La entrega, ese valor aut¨¦ntico
Oreja para ?lvaro Lorenzo en una tarde de arrojo y pundonor de Escribano y Fortes
Manuel Escribano acab¨® la lidia del cuarto toro de la tarde con una cara de tremendo enfado. No era para menos. El fallo con la espada le impidi¨® cortar un trofeo que se hab¨ªa ganado a pulso por su entrega heroica ante un toro que le complic¨® seriamente la existencia durante quince minutos. Y la comprometida actitud del torero lleg¨® a los tendidos, que obligaron a Escribano a dar una m¨¢s que merecida vuelta al ruedo.
Algo parecido le sucedi¨® a Fortes, pero, tras una cerrada ovaci¨®n a la muerte del quinto, enfil¨® el camino de la enfermer¨ªa para ser atendido de una leve cornada en la corva de la rodilla derecha, producto de una tremenda voltereta que le infligi¨® el toro cuando intentaba muletearlo con la mano derecha.
Ambos, Escribano y Fortes, dieron una verdadera lecci¨®n de entrega torera, al igual que su compa?ero Lorenzo, ante escaso p¨²blico y abundantes toros de Victorino Mart¨ªn, complicados, sosos, de corta embestida y muy escasa calidad, que vendieron caras sus vidas y dificultaron la labor de los toreros.
MART?N / ESCRIBANO, FORTES, LORENZO
Toros de Victorino Mart¨ªn, bien presentados, mansurrones, blandos, sosos, descastados y deslucidos.
Manuel Escribano: estocada (ovaci¨®n); dos pinchazos, estocada baja (vuelta al ruedo).
Fortes: estocada (ovaci¨®n); estocada baja y atravesada (ovaci¨®n).
?lvaro Lorenzo: estocada ¡ªaviso¡ª (oreja); ¡ªaviso¡ª media baja y dos descabellos (ovaci¨®n).
Plaza de toros de Vista Alegre. 19 de agosto. Segunda corrida de feria. Menos de media entrada.
Quiz¨¢s, el momento de gran emoci¨®n lleg¨® con el tercio de banderillas al cuarto de la tarde, a cargo de Escribano. Lo hab¨ªa recibido, como a su inv¨¢lido primero, de rodillas en la puerta de chiqueros con una larga cambiada, que luego repiti¨® por dos veces en el tercio. Clav¨® dos pares a toro pasado, y, como es habitual en este torero, se sent¨® en el estribo para colocar el tercero al quiebro. Tard¨® el toro en notar su presencia, lo mir¨® y se fue acercando sin prisas hacia las tablas al tiempo que el torero se alejaba como pod¨ªa sin despegar la carne de la madera. El silencio se apoder¨® de la plaza ante la inminencia del riesgo palpitante de la escena. Se mantuvo firme el torero, aguant¨® lo que parec¨ªa imposible, clav¨® el par de banderillas y un misterio es c¨®mo pudo salir del encuentro, emparedado entre los pitones del toro y la barrera. Solo la punta de un capote o una toalla surgida del callej¨®n lo salvaron de lo que parec¨ªa una cornada inevitable.
Brind¨® Escribano al respetable, y despleg¨® toda una lecci¨®n de valor intenso ante un animal sin clase, cort¨ªsima embestida y malas intenciones, que lleg¨® a derribarlo, buscarlo y pisotearlo sin m¨¢s consecuencias que el susto y los golpes. Sud¨® el torero para ganar una pelea incierta y dif¨ªcil, y solo dos pinchazos impidieron lo que hubiera sido una merecida oreja. Justificado estaba, pues, su tremendo enfado.
Fortes es m¨¢s fr¨ªo y trasluce menos sus emociones, pero es verdad que acudi¨® a Bilbao dispuesto a confirmar la buena imagen que dos d¨ªas antes hab¨ªa dejado en la feria de M¨¢laga. Sufri¨® dos volteretas -la primera, cuando recib¨ªa a la ver¨®nica su primero, y la otra, ya rese?ada, ante el quinto-, y dej¨® el buen sabor de un torero valeroso, firme, seguro y con el oficio y la hondura suficientes para que el triunfo no le vuelva la espalda.
Traz¨® buenos muletazos con ambas manos ante el soso primero, blando y descastado, y se jug¨® el tipo ante el otro, deslucido y complicado.
Debutaba Lorenzo con victorinos y en Bilbao, pase¨® una oreja muy generosa de su primero, el m¨¢s noble del encierro, con el que se eterniz¨® con la muleta, casi siempre al hilo del pit¨®n, y solo al final se gust¨® con una tanda de hondos naturales. Insisti¨® ante el sexto, soso como sus hermanos, y le rob¨® otros dos buenos muletazos con la zurda.
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