La problem¨¢tica vecindad de Escocia e Inglaterra
Se acerca la fecha del refer¨¦ndum de independencia de Escocia. Su relaci¨®n hist¨®rica con Inglaterra hasta la uni¨®n de los reinos en 1707 se ha caracterizado por el recelo y el resentimiento
Escocia, el territorio de lagos, monta?as onduladas y cientos de islas, envuelto casi siempre en una atm¨®sfera de luz tamizada y extra?a que te impide saber en qu¨¦ parte del d¨ªa te encuentras, centra la atenci¨®n informativa con su refer¨¦ndum de independencia seg¨²n nos vamos acercando al mes de septiembre. La geograf¨ªa puede haber sido muchas cosas con los escoceses pero si algo est¨¢ claro, es que a¨²n siendo generosa en belleza, no se lo ha puesto f¨¢cil. Rodeados de mar a excepci¨®n de su estrecha frontera sur, les ha tocado compartir ¨¦sta con Inglaterra, el vecino dif¨ªcil y complicado con el que ha mantenido una relaci¨®n de mil a?os basada en el recelo y los resentimientos generados por tantas guerras. Hace tres siglos se busc¨® una f¨®rmula de relaci¨®n m¨¢s ¡®amable¡¯ con la uni¨®n de las dos monarqu¨ªas que, con Gales, formaron la Gran Breta?a.
La primera intervenci¨®n inglesa de envergadura en los asuntos escoceses se produjo cuando en 1286 el rey Alejandro III muri¨® sin descendencia. La inestabilidad en la que se vieron inmersos los escoceses fue aprovechada por Eduardo I de Inglaterra que apoy¨® a Juan Balliol, representante de uno de los dos clanes que se disputaban el trono, con la condici¨®n de que se sometiese a su protecci¨®n. Este rey, temeroso de que le ocurriese lo que les pas¨® a los galeses en 1284 cuando fueron conquistados por el ej¨¦rcito de Eduardo, firm¨® con Felipe IV de Francia en 1295 la Auld Alliance, una alianza que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XVI y que evocaba el proverbio ¡°el enemigo de mi enemigo es mi amigo¡±.
Eduardo I, conocido como Longshanks o M¨¢rtillo de los escoceses, decidi¨® invadir el pa¨ªs demostrando ser un enemigo muy duro y de eso pudieron dar fe los ocho mil habitantes de la ciudad costera de Berwick que sintieron en sus carnes las consecuencias del apodo real. Apenas un pu?ado de ellos sobrevivieron al asedio ingl¨¦s para poder contarlo. Es aqu¨ª donde surge la figura del h¨¦roe nacional William Wallace, un noble de segunda fila cuyas correr¨ªas contra los ingleses le hicieron ganar un enorme prestigio entre su pueblo. En septiembre de 1297, aliado con otros nobles escoceses, vence al ej¨¦rcito de Eduardo I en la batalla de Stirling. V¨ªctima de una traici¨®n, Wallace fue capturado y ejecutado en 1305 en Londres. Mientras tanto, las luchas entre clanes rivales se suceden en Escocia y Robert the Bruce se hace coronar rey en 1306. Varias victorias locales de Robert I preceden al fin de la presencia inglesa en Escocia y ese momento llega en 1314 con la batalla de Bannockburn. Esta victoria garantizar¨¢ la independencia escocesa por largo tiempo y poco despu¨¦s, en 1371, queda instaurada la dinast¨ªa Estuardo, el linaje que reinar¨¢ en Escocia durante tres siglos.
Francia, aliada de Escocia?
