Egipto ante el espejo argelino (1)
El pa¨ªs ¨¢rabe se encuentra en una situaci¨®n que para muchos analistas recuerda a Argelia cuando, en 1992, el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS) fue el vencedor en la primera vuelta de los comicios y el ej¨¦rcito cancel¨® el proceso electoral
¡°Llegaron desde el bosque que hay detr¨¢s de los campos y lo saquearon todo, degollaron a cientos, arrasaron con toda la comida que encontraron, violaron y secuestraron a nuestras hijas¡±. As¨ª describe un anciano campesino argelino superviviente el infierno que se desat¨® sobre el pueblo de Sidi Rais, en la regi¨®n de Blida, una noche de agosto de 1997. Centenares de hombres, presuntamente del Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA), irrumpieron en la aldea y durante cinco largas horas mataron hasta 500 personas y se llevaron secuestradas a las j¨®venes como esclavas sexuales. Mientras, a escasa distancia el ej¨¦rcito argelino, que ve¨ªa las llamas y o¨ªa los gritos, esperaba inm¨®vil en sus bases la llegada del d¨ªa para contabilizar las v¨ªctimas. Este es, quiz¨¢, el m¨¢s terrible episodio que se vivi¨® en la guerra civil argelina de los a?os noventa, entre islamistas y defensores del r¨¦gimen del Frente de Liberaci¨®n Nacional (FLN), que alcanz¨® un nivel de violencia y ensa?amiento de tal calibre (entre 150.000 y 200.000 muertos), que ser¨ªa comparable a genocidios como el de Guatemala en los a?os 80.
Estos d¨ªas, Egipto se encuentra en una situaci¨®n que, para muchos analistas, recuerda a Argelia, cuando en enero de 1992, siendo el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS) vencedor en la primera vuelta de los comicios, el ej¨¦rcito cancel¨® el proceso electoral. Esto forz¨® la dimisi¨®n del presidente Chadli Benyedid y el regreso a la clandestinidad del movimiento islamista. En el caso egipcio, el presidente Mohamed Morsi, l¨ªder de los Hermanos Musulmanes, ha sido desalojado del poder por un golpe de Estado de los militares.
La rep¨²blica argelina hab¨ªa comenzado su andadura como pa¨ªs independiente con la energ¨ªa de afrontar un proyecto nacional nuevo, no exento de conflictos como el golpe contra Ben Bella en 1965 o el exilio de importantes personajes de la lucha por la independencia como Budiaf o Buteflika, entre otros. Su papel internacional preeminente en el Movimiento de Pa¨ªses No Alineados o las declaraciones grandilocuentes de convertir a Argelia en el Jap¨®n de ?frica daban cierta imagen optimista. No obstante, el r¨¦gimen socialista de partido ¨²nico fue cerrando las puertas a la participaci¨®n de la sociedad, instituyendo al ej¨¦rcito como aut¨¦ntico poder f¨¢ctico y creando una nomenklatura, al estilo sovi¨¦tico, parasitaria del estado, corrupta e ineficaz. Esta oligarqu¨ªa pol¨ªtico-financiera, que controlaba los recursos y las empresas estatales, era la ¨²nica capaz de acceder a productos suntuarios importados de Occidente, llegados con la pol¨ªtica de apertura econ¨®mica de Benyedid, y exhib¨ªan sin el m¨¢s m¨ªnimo pudor una vida lujosa, que provocaba el esc¨¢ndalo del resto de la sufrida sociedad argelina.
Decisiones econ¨®micas err¨®neas
En lo econ¨®mico, se tomaron decisiones fallidas que llevaban a una industrializaci¨®n forzosa, improductiva y sin salida, que acabaron llevando a una econom¨ªa con cierto grado de diversificaci¨®n a la mera dependencia de la exportaci¨®n petrol¨ªfera y del gas. En el sector agrario, las cosas no fueron mejor. Tras el periodo colonial, Argelia pas¨® de ser un pa¨ªs exportador en ese ¨¢mbito, a terminar importando el 80% de los productos agroalimentarios. Desde el punto de vista demogr¨¢fico, a finales de los 80, la sociedad argelina se convirti¨® en una potencial bomba de relojer¨ªa. El 75% de la poblaci¨®n era menor de 30 a?os. Se trataba de una juventud que en estos a?os sufri¨® la degradaci¨®n de las condiciones de escolarizaci¨®n y pas¨® a engrosar las filas del desempleo.
