?Antitaurinos!
Decepcionante tarde de las figuras ante una corrida inv¨¢lida y aborregada de N¨²?ez del Cuvillo
Mientras se sigan anunciando en las ferias importantes los toros de N¨²?ez del Cuvillo, las figuras se partan la cara por ponerse delante de ellos y el p¨²blico jalee faenas de toreros-enfermeros como si se tratara de una gesta, nada ni nadie podr¨¢ impedir que la fiesta de los toros siga despe?¨¢ndose por un precipicio hasta el cercano desastre final.
DEL CUVILLO/PONCE, MANZANARES, ROCA REY
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, -el primero, devuelto, y sustituido por otro del mismo hierro-, bien presentados, inv¨¢lidos, tullidos y noqueados.
Enrique Ponce: estocada (silencio); estocada trasera _aviso_ y dos descabellos (gran ovaci¨®n).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: estocada ca¨ªda (silencio); pinchazo y casi entera (silencio).
Roca Rey: pinchazo y estocada contraria _aviso_ (ovaci¨®n); bajonazo y estocada baja (silencio).
Plaza de toros de Vista Alegre. 21 de agosto. Cuarta corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
La corrida ha sido un pecado mortal contra la tauromaquia; toros de bonita fachada, podridos, enfermizos o borrachuzos, muertos en vida, sin un h¨¢lito de fuerza, que perd¨ªan las manos, se desplomaban en la arena o ped¨ªan a gritos la muerte no pueden figurar en el frontispicio de la tauromaquia actual.
Enrique Ponce, Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares y Roca Rey, tres pesos pesados, no pueden erigirse en l¨ªderes indiscutibles del antitaurinismo andante por su especial inter¨¦s en buscar comodidad antes que emoci¨®n.
Uno y otros -ganadero y toreros- son los que est¨¢n echando a la gente de las plazas. El toro, ni siquiera el supuestamente encastado de Victorino o Torrestrella, ya no interesa al gran p¨²blico; son las figuras actuales los ¨²nicos reclamos que animan las taquillas. Es verdad que la plaza de Bilbao tampoco se llen¨® ayer, pero los tres cuartos de entrada supieron a gloria en comparaci¨®n con los vac¨ªos de d¨ªas anteriores.
Y son esas figuras las que parecen poner un empe?o especial es que los espectadores no vuelvan. Desde luego, con corridas tan desastrosas como la de N¨²?ez del Cuvillo, muchos se quedar¨¢n en casa. Es un enga?o, un fraude¡ Y no hay derecho.
?Qui¨¦n se atreve a estas alturas a levantarle la voz a Enrique Ponce, un catedr¨¢tico, como se le llama, del toreo? Pues se le deber¨ªa caer la cara de verg¨¹enza de ser protagonista de un penoso circo como el vivido en Bilbao. No es que as¨ª manche su impecable trayectoria, que tambi¨¦n, sino que apuntilla la fiesta de los toros en un momento en el que necesita cuidados intensivos. Ni siquiera ¨¦l, experto enfermero de toros lisiados, pudo hacer nada por evitar el naufragio. Su primero -sobrero del inv¨¢lido que abri¨® el festejo- se desplom¨® en la arena -una de las im¨¢genes m¨¢s degradantes- y no hab¨ªa manera de levantarlo. El cuarto, otro animal tullido y tonto, le permiti¨® ese toreo desmayado, despegado y superficial tan habitual en su tauromaquia personal. Hasta poncinas se permiti¨® antes de vivir un momento de angustia cuando qued¨® colgado por la chaquetilla en el momento de entrar a matar.
Ni se despein¨® Manzanares ante el enfermo terminal que fue su primero y el rajado y noqueado quinto.
Y Roca Rey mulete¨® con suavidad al borreguito tercero, sin emoci¨®n alguna a pesar de la algarab¨ªa de los tendidos, y se desesper¨® pronto ante el sexto, que se movi¨® con cierta violencia en los primeros tercios y se raj¨® descaradamente al final.
Ni un puyazo -todo fue una pantomima-, ni un capotazo, ni un quite, ni un par de banderillas¡
Alguien deber¨ªa reflexionar y no pasar p¨¢gina como si se hubiera tratado de una mala tarde. Lo de Bilbao ha sido algo m¨¢s; ha sido la confirmaci¨®n de que la fiesta de los toros corre un riesgo m¨¢s serio del que imaginarse pueda.
Y el peligro es que el enemigo est¨¢ dentro. Apunten cuatro nombres: Ponce, Manzanares, Roca Rey y N¨²?ez del Cuvillo.
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