La pol¨ªtica matrimonial hispana de los Reyes Cat¨®licos, cuya finalidad era el aislamiento de Francia en el panorama europeo, dio sus frutos cuando Enrique VIII de Inglaterra, casado con Catalina de Arag¨®n, se sum¨® en 1513 a la Liga Santa, creada para apoyar al papa Julio II contra las ambiciones francesas en Italia, y desembarc¨® en Calais. Los escoceses, leales a los pactos de la vieja alianza con Francia, que mand¨® algunas tropas para apoyarles, invadieron Northumbria con 35.000 soldados dirigidos por su mismo rey Jacobo IV con el fin de distraer a las fuerzas inglesas de su cu?ado Enrique. Ambos ej¨¦rcitos se encontraron en Flodden Field en septiembre de ese a?o y los de Escocia sufrieron tal derrota que incluso el rey Jacobo muri¨® en la batalla.
En 1513, el ej¨¦rcito escoc¨¦s sufri¨® tal derrota en Flodden Field que, hasta el mismo Jacobo IV muri¨® en la batalla
Al final de su reinado, Enrique VIII, harto de ver franceses al norte del Muro de Adriano, forz¨® en 1543 a la regente de Escocia, Mar¨ªa de Guisa, a firmar los Tratados de Greenwich por los que la reci¨¦n nacida Mar¨ªa Estuardo deber¨ªa casarse con su hijo Eduardo y as¨ª, facilitar la futura uni¨®n de los reinos. Mar¨ªa de Guisa se retract¨® y Enrique trat¨® de hacer cumplir lo acordado con la intimidatoria estrategia del 'cortejo a la inglesa' (rough wooing), una serie de incursiones militares de desgaste que se prolongaron hasta 1551. En esa fecha ya era rey de Inglaterra Eduardo VI, pero antes se vieron?momentos cr¨ªticos como en 1544 cuando un ej¨¦rcito ingl¨¦s entr¨® en Edimburgo e incendi¨® gran parte de la ciudad, con la intenci¨®n de secuestrar a la reina ni?a. El final de la Auld Alliance lleg¨® en 1560, cuando Isabel I de Inglaterra mediante el apoyo al partido protestante escoc¨¦s consigui¨® que los franceses se retirasen de Escocia tras la firma del Tratado de Edimburgo y dejasen de prestar apoyo a Mar¨ªa Estuardo. El protestantismo escoc¨¦s consigui¨® la renuncia de la obediencia al Papa y en adelante los europeos del continente no lograr¨ªan ser parte activa en los asuntos brit¨¢nicos.
Muchos reyes ingleses persiguieron con ah¨ªnco la uni¨®n de ambos reinos pero, parad¨®jicamente, tuvo que ser el rey escoc¨¦s Jacobo VI de Escocia el que se ci?¨® ambas coronas. Cuando Isabel I,?la Reina Virgen, muri¨® en 1603, Jacobo hizo valer los derechos al trono que le daba su bisabuela Margarita, hermana de Enrique VIII. La uni¨®n terminaba en la dinast¨ªa de los Estuardo, ambos Estados continuaron con sus parlamentos e instituciones particulares durante todo un siglo XVII que les trajo fort¨ªsimas tensiones internas, incluida la guerra civil. La lucha por el poder se dirim¨ªa entre la realeza y el Parlamento ingl¨¦s, y las luchas religiosas escocesas entre presbiterianismo (los covenanters) y catolicismo.
El Acta de Uni¨®n de 1707
A finales de 1705, cuando la relaci¨®n entre ambos pa¨ªses parec¨ªa abocarles de nuevo a la guerra, comenzaron las negociaciones para que se gestase la Gran Breta?a. Los ingleses quer¨ªan que la Corona fuese a la alemana casa de Hannover y las clases dirigentes escocesas exigieron garant¨ªas para la Iglesia presbiteriana y la conservaci¨®n de su sistema jur¨ªdico y educativo. Por otro lado, los escoceses obtuvieron compensaciones econ¨®micas por el desastre colonial de Dari¨¦n de 1698 ¨Cel intento de fundar colonias comerciales en Panam¨¢ al que se opuso la East India Company inglesa y que no dur¨® m¨¢s de ocho meses- y acceso sin restricciones a las oportunidades comerciales que ofrec¨ªa el imperio en ciernes. El Acta de Uni¨®n de 1707 ¨Cque casualmente coincide con otro proceso centralizador en Espa?a totalmente diferente, que fue la supresi¨®n de los fueros de Arag¨®n y Valencia por los decretos de Nueva Planta de Felipe V tras la victoria de Almansa- fue firmado de manera voluntaria por los parlamentos de dos naciones en una atm¨®sfera de oficial igualdad, aunque la posici¨®n escocesa fuese m¨¢s d¨¦bil. Este contexto explica que los pol¨ªticos brit¨¢nicos siempre hayan aceptado con tranquilidad el derecho de los escoceses a pedir la secesi¨®n en refer¨¦ndum.
