Aretha Franklin dice adi¨®s con un vestido cada d¨ªa
Detroit prepara un gran funeral negro para la artista
Aretha Franklin tiene revolucionado Detroit. La difunta reina del soul ha cumplido el mandamiento musical de que el artista se debe a su pueblo. Previo al funeral privado que se celebrar¨¢ el viernes, las puertas de la iglesia baptista de New Bethel se han abierto este jueves al mediod¨ªa para que los vecinos de Lasalle Garden, el barrio que vio crecer a la estrella, se despidieran de ella. Una fila que se extend¨ªa alrededor de siete cuadras recibi¨® el f¨¦retro gritando alegre su seud¨®nimo: "?Ree, Ree!". El martes y mi¨¦rcoles miles de admiradores pudieron verla en el Museo de Historia Afroamericana. Luciendo un vestido diferente cada jornada, la diva se ha dejado ver con una ampl¨ªsima sonrisa. El martes luci¨® de rojo con zapatos de charol a juego, el mi¨¦rcoles de celeste con calzado dorado y ayer de rosa. Para el funeral se prepara un atuendo distinto. "Puedes apostar que ser¨¢ especial", dijeron los organizadores, la familia Swanson.
Fallecida el pasado 16 de agosto a los 76 a?os, el ata¨²d lleg¨® a la iglesia en una lujosa carroza blanca de los a?os cuarenta, la misma que traslad¨® a su padre, el reverendo C. L. Franklin, en 1984, y a la famosa activista Rosa Parks. Desde que muri¨®, seguidores de distintos pa¨ªses han dejado en el templo ramilletes de flores y mensajes. Globos de color fucsia forman la palabra Respect en lo alto de la iglesia y abajo, en plateado, Aretha. "Era necesario que terminara aqu¨ª su viaje. En esta iglesia comenz¨® todo. Aqu¨ª cant¨® por primera vez Amazing Grace", explica el reverendo Bill McGill, amigo de la familia.
Sherri, de 58 a?os, fue a rendirle homenaje: "Es, sin duda, la mujer m¨¢s importante de Detroit. Ella decidi¨® quedarse en esta ciudad y hacer su trabajo desde aqu¨ª", comenta orgullosa. Ahora es su hijo de 12 quien escucha las canciones y est¨¢ aprendiendo a tocar en el piano Bridge Over Troubled Water. "Su legado no va a morir nunca", se?ala Diane, de 64 a?os. A pesar de que Franklin naci¨® en Memphis, desde los cuatro a?os vivi¨® en Detroit y siempre consider¨® esa ciudad su hogar.
La caravana a la iglesia parece la entrada a un festival. Regalan botellas de agua, venden camisetas con el rostro de Aretha, sus discos, y entre calle y calle un grupo canta espont¨¢neamente alg¨²n ¨¦xito de la "exorcista del dolor". El templo hace esquina con la calle que lleva el nombre de su padre. En ¨¦l, el reverendo C. L. Franklin pronunci¨® sus populares sermones musicales que lo convirtieron en el predicador negro m¨¢s famoso del pa¨ªs en la d¨¦cada de los cuarenta. En esas fr¨ªas banquetas, la peque?a Aretha bebi¨® del gospel hasta emborracharse de fe e inspiraci¨®n. A poca distancia est¨¢ su casa de la infancia, el epicentro de la m¨²sica afroamericana en su momento. Por ah¨ª pasaron figuras de la talla de Art Tatum y Nat Cole, Oscar Peterson, Ella Fitzgerald, Billy Eckstine y Lionel Hampton. Estaba escrito que bajo ese techo se formar¨ªa una artista que cambiar¨ªa la historia del soul.
Era necesario que terminara aqu¨ª su viaje. En esta iglesia comenz¨® todo. Aqu¨ª cant¨® por primera vez 'Amazing Grac'
Detroit no est¨¢ triste. Por el contrario, exuda fiesta: la voz de Franklin emerge de los coches, de enormes altavoces en la calle, del silbar de los transe¨²ntes. Cuando la capilla ardiente estaba en el museo, una fila en el coraz¨®n de la ciudad marcaba el ritmo de la despedida. Monjas, mendigos, ancianos con andador y guardias de seguridad se integraban entre los seguidores afroamericanos que bailaban al son de sus grandes ¨¦xitos. "Es lo que se merece una extraordinaria reina. Lo fue en vida y tambi¨¦n lo es en la vida despu¨¦s de la muerte".?
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