Gracias por la m¨²sica (o no)

Cuando hace justo 10 a?os lleg¨® a las salas Mamma Mia! La pel¨ªcula, versi¨®n cinematogr¨¢fica del musical creado para las tablas, otra d¨¦cada atr¨¢s, por Catherine Johnson, Benny Anderson y Bj?rn Ulvaeus, algunos vimos en ella una simple colecci¨®n de canciones filmadas en un escenario paradisiaco m¨¢s que un musical cl¨¢sico; un festivo karaoke donde la inmensa mayor¨ªa ni cantaba ni danzaba demasiado bien, y en el que, como en una destartalada boda con barra libre, los int¨¦rpretes parec¨ªan dar todo el tiempo saltos de alegr¨ªa en lugar de bailar, sin trabajo de puesta en escena, de coreograf¨ªa ni de sentido de la armon¨ªa.

De modo que ante Mamma Mia! Una y otra vez, secuela tard¨ªa (en realidad, mitad precuela, mitad continuaci¨®n), no era dif¨ªcil superar un list¨®n casi por los suelos en lo creativo, pero que hab¨ªa sido suficiente en lo comercial y popular gracias al incuestionable poder contagioso de las canciones de Abba y al carisma de Meryl Streep. Y, con los mismos responsables de guion y direcci¨®n, con el insustancial Ol Parker a la cabeza, lo han logrado incluso con la baja de Streep (salir sale, pero mejor pensar que no, para no llevarse un berrinche).

Con Lily James, graduada en el Guildhall School Music and Drama en 2010, como protagonista de los numerosos flashbacks, en el papel de Streep de joven y en fase de conocimiento de los tres padres de su hija, la pel¨ªcula gana en sentido vocal. James sabe cantar y bailar y Parker, pese a su empe?o en alg¨²n instante en necesitar cuatro planos en segundo y medio donde bien pod¨ªa haber solo uno, se lo agradece con una puesta en escena m¨¢s labrada y, al menos, con un par de n¨²meros corales divertidos y art¨ªsticos, sobre todo el de Waterloo. Apenas unas gotas, pero gotas al fin, para los admiradores del musical cl¨¢sico, el de la expresi¨®n de sentimientos a trav¨¦s de las canciones y el baile, sin excusas argumentales, necesitados de ejemplares que vayan manteniendo un g¨¦nero tan poco practicado que el n¨²mero de estrenos anual se puede contar con los dedos de una mano, y quiz¨¢ sobren.

A pesar de la ingente cantidad de canciones pegadizas creadas en su d¨ªa por Abba, para que la pel¨ªcula no se llene de singles tard¨ªos y de caras B poco conocidas, los responsables repiten algunos temas que ya hab¨ªan sonado en la primera entrega (Mamma Mia, por supuesto, adem¨¢s de Dancing Queen y Super Trouper), y la partitura musical de acompa?amiento tira de melod¨ªas de otras cuantas. Como en las bodas, m¨¢s vale no arriesgar con la selecci¨®n, y ser sinceros.

Una franqueza que tambi¨¦n practican con su evidente contenido hortera: plenamente conscientes de su dimensi¨®n kitsch, tanto en lo cinematogr¨¢fico como en lo musical, cuando suenan temas de evidente sentido pegajoso y cursi, como el inenarrable Fernando, en lugar de suavizar su rid¨ªculo, se zambullen en ¨¦l con meritoria autoconciencia par¨®dica.