La ca¨ªda fuerte del d¨®lar desde 1985 trajo una bajada de ingresos por la exportaci¨®n de petr¨®leo y gas, lo que llev¨® a las finanzas de la naci¨®n al colapso. Los salarios perdieron valor y el paro aument¨® a niveles desconocidos. Las capas medias de la sociedad se vieron sumidas en la pobreza. La sociedad argelina, tan joven, vio que el r¨¦gimen nacido de la lucha por la independencia era incapaz de solucionar sus necesidades b¨¢sicas, mientras que los privilegios de esa oligarqu¨ªa revolucionaria no se pon¨ªan en cuesti¨®n. En octubre de 1988, el alza de precios de productos de primera necesidad lanz¨® a la calle a la juventud, harta de carencias y sin perspectivas de futuro, en lo que se conoci¨® como la Revuelta de la s¨¦mola. Las luchas callejeras, que imitaban la Intifada palestina provocaron la reacci¨®n violenta del poder, que proclam¨® el estado de excepci¨®n y seg¨® la vida de 500 j¨®venes. Finalmente, el r¨¦gimen argelino de Chadli Benyedid, ante el clamor popular a favor de los j¨®venes, no tuvo otra salida que proclamar el inicio de un proceso pol¨ªtico de reformas que deber¨ªa desembocar en el multipartidismo.
En 1988, el alza de precios de productos de primera necesidad lanz¨® a la calle a la juventud, en la Revuelta de la s¨¦mola
Como consecuencia de la crisis econ¨®mica y social, el r¨¦gimen argelino pierde la base de apoyo social necesaria, que le es sustra¨ªda por la alternativa del islamismo integrista. Las presidencias de Huari Bumedian y Benyedid hab¨ªan promocionado un islamismo 'oficial' subordinado a sus intereses que rechazaba la esencia de la religi¨®n musulmana. El Estado decidi¨® una pol¨ªtica intolerante de arabizaci¨®n que relegase a la francofon¨ªa y entr¨® en conflicto con culturas minoritarias como la de la Cabilia ber¨¦ber. Esos Gobiernos facilitaron la construcci¨®n de m¨¢s mezquitas que escuelas y se trajeron de Oriente Pr¨®ximo miles de profesores cor¨¢nicos que deber¨ªan implantar ese islam oficial y acabaron alimentando el integrismo. La err¨¢tica pol¨ªtica religiosa instaura en 1984 un c¨®digo de Familia de car¨¢cter medieval que discriminaba a la mujer en mayor medida que en los pa¨ªses de su entorno. El FIS supo poner el foco sobre la crisis y los efectos sociales y culturales nefastos de una pseudomodernizaci¨®n impuesta desde arriba y no igualitaria.
Proceso reformista fallido
Tras la Revuelta de la s¨¦mola el presidente Benyedid impuso su agenda reformista al sector inmovilista del r¨¦gimen con la victoria en las elecciones anticipadas de diciembre de 1988. En febrero del a?o siguiente se aprueba una reforma democr¨¢tica de la Constituci¨®n. A finales de 1989 son legalizados los partidos pol¨ªticos de la oposici¨®n, incluido el FIS. Este movimiento integrista estaba dirigido principalmente por Abasi Madani, un fil¨®sofo y te¨®logo moderado, luchador por la independencia, y Al¨ª Belhadj, joven con una menor base intelectual y teol¨®gica pero de verbo m¨¢s encendido y radical. El FIS asumi¨® cuotas de poder al arrollar en las elecciones locales de junio de 1990 y desde ese momento se empieza a dejar sentir en todos los espacios p¨²blicos argelinos. Las manifestaciones fueron habituales y los piquetes integristas circulaban por las ciudades vigilando que se cumpliese?la moral de su visi¨®n rigorista del islam. El mayor desaf¨ªo lleg¨® cuando a finales de mayo se convoc¨® una huelga general indefinida por el FIS a lo que respondi¨® el primer ministro Ahmed Gozali con el estado de sitio, la suspensi¨®n de las elecciones legislativas y el encarcelamiento de Madani y Belhadj.
