Contigo empez¨® todo
Megadeth y Scorpions emocionan al p¨²blico en la tercera jornada del Resurrection Fest
La escena encierra todas las bondades del realismo m¨¢gico: un adolescente pidiendo audiencia con el alcalde porque se le ha antojado ver a su grupo favorito, Sick of it all, sin necesidad de dormir fuera de casa. A Melchor Roel, que hab¨ªa pasado tres a?os en la c¨¢rcel uruguaya de Punta Carreta por motivos pol¨ªticos, form¨® parte del sindicalismo espa?ol en los ochenta y vivi¨® de cerca los a?os inquietos del bipartito gallego, todav¨ªa le faltaba una cosa por ver. Un c¨¢ncer de pulm¨®n se llev¨® al alcalde de los sue?os imposibles pero la banda de hardcore neoyorquina regresa a Viveiro, al Resurrection Fest, una vez m¨¢s para gozo personal de Iv¨¢n M¨¦ndez ¡ªel muchacho con el que empez¨® todo¡ª y toda la fanaticada que arrastran tras de s¨ª los hermanos Koller.
Las dudas y el respeto se entremezclan cuando uno pregunta por los grandes nombres del cartel: Scorpions y Megadeth. Sarah, una chica de Dubl¨ªn que aprovecha el mediod¨ªa para recopilar rayos de sol en una terraza de Covas, cuenta que no habr¨ªa venido desde tan lejos para ver a Mustaine ni corear una balada de los germanos pero admite que sus trayectorias merecen el reconocimiento de las grandes may¨²sculas y el escenario principal. Lleva una camiseta de Paradise Lost, a Betty Boop tatuada en el antebrazo derecho y este es su tercer a?o en el Resurrection: ¡°Galicia es como Irlanda pero sin tanta m¨²sica tradicional¡±, dice. Se me pasa por la cabeza mentarle a Manuel Fraga Iribarne y sus investiduras, rodeado de centenares de gaiteiros, pero decido que ninguno de los dos est¨¢ preparado para abrir ese mel¨®n.
En los escenarios del campo de f¨²tbol de Celeiro brillan los Rise Of The Northstar, una de las bandas con m¨¢s ac¨®litos dentro y fuera del recinto. Queda menos de una hora para que Megadeth invada el escenario principal y la gente aprovecha para hidratarse en las barras del festival. Mustaine aparece como de costumbre, con su camisa sin planchar, sus altas mu?equeras y el rostro escondido tras una melena que miente sobre su verdadera edad. Su voz suena a lamento pero su guitarra nos recuerda por qu¨¦ se le considera uno de los grandes dentro del trash-metal. Todos esperan los primeros acordes de Simphony of Destruction para desatar a la bestia y rendir pleites¨ªa al chico malo de La Mesa, California: aguante, Megadeth.
Leprous nos devuelve moment¨¢neamente al presente del metal y, casi de inmediato, comienza la actuaci¨®n de Scorpions. Se afanan por demostrar que han sido mucho m¨¢s que una banda especializada en baladas poderosas y uno, que no les guarda un especial aprecio, no puede menos que rendirse al virtuosismo que acreditan sus manos arrugadas. Paradise Lost encandila a una legi¨®n de admiradores, incluida una Sarah a la que distingo desde la distancia por su piel brillante: el sol del mediod¨ªa no ha podido con su naturaleza celta. Luego llega el turno de los albacete?os Angelus Apatrida, una de esas bandas que no faltan a la cita de Viveiro a?o tras a?o, ya sea como protagonistas o como p¨²blico. Juegan en casa y eso se nota. Tan solo los rigores horarios impiden que su actuaci¨®n se prolongue hasta el d¨ªa siguiente. Abandonan el escenario mirando al cielo de Viveiro, el mismo en el que se inspir¨® Iv¨¢n M¨¦ndez para parir este monumento anual al rock: contigo, amigo, empez¨® todo.
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