El espionaje es puro teatro

La saga cinematogr¨¢fica de Misi¨®n Imposible ha consolidado hasta tal punto su personalidad propia que se corre el riesgo de olvidar que todo este universo ten¨ªa un lejano origen televisivo: la brillante serie creada en 1966 por Bruce Geller, cuyos episodios concentraban en concisos 50 minutos delirantes e intrincadas tramas de espionaje que avanzaban al fren¨¦tico ritmo de la mecha explosiva que inmortalizaron sus cabeceras pegadas al m¨ªtico tema de Lalo Schifrin. De vez en cuando, algunos de los directores reclutados para la franquicia han querido recordar esas fuentes: lo hizo J. J. Abrams al abrir Misi¨®n: Imposible III (2006) con una secuencia pre-cr¨¦ditos que anticipaba el momento m¨¢s resonante del cl¨ªmax y lo hace ahora Christopher McQuarrie ¡ªel ¨²nico que ha repetido¡ª al incorporar una cabecera que, con esp¨ªritu de viejo episodio de la era cat¨®dica, hilvana im¨¢genes de los mejores momentos de lo que est¨¢ por venir. La pel¨ªcula es, as¨ª, un blockbuster entregado al sue?o de ser el s¨²per-episodio que la televisi¨®n de los 60 jam¨¢s hubiese podido concebir.

Mission: Impossible ¨C Fallout es, quiz¨¢, la entrega que se ha tomado mayores molestias a la hora de rendir tributo al legado de Geller, porque pone continuamente de manifiesto ese subtexto que era una constante en el original: sobre el grupo de personajes del universo de Misi¨®n Imposible se superponen las figuras del esp¨ªa¡­ y del actor teatral, porque bajo cada aventura palpita la exigencia de la representaci¨®n. Todo queda claro en esa secuencia inicial que obliga a los h¨¦roes a representar, directamente, el Apocalipsis en una falsa habitaci¨®n de hospital que es, en realidad, un decorado. A medida que avanza la trama, el espectador repara en que hay una frase que se repite insistentemente: ¡°Estamos en ello¡±. McQuarrie reformula a los h¨¦roes de Geller como maestros de la improvisaci¨®n.

Lejos de la acusada identidad de autor que tuvieron las entregas firmadas por Brian De Palma y John Woo, Mission: Impossible ¨C Fallout cumple con el reto de ser una superproducci¨®n de acci¨®n irreprochable, en la que se equilibran las siempre hiperb¨®licas escenas de acci¨®n con unas someras notas de humor que no parecen interferencias extempor¨¢neas y con unos trazos emocionales que se mantienen varios grados por debajo del sobrepeso sentimental. Y, s¨ª, esta pel¨ªcula tanto podr¨¢ ser recordada por su extraordinario duelo de helic¨®pteros como por revelar los primeros rasgos de madurez (tard¨ªa) en el rostro de Tom Cruise.