Finalmente, el 26 de diciembre de 1991 se celebraron las elecciones y la victoria del FIS fue arrolladora. Los l¨ªderes integristas proclamaron la futura reforma constitucional con la perspectiva de instaurar un Estado teocr¨¢tico y el Gobierno de Gozali no supo c¨®mo gestionar el dilema que se le planteaba. El Ej¨¦rcito y la oligarqu¨ªa pol¨ªtico-financiera trasladaron toda la presi¨®n al presidente Benyedid, que se vio forzado a dimitir el 11 de enero de 1992. El proceso electoral se paraliz¨® y el FIS vio cerrado su acceso al poder de manera democr¨¢tica.
Desde ese momento, Argelia emprender¨¢ su particular descenso al infierno. La Junta c¨ªvico-militar que asume las riendas del pa¨ªs pide a Mohamed Boudiaf, l¨ªder carism¨¢tico y personalidad ¨ªntegra de los tiempos de la independencia, que regrese del exilio y asuma la Presidencia. El FIS es declarado ilegal a la vez que se decreta el estado de excepci¨®n por un per¨ªodo de un a?o.
La ilegalizaci¨®n del FIS es vista por los islamistas como una declaraci¨®n de guerra desde el Estado
Durante los primeros meses de 1992 son arrestados miles de islamistas y en junio, cuando iba a comenzar un juicio contra los siete l¨ªderes principales del FIS, el presidente Budiaf es asesinado por un miembro de su guardia personal. Abasi Madani y Al¨ª Belhadj son condenados a 12 a?os de prisi¨®n y la ilegalizaci¨®n del movimiento integrista es vista como una declaraci¨®n de guerra desde el Estado. Paralelamente, se empiezan a articular las guerrillas islamistas que pretenden convertirse en el brazo armado del FIS, y que encuentran un semillero ilimitado de adeptos en los j¨®venes ¨¢rabes de los suburbios de las ciudades argelinas. La estrategia de las guerrillas fusionadas en el Ej¨¦rcito Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (EIS) ser¨¢ la de hostigar a las fuerzas de seguridad con una combinaci¨®n del terrorismo urbano y la guerrilla rural sobre todo en la zona norte del pa¨ªs. M¨¢s o menos era lo que se entend¨ªa como una acci¨®n de guerrilla cl¨¢sica m¨¢s cercana a un movimiento de liberaci¨®n nacional que a un grupo terrorista.
Quien va a ocupar el espacio del terrorismo indiscriminado y extremadamente violento ser¨¢ el GIA. El Grupo Isl¨¢mico Armado se hace tristemente popular desde 1993. Constituido en gran parte por afganos, veteranos de las guerrillas pro-talibanes en Afganist¨¢n durante la ¨¦poca sovi¨¦tica, rechazaba cualquier compromiso con el Gobierno argelino. El grupo terrorista propugnaba la lucha sin cuartel y condenaba las desviaciones?de los liderazgos del FIS, tanto el del exilio como el del interior, que no perd¨ªan la perspectiva de una negociaci¨®n de paz y hab¨ªan condenado los ataques que no fuesen contra objetivos de las fuerzas de seguridad. A la vez que atacaba al r¨¦gimen, iniciaba una guerra fratricida contra el EIS, y no fueron pocos los choques armados entre ambos grupos.
El GIA asumi¨® efectivos de manera masiva y su poco control ideol¨®gico hizo que esta guerrilla fuese? f¨¢cilmente infiltrada por los servicios de informaci¨®n del Ej¨¦rcito. Barriadas de la capital como Bab el Ued, El Harrach o La Kasba eran tomadas de noche por las fuerzas de seguridad, pero de d¨ªa estaban bajo control de los milicianos islamistas. Las guerrillas se repartieron las zonas de influencia. El GIA se hizo fuerte en la zona central al sur de Argel. El EIS domin¨® la zona oriental fronteriza con T¨²nez y la occidental cercana a Marruecos.
Ma?ana, viernes: Egipto ante el espejo argelino (II)
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