La voz quechua que quiere devolver el mar a Bolivia
Luzmila Carpio, leyenda de la m¨²sica andina y emblema de la causa ind¨ªgena, emplea la electr¨®nica y el metal para amplificar su mensaje
Luzmila Carpio (Qala Qala, 1949) no olvida el d¨ªa en que cant¨® por primera vez. Ten¨ªa 11 a?os y era domingo. Ese d¨ªa, dejaba su Qala Qala natal, una comunidad quechua del altiplano boliviano, por la ciudad de Oruro para participar a un programa de radio que cada semana abr¨ªa su micro a ni?os int¨¦rpretes. Carpio ignoraba por completo c¨®mo hab¨ªan conseguido ¡°hacer entrar cantantes en ese peque?o aparato¡±. Tampoco hablaba castellano. Empez¨® a entonar las primeras notas cuando un pianista le dio la tonalidad. Dur¨® poco. ¡°?Esto lo cantan los indios! ?Vuelve cuando sepas cantar en castellano!¡±, le grit¨® el hombre. Carpio abandon¨® el estudio ba?ada en l¨¢grimas, pero decidida a volver a intentarlo al domingo siguiente. El pianista ignoraba que acababa de gritar a una ni?a que se convertir¨ªa en una de las figuras m¨¢s destacadas de la m¨²sica boliviana sin cantar en espa?ol, sino en el idioma de sus ancestros: el quechua.
¡°Los ind¨ªgenas siempre hemos sido marginados por nuestras lenguas, por nuestra manera de pensar, nuestra espiritualidad y m¨¢s que todo por pertenecer a una cultura distinta¡±, explica Carpio sentada en el sof¨¢ de su apartamento parisino del barrio de Aligre, situado en el distrito 12 de la capital francesa. La artista, que jam¨¢s quiso cortarse sus dos largas trenzas negras y renunciar a lucir la ropa t¨ªpica de su regi¨®n natal, siempre tuvo muy claro que ella no ser¨ªa una v¨ªctima m¨¢s. Luchar¨ªa por defender su identidad. Su madre, que trabaj¨® resignada desde muy peque?a en las minas de oro y de esta?o de la regi¨®n de Potos¨ª para criar a sus dos hijos, sol¨ªa empujarlos para que hicieran lo que realmente deseaban. ¡°Yo siempre pens¨¦: un d¨ªa voy a contar lo que nosotros somos¡±, recuerda Carpio,?que en aquel entonces a¨²n ignoraba que lo har¨ªa a trav¨¦s del canto. El de su ayllu Panacachi (pueblo ind¨ªgena), inspirado en ¡°la sabidur¨ªa ancestral¡± de su pueblo. ¡°Desde que nacemos, escuchamos cantar a nuestras madres, nuestras abuelas¡±, explica, ¡°la m¨²sica es fundamental. Forma parte de nuestro culto a la madre tierra, la que nos da de comer, la que nos da todo. Es nuestra diosa¡±.
El culto a la pachamama (madre tierra) es el que hoy alimenta el inmenso repertorio de la cantautora y charanguista ¡ª25 discos¡ª cuya peculiar voz extremadamente aguda, casi sin edad, imita a la perfecci¨®n el canto de los p¨¢jaros. ¡°He cogido prestadas las melod¨ªas de las aves del altiplano¡±, explica. ¡°Nos traen mensajes y sabemos interpretarlos. Siempre dialogu¨¦ con ellas¡±, cuenta orgullosa. Un sentimiento que sintieron millones de bolivianos en 2006 cuando, despu¨¦s de haber alcanzado la notoriedad en Francia donde reside desde 1979, Carpio, invitada a cantar en la toma de posesi¨®n de la presidenta chilena Michelle Bachelet, interpret¨® El canto a la gaviota. Una obra en la que su voz imita el vuelo del ave marina para expresar el anhelo del pueblo boliviano por recuperar la salida al mar que perdi¨® hace 135 a?os tras ser derrotado por Chile en la Guerra del Pac¨ªfico.
¡°Fue muy conmovedor porque el p¨²blico interrump¨ªa constantemente con sus aplausos, cuatro veces estuve a punto de flaquear por la emoci¨®n¡±, cuenta la artista que sigue con mucha atenci¨®n el proceso judicial iniciado por el presidente boliviano, Evo Morales, contra Chile ante el Tribunal de la Haya y cuyo veredicto se har¨¢ p¨²blico en los pr¨®ximos meses. ¡°Luzmila sufri¨® una doble discriminaci¨®n en Bolivia por ser a la vez ind¨ªgena y mujer en una sociedad muy racista y machista.cre¨® algo m¨¢s profundo culturalmente que el folklore?urbano.?Su m¨²sica es un s¨ªmbolo para las culturas oprimidas¡±, asegura Sergio C¨¢ceres, exembajador de Bolivia ante la Unesco, que lamenta que la artista tuviera que irse a Francia, a finales de los a?os 80, para ser tomada en serio.
Desde Par¨ªs, donde ejerci¨® el cargo de Embajadora de Bolivia entre 2006 y 2011, tras la victoria del primer presidente ind¨ªgena de la historia de Bolivia, Carpio no dej¨® de acompa?ar y apoyar las reivindicaciones de los pueblos originarios. En 1990, prest¨® su voz y sus textos a un programa de Unicef Bolivia destinado a la alfabetizaci¨®n de las poblaciones ind¨ªgenas en sus idiomas nativos. Las cintas del proyecto Yuyay Jap?ina (Recuperar nuestro conocimiento) fueron distribuidas gratuitamente en 250 pueblos del altiplano. La reedici¨®n de aquel material en el sello de m¨²sica electr¨®nica franc¨¦s Almost Musique, cuya licencia fue adquirida por la discogr¨¢fica de Mac DeMarco, Capture Tracks, fue considerado el octavo mejor disco latinoamericano del a?o por la revista Rolling Stone en 2015.
¡°Es imposible no ser sensible a su voz ¨²nica y curiosa y al mensaje social que llevan sus canciones. Un mensaje puro y directo al que ya no estamos acostumbrados¡±, cuenta el fundador de Almost Musique, Benjamin Caschera. ¡°Nunca hab¨ªa escuchado algo as¨ª¡±, coincide Grant Green, director del sello argentino de m¨²sica electr¨®nica ZZK, editora del disco Luzmila Carpio Meets ZZK (2015), en el que la voz de la artista se mezcla con electr¨®nica. Su ¨²ltimo trabajo, Warmikuna Yupay Chasqapuni Kasunchik, (las mujeres tenemos que ser respetadas), fruto de una colaboraci¨®n con el grupo de metal boliviano, Alcoholica L.C., es una prueba m¨¢s del af¨¢n de la cantante por llegar a las nuevas generaciones. ¡°Son modos de que mis mensajes lleguen a la juventud. Mientras est¨¦ viva tengo que testimoniar, contar lo que viv¨ª como ind¨ªgena y como mujer¡±.
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