Durante la primera mitad del siglo XVIII se suceden las sublevaciones jacobitas, partidarias de los Estuardo
Si el acta se firm¨® en Escocia fue por el empe?o de sus ¨¦lites. El pueblo escoc¨¦s no fue partidario de la uni¨®n y durante la primera mitad del siglo XVIII las sublevaciones jacobitas, partidarias de los Estuardo, contaron con fuertes apoyos en el norte y entre protestantes disidentes. El esfuerzo final contra los Hannover lo encabez¨® Carlos Eduardo Estuardo Bonnie Prince Charlie en 1745, pero fue vencido en Culloden por un ej¨¦rcito brit¨¢nico que ya contaba con muchos efectivos de la propia Escocia.
Fueron numerosos los escoceses que participaron de los beneficios que el imperio brit¨¢nico proporcion¨® a los que se auparon a sus estructuras. Se repartieron empleos brillantes para su aristocracia y su incipiente burgues¨ªa se hizo con grandes fortunas del comercio colonial. No pudieron decir lo mismo los habitantes de las Highlands. En la segunda mitad del siglo XVIII se llevaron a cabo las Clearances, eufemismo para describir procesos de desplazamiento forzoso y masivo de poblaci¨®n, que desarraigaron a comunidades enteras de sus territorios ancestrales y causaron un gran da?o a la cultura y lengua ga¨¦licas. Ese fue el precio que tuvieron que pagar por su apoyo a la causa jacobita.
El independentismo contempor¨¢neo
El movimiento nacional escoc¨¦s se agrup¨® desde 1934 en torno al Scottish Nacional Party (SNP), que aglutin¨® en sus filas a las corrientes independentista y autonomista. En los a?os setenta consigui¨® poner la devolution, transferencia de competencias, en el debate pol¨ªtico y el Partido Laborista de James Callaghan, tradicionalmente m¨¢s votado en Escocia, intent¨® un proceso autonomista en 1979 que no pas¨® el refer¨¦ndum por poco margen. Los 18 a?os de Gobierno conservador de Thatcher y Major apenas trajeron a Escocia, en lo que toca a sus inquietudes nacionalistas, la m¨ªtica Piedra de Scone, objeto de veneraci¨®n que Eduardo I se hab¨ªa llevado como bot¨ªn de guerra.
Hoy Escocia tiene un Gobierno aut¨®nomo presidido por Alex Salmond, pol¨ªtico nacionalista inteligente y carism¨¢tico que, amparado por su fuerte mayor¨ªa parlamentaria, ha pactado con Londres la celebraci¨®n del refer¨¦ndum vinculante de independencia. El mensaje independentista del SNP ha logrado seducir a un sector amplio de escoceses mientras que, sorprendentemente, muchos ingleses se muestran en los sondeos a favor de la separaci¨®n. Tras la II Guerra Mundial, el imperio ha quedado reducido a una constelaci¨®n de islas min¨²sculas que solo evoca nostalgia y su ¡®pegamento¡¯ identitario pierde propiedades. El escritor Andrew Marr, citado por Timothy Garton Ash en este peri¨®dico, afirma en The day Britain died (El d¨ªa en que muri¨® Gran Breta?a): ¡°El imperio hizo a Gran Breta?a. Pero su desaparici¨®n puede significar el final de Gran Breta?a¡±. En septiembre, Escocia tiene la palabra sobre su futuro.
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