De su desconsuelo naci¨® el monstruo

Desde hace tiempo escucho en la boquita de algunos enterados y modernillos un clich¨¦ fatigosamente repetido y expresado con desd¨¦n sobre un tipo de cine que seg¨²n ellos constituye un g¨¦nero en el que todo es previsible, cursi y prescindible. Lo denominan el cine de la campi?a inglesa. Presuponen que solo fascina a gente mayor, instalada y convencional que luego lo comenta con arrobo degustando t¨¦ con pastas. A m¨ª me encanta. El bueno, por supuesto. Mi retina, mi o¨ªdo, mi memoria y mi esp¨ªritu de solter¨®n rancio guardan con infinito celo pel¨ªculas tan atractivas como?Sentido y sensibilidad, Regreso a Howards End, Lo que queda del d¨ªa y otras, Y tengo un recuerdo muy grato de adolescencia con una de las infinitas versiones de?Jane Eyre, la que protagonizaba uno de mis actores favoritos, el Inmenso George G. Scott, y cuya preciosa banda sonora, sospecho que era uno de sus primeros trabajos, la firmaba el legendario John Williams.

O sea, que de entrada, las expectativas son gratas ante?Mary Shelley, una historia sobre la insigne mujer que invent¨® al doctor Frankenstein y a su desvalido monstruo. No aparece la campi?a inglesa pero s¨ª las tierras altas de Escocia. De cualquier forma, no hay demasiados paisajes. Casi toda la acci¨®n transcurre en interiores. En ellos sobrevive una hermosa e hipersensible cr¨ªa de 16 a?os llamada Mary Godwin, que anhela, sue?a, plantea sus dudas sobre todo lo establecido, se rebela contra las convenciones, los prejuicios y las desigualdades que impone su ¨¦poca a las mujeres, se emborracha, abjura de la existencia de Dios, se pelea con su admirado padre, se enamora y queda embarazada del aclamado juglar, seductor profesional y experto en huidas sentimentales y de sus acreedores Percy Shelley, escribir¨¢ durante noches de tormenta en Ginebra un relato inmortal, en el que est¨¢ hablando de s¨ª misma a trav¨¦s de la inconsolable soledad de ese monstruo creado con ¨®rganos humanos. Lo har¨¢ acompa?ada por el alcoholizado Shelley, su afligida hermana, el vampirizado y deprimido doctor Polidori y el intenso y vamp¨ªrico rey de los canallas lord Byron.

Y es curioso cierto paralelismo entre la ilustre biografiada y la se?ora saud¨ª que dirige esta pel¨ªcula. A Mary Shelley le cuesta sudor y l¨¢grimas que aparezca su nombre y se reconozca su autor¨ªa en las portadas de?Frankenstein. La directora Haifaa Al-Mansour tuvo infinitos problemas en Arabia Saud¨ª, por su condici¨®n de mujer, para rodar su bonita ¨®pera prima La bicicleta verde. Mary Shelley vivi¨® un mont¨®n de a?os, aunque estuviera cercada por la muerte violenta o circunstancial. Muri¨® su ni?a, la primera esposa de Shelley y Polidori se suicidaron. Shelley y lord Byron la palmaron muy j¨®venes, consumidos por el frenes¨ª y por s¨ª mismos. Haifaa Al-Mansour narra con elegancia, ritmo, intensidad y delicadeza el doloroso aprendizaje vital, las creencias y el descreimiento, el enamoramiento y el abandono, la f¨¦rrea voluntad en el aprendizaje del arte, la subversi¨®n vocacional, la negativa a la sumisi¨®n en un universo ancestralmente machista. La protagoniza con sentimiento, estilo y sobriedad Elle Fanning, actriz con futuro esplendoroso. Y aparece brevemente Maisie Williams, la adolescente que interpreta a la vengativa Arya Stark en Juego de tronos, esa profesional de la supervivencia en posesi¨®n de infinitos ovarios, una cr¨ªa que me apasiona. Es un placer volver a encontrarme con ella.