Michael Haneke, el g¨¦lido cirujano de la sociedad
El director austriaco, ganador de dos Palmas de Oro, insiste en ¡®Happy End¡¯ en la incomunicaci¨®n contempor¨¢nea
A Michael Haneke (M¨²nich, 1942) le ha perseguido durante a?os la tupida sombra de la frialdad, de la distancia emocional que tambi¨¦n defend¨ªa en su cine Ingmar Bergman. "Es un gran director. Aunque no s¨¦, no veo el paralelismo. Si usted lo cree as¨ª...", responde el austriaco. Es complicado entrevistar al austriaco, ganador de dos Palmas de Oro por La cinta blanca y Amor, y del Oscar por esta ¨²ltima, creador de obras implacables, g¨¦lidas, dolorosas. En persona el director r¨ªe, hace bromas, pero no le gusta hablar de sus pel¨ªculas. "En el cine actual se tiende a explicar todo, en pantalla y fuera de ella. Eso me aburre", asegura ante un grupo de cinco periodistas europeos en el festival de Cannes, donde se present¨® Happy End. La esgrima dial¨¦ctica la acabar¨¢ ganando Haneke, aunque por el camino deje algunas migas de informaci¨®n.
Haneke habla ingl¨¦s y franc¨¦s, pero se niega a usarlos ante la prensa. "Enti¨¦ndame, quiero ser puntilloso con mis palabras, d¨¦jenme usar mi alem¨¢n materno". Acabar¨¢ explic¨¢ndose tambi¨¦n en franc¨¦s. Hijo de un actor alem¨¢n y una actriz austriaca, no vio mucho a su padre durante su infancia y adolescencia, aunque acab¨® dirigi¨¦ndole en una obra teatral. En el libro Haneke por Haneke (Editorial El Mono Libre), de reciente publicaci¨®n, cuenta que empez¨® en el teatro por casualidad: "Mont¨¦ mi primera obra gracias a mi novia de entonces. Era actriz, se quejaba de las indicaciones de su director de escena; le propuse ayudarla a preparar las obras, se neg¨® porque yo solo era un aficionado, e insist¨ª hasta que acab¨® haci¨¦ndome caso". Durante lustros, Haneke disfrut¨® mucho compaginando teatro y televisi¨®n, y no sinti¨® la necesidad de saltar al cine. "Yo no quer¨ªa volverme loco buscando financiaci¨®n. Soy austriaco, y si hago ahora pel¨ªculas grandes es porque la mayor parte del dinero de mis presupuestos entra desde Francia... y porque la Quincena de Realizadores estren¨® mi primer largo, El s¨¦ptimo continente, en 1989. Tuve suerte: buscaban filmes austriacos y yo estaba all¨ª", rememora ante la prensa. "Pero por favor, no me pregunten m¨¢s por mi biograf¨ªa. Cuando yo veo una pel¨ªcula no me interesa la vida del director; y en mi caso tal vez el ¨²nico tema f¨ªlmico relacionado con mis experiencias sea el temor y el rechazo con la violencia".
La meloman¨ªa como motor vital
Cuando era ni?o, Michael Haneke recibi¨® lecciones de piano. "Lo aborrec¨ª", recuerda en el libro Haneke por Haneke. "Hasta que un d¨ªa de Todos los Santos me qued¨¦ solo en casa y o¨ª en la radio El Mes¨ªas, de Haendel. Fue una revelaci¨®n".
Desde ese momento se convirti¨® en un mel¨®mano empedernido, llegando a dirigir varias ¨®peras. Tras saber que el periodista es espa?ol y que vio su Cos¨¬ fan tutte, de Mozart, en el Teatro Real ¡ªalgo que celebra con curioso alborozo y la frase "Qu¨¦ verg¨¹enza"¡ª, cuenta: "Ese proceso de direcci¨®n de ¨®peras surgi¨® de mi amor por algunas de las obras de Mozart y mi amistad con Gerard Mortier. Me doli¨® mucho su fallecimiento. No volver¨¦ a la ¨®pera. Mi puesta en escena es realista y eso se adapta a muy pocas ¨®peras. Menos a¨²n de Mozart. Me encanta la m¨²sica cl¨¢sica, todos los d¨ªas dedico un rato a escucharla, pero esa labor de direcci¨®n se acab¨®".
