Ficci¨®n

La serie m¨¢s esperada por todos los canales, especialmente en los espacios pol¨ªticos de La Sexta y Cuatro, bien pudiera titularse Gestos, protagonizada por Pedro S¨¢nchez y Quim Torra. Sus actuaciones resultaron memorables pese a la sobreactuaci¨®n de algunas escenas, m¨¢s que nada por pedagog¨ªa, para que nadie pasara por alto las ganas de los int¨¦rpretes. Los pr¨®ximos cap¨ªtulos ser¨¢n tambi¨¦n de amplia cobertura y con un dramatismo in crescendo porque lo singular es que la escriben los propios int¨¦rpretes, con un esquinado apuntador en Berl¨ªn y margen para la inventiva y las meteduras de pata. Cuando se impongan los sacramentos presidenciales en los di¨¢logos ser¨¢ cuando la matan.

Los programas de Ana Rosa y de Susana Griso se ocuparon a fondo. La audiencia agradeci¨® la l¨ªrica porque la necesitaba despu¨¦s de tanta bronca catalana, y tolerar¨¢ la ficci¨®n y los eventuales errores si hay un final feliz. El debut fue de lo m¨¢s visto a juzgar por los indicadores de ratings. Hubiera venido bien una voz en off que desentra?ase los intr¨ªngulis del rataf¨ªa, el ¨¦xtasis de la fuente de Machado, el ce?o laxo, la comisura distendida, o el estrechamiento de manos firme y en paralelo; en oblicuo hubiera sido preocupante.

Tras el estreno de Gestos,vimos en todos los canales espa?oles y varios internacionales un adelanto de El beso de Judas, con Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa y Pablo Casado. La representaci¨®n del beso fue tremenda. En las im¨¢genes televisivas ¨¦l exhibe una gran maestr¨ªa abri¨¦ndose paso hacia ella con el ¨®sculo de Iscariote.

Pero Gestos fue el indudable estreno en la p¨²blica y las privadas. Como la cosa mollar no es de f¨¢cil entendimiento y la facundia tertuliana, tampoco, me quedo con el an¨¢lisis del experto en comportamiento no verbal Mart¨ªn Ovejero en este peri¨®dico: hubo sinton¨ªa y cordialidad, y las patitas de gallo de S¨¢nchez al sonre¨ªr denotaban sinceridad. Cuando se r¨ªa Torra, no sabremos si re¨ªr o llorar.