Michael Haneke: siempre mal rollo
El suicidio anda suelto por ah¨ª. Lo practican o lo desean en el drama del cineasta una mujer harta de enga?os y un anciano que suplica la eutanasia
HAPPY END
Direcci¨®n: Michael Haneke.
Int¨¦rpretes: Isabelle Huppert, Jean-Louis Trintignant, Mathieu Kassovitz.
G¨¦nero: drama. Francia, 2017.
Duraci¨®n: 107 minutos.
Ser testigo del ¨¢spero universo de ese temible artista (lo es, aunque te resulta desagradable y cargante) llamado Michael Haneke supone una experiencia tan grata como ir al dentista. Lo pasas fatal, anhelas que se acabe el tormento e, inevitablemente, quedar¨¢ grabado en tu memoria. Pero tendr¨¢s que regresar dentro de un tiempo a ese sufrimiento que hurga en tus zonas m¨¢s delicadas. Y siendo permanentemente un territorio cenagoso, subterr¨¢neo o transparentemente s¨®rdido y violento, s¨¢dico y masoquista, repleto de enigmas con aura tenebrosa, con elipsis que te provocan miedo y angustia, reflexiones sutiles aunque demoledoras sobre el mundo que nos ha tocado vivir, en ocasiones me perturba duraderamente y en otras solo siento rechazo.
Me impresiona la gen¨¦tica maldad y la crueldad gratuita de esos j¨®venes que torturan con arrobo a desconocidos y los asesinan con indiferencia en Funny Games, la tragedia del matrimonio anciano en Amor, la oculta barbarie que practican adultos y ni?os sobre los m¨¢s d¨¦biles en La cinta blanca, el misterio de esas an¨®nimas y amenazantes cintas de v¨ªdeo que recibe el desquiciado protagonista de Cach¨¦. Esas flores del mal dan miedo pero tambi¨¦n fascinan. Sin embargo, aunque sea identificable la geograf¨ªa emocional y las eternas obsesiones de Haneke me aburren o me irritan C¨®digo desconocido, La pianista y El tiempo del lobo.
La afici¨®n al sarcasmo del austriaco oscuro hace que titule su ¨²ltima pel¨ªcula Happy End. No hay finales felices en su cine, ni comienzos, ni intermedios. La estren¨® en el Festival de Cannes de 2017 y provoc¨® el desencanto incluso de los eternos adictos a su obra. Contaban que con el talento ofuscado, Haneke se repet¨ªa a s¨ª mismo. La vi y escuch¨¦ con cierto tedio y el excesivo cansancio que se acumula en los festivales. Y como tantas veces, la reviso en Madrid, solito en la sala, por la ma?ana, lo ideal para empezar el d¨ªa con esperanza, con su mundo tenebroso.
Y me provoca cierta alarma. Los personajes, pertenecientes a una familia de vieja alcurnia en la ciudad de Calais, no atraviesan su mejor momento. J¨®venes, adultos y viejos arrastran traumas, se mienten, se comunican y se esp¨ªan obsesivamente a trav¨¦s de esas cosas tan abusivas (y marcianas para m¨ª) llamadas smartphones, ordenadores, v¨ªdeos y dem¨¢s prodigios tecnol¨®gicos. El suicidio anda suelto por ah¨ª. Lo practican o lo desean una mujer harta de enga?os, un anciano que suplica la eutanasia, o que alguien haga el favor de matarle, o que le proporcionen los medios para largarse por s¨ª mismo.
No me siento conmovido por el sentimiento de muerte de gente que no me inspira ninguna simpat¨ªa. Pero c¨®mo no sentir piedad cuando ese sentimiento autodestructivo, sufriente y hastiado se instala en una ni?a. No logro sacar de mi cabeza a esa silenciosa cr¨ªa. M¨¦rito del inquietante y despiadado Haneke.
Babelia
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