientos y debilidades¡ Eso funciona un tiempo, pero acaba entrando en crisis: las emociones y los sentimientos no se pueden ocultar siempre¡±, concluye.
En un contexto donde compa?eros de trabajo o el psiquiatra al que acude no generan m¨¢s que inquietante tranquilidad, parece que al protagonista, el individuo, solo le queda perder la batalla ante la uniformizaci¨®n¡ ¡°?l sabe que la medida es la suya y que lo de los gigantes es una imposici¨®n absurda, pero de alguna manera se acaba rindiendo. La sociedad anula al individuo siempre; los errores humanos siempre son los mismos¡±, dice el escritor, que, meticuloso, baraj¨® hasta otro final: ¡°Garc¨ªa se encontraba con otros que ve¨ªan gigantes y empezaban una rebeli¨®n. Pero si uno es consecuente, h¨¦roes hay pocos; era m¨¢s realista que se acabara rindiendo¡±.
Mis¨¢ntropo (¡°yo lo soy, pero soy un solitario listo: tengo una familia e hijos donde me refugio cuando estoy cansado de ejercer de solitario¡±, confiesa pareciendo que no bromea), Garc¨ªa solo encuentra sosiego en una lectura casi compulsiva que, en cambio, le hace pensar que ¡°mientras su cabeza era m¨¢s rica, su coraz¨®n se iba secando y empobreciendo¡±. El escritor coincide, claro, con su criatura: ¡°Si lees seriamente y en profundidad, el precio de leer es ser m¨¢s esc¨¦ptico ante la vida; el escepticismo es consecuencia de la sabidur¨ªa; no creo que los sabios sean gentes de grandes emociones¡±.
En esa l¨ªnea de contenci¨®n parece estar, consecuente, el estilo de Invasi¨®n, de sobriedad casi espartana, sin im¨¢genes ni met¨¢foras, muy alejado del resto de la obra novel¨ªstica de Monteagudo hasta ahora: Fin (2009), Marcos Montes (2010) y Bra?aganda (2011), algo de tan de regusto notarial que solo puede ser muy premeditado. ¡°He contenido mi propia voz literaria porque buscaba el contraste entre lo sobrenatural y el proceso mental de degradaci¨®n psicol¨®gica del personaje, buscaba el choque entre el estilo y la magnitud de la inverosimilitud de lo que suced¨ªa¡±. Eso se tradujo en un texto de regusto kafkiano: ¡°S¨ª, claramente, el Kafka de El proceso y El castillo; un lenguaje m¨¢s l¨ªrico hubiera contaminado la narraci¨®n¡ En cualquier caso, en este pa¨ªs a los cl¨¢sicos los puedes fusilar impunemente porque no los lee nadie¡±.
Con este u otro c¨®digo, Invasi¨®n no deja de ser una variante del leitmotiv de la obra de Monteagudo, la autodestrucci¨®n y el hurgar en mentes de personajes algo perturbados. ¡°Creo que es lo que hago mejor como escritor y por eso sigo en esa l¨ªnea; yo mismo soy dual: la gente me ve como un buenazo y un extrovertido, y alucinan cuando leen mis libros; mi madre era muy social, y mi padre, un mis¨¢ntropo, y yo pas¨¦ una juventud con al menos un par de subidones al d¨ªa entre el gozo y el tormento¡±, se psicoanaliza. ?Y eso en relaci¨®n a la literatura? ¡°Todos hemos vislumbrado en nosotros mismos alucinaciones, obsesiones¡ Los escritores solo amplificamos esos momentos y tiramos de los hilos de esas atm¨®sferas¡±.
Monteagudo ha acabado ya la segunda parte de Fin, que de momento ha titulado Eva, pero que est¨¢ en barbecho porque ¡°me ha salido demasiado de g¨¦nero¡±, y que igual publica de nuevo en Candaya, salto de editorial sorprendente cuando toda su obra anterior est¨¢ en Acantilado. ¡°No les interes¨® y tampoco nos pusimos de acuerdo en lo econ¨®mico¡±, zanja el autor, que admite que las ventas de sus libros han ido descendiendo. En cualquier caso, ?ni la traducci¨®n a seis lenguas de Fin ni su adaptaci¨®n al cine en 2012 y tres libros m¨¢s publicados alcanzan para una cierta estabilidad? ¡°Esto no es Alemania: si no est¨¢s cerca de los c¨ªrculos del poder¡ Y tampoco hay una red de eventos paraliterarios que te ayuden; para consolidarte has de ser un superventas o menear la cola todo el d¨ªa¡±, dice quien vive alejado del mundanal ruido literario barcelon¨¦s en Vilafranca del Pened¨¨s.
Con estoica sinceridad admite Monteagudo que ha pasado un serio proceso de bloqueo tras Fin: desde el ¨¦xito de su primera novela apenas ha podido elaborar alg¨²n relato de los que conforman El edificio (2012) y el resto de sus libros publicados estaban escritos de antes. ¡°Estaba preocupado ya: tir¨¦ dos novelas a medias porque perd¨ªa la fe y las ganas de seguir cont¨¢ndolas¡±. Y adem¨¢s el colch¨®n econ¨®mico de Fin se consumi¨®, lo que agravaba m¨¢s el colapso y explica el agradecimiento al final de Invasi¨®n a su hermano y cu?ada ¡°por su asesoramiento y su mecenazgo¡±: ¡°Son psic¨®logos y les consult¨¦ sobre brotes esquizofr¨¦nicos, medicaci¨®n¡ Adem¨¢s, me echaron un cable econ¨®mico¡±. ?Son, pues, los gigantes del libro una met¨¢fora de la dificultad y el miedo suyos a volver a escribir? ¡°A saber: siempre acaba saliendo el subconsciente y los miedos que llevamos dentro¡±.
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