Canci¨®n a tres voces
Jacobo Castellano recorre el CAAC de Sevilla revisando la memoria de lo vern¨¢culo
Hay algo en la sintaxis balbuceante, en esa racionalidad a¨²n endeble del lenguaje, a la que se aferra de manera especial Jacobo Castellano (Ja¨¦n, 1976). Tiene que ver con la verborrea infantil, esa vaguedad gram¨¢tica de alguien para el que todo es todav¨ªa un juego a salvo del rigor de la raz¨®n. De ah¨ª sus t¨ªtulos pegados a la ristra de ideas. Burlas, juegos y brechas (Centro Jos¨¦ Guerrero, 2017); Contenedores, sepulcros y personajes (Galer¨ªa Rafael Ortiz, 2016); V¨¦rtigos, equilibrios y desquicios (Fundaci¨®n RAC, 2015)¡ Tambi¨¦n en la magn¨ªfica exposici¨®n que presenta ahora en el CAAC de Sevilla, comisariada por Javier Hontoria, tira de tr¨ªo: riflepistolaca?on. Se inspira en un dibujo an¨®nimo de un ni?o que nombra con precisi¨®n una suerte de armas para el juego de guerra y, al presentarlo en pelot¨®n, sin comas ni acentos, inventa un nuevo registro ling¨¹¨ªstico para adentrarse en el lugar que mejor conoce la obra de este artista: la memoria de esos enseres que nos acompa?an en nuestro devenir vital, capaces de disparar diferentes capas de afecto.
Esa curiosidad por explorar los objetos que nos rodean, entrar en ellos y entender su historia para poder interpretarla ha marcado la obra del artista desde que empezara a exponer a principios de los dos mil. Hoy es una de las figuras m¨¢s destacadas en la escultura reciente en Espa?a, a la que hace justicia esta muestra en su Andaluc¨ªa natal, coproducida con Artium y pensada como una revisi¨®n de 20 a?os de trabajo. Tiene sentido, ya que sus formas, cercanas tambi¨¦n a la instalaci¨®n y la fotograf¨ªa, siempre las recolecta de su imaginario vern¨¢culo, de la memoria de la infancia y de lo familiar. En medio de la gran tendencia en las pr¨¢cticas art¨ªsticas contempor¨¢neas de indagar en el ruidoso mundo de lo global, Jacobo Castellano se dirige en silencio a la experiencia de lo vivido, la casa del pueblo, y a ese potencial narrativo de lo que nos es propio. En Villargordo descubri¨® hace mucho el poder comunicativo del objeto cotidiano, al que viene sometiendo a transformaciones y relecturas, tambi¨¦n en sus ¨²ltimas obras. Un lugar no necesariamente feliz.
En medio de la tendencia contempor¨¢nea que indaga en lo global, este artista se dirige a la experiencia de lo vivido
La principal, Sin t¨ªtulo (2018), realizada para esta exposici¨®n, combina un viejo proyecto cinematogr¨¢fico que su abuelo guard¨® celosamente cuando el cine cerr¨®, y un tronco de olivo al que hay adosada una peque?a chuleta sobre la historia de Granada, a la que el artista acude con la misma fascinaci¨®n con la que su abuelo abr¨ªa esa ventana al exterior que era aquel cine de verano. Dialoga bien con Casa I (2006), una de las obras con las que se dio a conocer, formada por im¨¢genes de los rincones sin tiempo de ese acervo familiar, del que se aleja sin melancol¨ªa. Son, dice, objetos buscados de manera concienzuda, que una vez encontrados el artista abre a lo contingente. ?l los va soltando en su estudio y ellos mismos se van asociando.
Si en esas primeras obras la escultura de Jacobo Castellano aunaba fragmento, dispersi¨®n y acumulaci¨®n, con los a?os su trabajo tiende a la s¨ªntesis formal, cada vez m¨¢s concentrada, como la memoria que se mantiene n¨ªtida y para la que no pasa el tiempo. En el recorrido de la exposici¨®n, todo resuena, como ese eco a tres voces del t¨ªtulo. Tambi¨¦n la gran instalaci¨®n que cierra la exposici¨®n y que recoge el legado que los colonos jesuitas dejaron en Latino?am¨¦rica. Una gran estructura acoge elementos colgantes, jarrones cual pi?atas, y otros que descansan en el suelo, dialogando lo l¨²dico y lo violento. El premio a cambio del garrotazo. A las tradiciones y el acervo religioso acude a menudo el artista, como vemos en Paso (2009), que condensa lo popular y lo sacro, la devoci¨®n y la superstici¨®n que rodea todo aquello que veneramos. El pan de oro, tan propio de la imaginer¨ªa andaluza, compone sus Constelaciones. Y los dos grandes peleles que ha colgado de la sala central, a medias autorretratos y a medias versi¨®n de los famosos personajes de Goya, parecen descendimientos. Una escena del Juicio final. Un escenario donde las obras de suelo realizadas con zapatos, de lo mejor de su producci¨®n, tambi¨¦n hablan de esa presencia nunca expl¨ªcita. Ese espacio que cuanto m¨¢s cerca est¨¢, m¨¢s se aleja. El de las intuiciones y el conocimiento.
'Jacobo Castellano. riflepistolaca?on'. CAAC. Sevilla. Hasta el 31 de octubre.
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