Haneke miente. Y lo reconoce. En Happy End indaga en otra de sus reflexiones favoritas: su desconfianza ante las formas tecnol¨®gicas de comunicaci¨®n y las redes sociales. Las pantallas han aparecido desde su segundo filme, El v¨ªdeo de Benny (1992), como un elemento disruptor. Tambi¨¦n las grabaciones audiovisuales. "En Happy End los planos en el m¨®vil y en el ordenador atraen la atenci¨®n porque son importantes para la narraci¨®n. Pero no me pida comentarlos". La pel¨ªcula arranca con una adolescente grabando con su iPhone a su madre. "La historia de Eve, esa adolescente, ya estaba en el guion de Flashmob, mi proyecto frustrado precedente. Le¨ª en un peri¨®dico un art¨ªculo sobre una chica que hab¨ªa envenenado a su madre y que cont¨® el proceso en Internet", recuerda. Cuesta mucho imaginarse a Haneke, con su aspecto de estricto pastor luterano, en Facebook y Twitter. "No tengo redes sociales, pero s¨¦ de lo que hablo. Me cre¨¦ una cuenta para investigar sobre ellas. Por culpa o gracias a Internet creemos tener acceso a todo y saberlo todo. Somos adictos al placer. Al falso placer del consumo, de la comunicaci¨®n inmediata. Ya nadie encara el dolor, lo negativo. Cierto, es un tema recurrente en mi carrera".
Happy End retrata a una familia de la alta burgues¨ªa en Calais. Siguen con su vida, con sus disquisiciones morales y cuitas financieras en mitad de una acuciante crisis migratoria. "La actualidad es terrible. La pel¨ªcula va sobre nosotros, sobre nuestra ceguera, sobre nuestro autismo social. Era imposible para m¨ª hacer un trabajo sobre la inmigraci¨®n, porque no soy experto en el tema. Pero vivo en el mundo, leo lo que ocurre, aprendo de lo que me rodea. Como artistas, es de eso de lo que debemos hablar". Aunque ah¨ª se permite una broma: "Llevo 20 a?os haciendo pel¨ªculas de Claude Chabrol". Vuelve al franc¨¦s y a los migrantes: "Son el espejo que confirma mi impresi¨®n de que solo pensamos en nosotros mismos. De ah¨ª el t¨ªtulo de la pel¨ªcula, que aparece en una frase al inicio. En Europa occidental vivimos una existencia absolutamente privilegiada... ?y ahora queremos explicarles a otros seres humanos que no pueden tener acceso a nuestras comodidades?".
"Un artista debe de lidiar con la responsabilidad de reflejar la actualidad. Otra cosa es si los grandes artistas son buenas personas. En realidad, la mayor¨ªa eran gilipollas"
?De verdad cree que un artista debe centrarse en lo que le rodea? ¡°Al menos tenerlo en cuenta, lidiar con la responsabilidad de reflejarlo. Tengo un sentimiento algo rom¨¢ntico de c¨®mo debe de manejarse un creador. Otra cosa es si los grandes artistas son buenas personas. En realidad, la mayor¨ªa eran gilipollas. Podr¨ªan verlo al rev¨¦s: el arte nace de amargados. El ser humano es un animal d¨¦bil, por eso admiro a quienes se sacrifican en pos de unos ideales beneficiosos para la sociedad¡±. Y sonr¨ªe. De forma enigm¨¢tica, pero sonr¨ªe.
Babelia
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