Tirios contra troyanos
Se habla mucho de los tipos de inter¨¦s, la deuda y el FMI, pero no se habla de los fenicios La culpa tal vez la tenga Homero
La cubierta del Nikolao,el ¨²ltimo ferri de la tarde entre Corf¨² e Igoumenitsa, se llena pronto de fumadores y pasajeros con perro. Los perros no pagan, siempre que est¨¦n vivos y vayan de la correa. Otra cosa es que estuvieran muertos. No es necrofilia, esa palabra tan griega, es solo la conclusi¨®n que se saca de uno de los muchos carteles informativos del barco: las instrucciones para tirar basuras desde embarcaciones y plataformas. Entre la comida ¡ªpermitida en todos los casos a m¨¢s de tres millas de la costa¡ª y el aceite usado para cocinarla ¡ªterminantemente prohibido¡ª est¨¢n los cad¨¢veres de animales. Con excepci¨®n de ciertas zonas del ?rtico, se pueden arrojar al mar siempre que el buque se encuentre a cien millas de tierra firme y el fiambre haya sido ¡°troceado¡± o debidamente manipulado para asegurar que se hunda al instante.
El azul del mar combina con todo. La prueba es que Igoumenitsa ser¨ªa una de las ciudades m¨¢s feas del mundo ¡ªla anti-Corf¨²¡ª si no tuviera tres kil¨®metros con vistas al J¨®nico, en la puerta del Adri¨¢tico. M¨¢s que una ciudad, es una terminal con tres calles, un museo arqueol¨®gico y un estupendo restaurante de pescado: Thalasograf¨ªa. Es el extremo griego de una autopista que viene de Turqu¨ªa pasando por Macedonia y Albania y siguiendo el trazado de la antigua V¨ªa Egnatia romana. Una vez en Igoumenitsa no queda otra que tirarse al agua. Es lo que hacen, subidos a un barco, dos millones y medio de viajeros al a?o. Que la ciudad tenga 20.000 habitantes da una idea de la importancia del puerto, el segundo de Grecia tras el Pireo.
Vestida con el uniforme de la compa?¨ªa Intercruises y liando un cigarrillo tras otro, Hellenis, de 29 a?os, viaja una vez al mes al continente para ayudar con un crucero que hace escala camino de Venecia. Su madre es holandesa; su padre, griego. Ella naci¨® en Corf¨² y desde ni?a quiso dedicarse al turismo: ¡°Si no, hubiera tenido que emigrar. ?Qu¨¦ hay muchos turistas? En julio y agosto. Hay islas que viven de esos dos meses. Grecia es barata en comparaci¨®n con Italia o Espa?a¡±. Nunca ha estado en Espa?a, pero conoce el negocio. ¡°La cuota tur¨ªstica que pagas en los hoteles no exist¨ªa antes, pero nadie va a dejar de venir por ahorrarse tres euros. ?A qui¨¦n le decimos que no venga? Antes solo viajaban los ricos¡±.
CLAVES DE LA TRAVES?A
Trayecto: Cof¨²-Igomunenitsa.
Distancia: 32 kil¨®metros.
Duraci¨®n: 90 minutos.
Barco: ¡®Nikolao¡¯.
Eslora: 104 metros.
Precio: 11 euros.
Lectura recomendada: ¡®El gran mar¡¯, de David Abulafia.
Emigrantes aparte, antes solo viajaban los ricos y los fenicios, que tienen tan mala prensa como los turistas. Se habla mucho de los tipos de inter¨¦s, la deuda soberana y el FMI, pero no se habla de los fenicios. Ni siquiera los neoliberales se acuerdan de ellos. La culpa tal vez la tenga Homero, que en la Odisea despotrica contra ellos. Es posible que la guerra de Troya tuviera menos que ver con el rapto de Helena que con el control del tr¨¢fico hacia el Mar Negro, pero la propaganda hom¨¦rica la convirti¨® en una campa?a en la que los mirmidones, de tan virtuosos, parecen cascos azules de la ONU. Eso s¨ª, a ojos de los dioses resulta imperdonable abrir un Todo a cien en T¨²nez. Aunque sea un Todo a cien del siglo VIII a. C. Con la excepci¨®n del poema de Kavafis dedicado a ?taca, los tirios siempre han tenido peor reputaci¨®n que los troyanos.
Pese a todo, los comerciantes llegan siempre m¨¢s lejos que los soldados. David Abulafia, catedr¨¢tico de historia del Mediterr¨¢neo en Cambridge, cuenta en El gran mar ¡ªel t¨ªtulo viene del nombre jud¨ªo del Mare nostrum¡ª c¨®mo los marinos de la ciudad libanesa de Tiro se aventuraron hasta el fin de la tierra: Gibraltar. Los griegos los llamaban phoinikes (fenicios). Por el camino fundaron colonias a las que bautizaron con el mismo nombre: Quart Hadasht, ciudad nueva (Cartago, Cartagena). No siempre usaban monedas pero inventaron un alfabeto que hizo posible que la escritura y la lectura no fueran solo cosa de sacerdotes. El nuestro procede del suyo. Seg¨²n Abulafia, el menosprecio que sufren tiene que ver tambi¨¦n con la falta de originalidad de su arte, que repite modelos asirios y egipcios. La raz¨®n, cuenta el historiador, es simple: la oferta y la demanda. Los fenicios produc¨ªan lo que quer¨ªa el p¨²blico, lo que estaba de moda. Hoy hacen lo mismo en China y nadie acusar¨ªa a los antiguos chinos de poco originales.
La originalidad es enemiga del turismo masivo: en todas las ciudades de Grecia hay un bar que se llama El Greco. En Igoumenitsa el viejo c¨¢mping Miramare ¡ªel italiano menudea en las calles¡ª es hoy el hotel Angelika Pallas. Que conoci¨® tiempos m¨¢s exclusivos lo demuestra la decoraci¨®n posmoderna y un libro de visitas con tapas de madera que conserva una p¨¢gina escrita en castellano en 2004. Hoy ya parece ap¨®crifa. Dice: ¡°En agradecimiento por el amabil¨ªsimo recibimiento en este bonito hotel con vista tan maravillosa. Mar¨ªa Teresa de Borb¨®n, Princesa de Parma¡±.
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