Solo sobrevivi¨® el cactus
En la plaza del Conde de Miranda de Madrid hay una casa con tres balcones repletos de geranios y a la derecha de sus macetas, si se mira de frente al edificio, hay adem¨¢s un cactus m¨¢s alto que yo. Cuando paseo por esta plaza, siempre creo que en el piso de las flores vive un poeta porque, ?qui¨¦n si no sabr¨ªa condensar todo un jard¨ªn en pocos metros de balc¨®n? Este mes de julio los geranios estaban exuberantes y cada vez que cruzaba la plaza y miraba los tiestos con el cactus a un lado me transportaba a alg¨²n lugar monta?oso y sideral. Sin embargo, hoy, el ¨²ltimo d¨ªa de agosto, todas las plantas de la fachada, salvo el cactus, est¨¢n secas. Los geranios ya no brotan rojos de la piedra, sino que se funden con ella como si fueran camaleones peque?os.
Entre mis prop¨®sitos para el nuevo curso est¨¢ el de colocar otra planta en mi escritorio
La ¨²ltima vez que se murieron muchas plantas en nuestra casa fue a finales del oto?o pasado, cuando naci¨® el beb¨¦. Durante las primeras semanas tras la llegada al mundo de nuestro hijo, mi marido y yo recibimos m¨¢s de una decena de ramos y de centros de flores que se marchitaban de un d¨ªa para otro porque nadie ten¨ªa tiempo para cambiar el agua de los jarrones o para regarlos. La mayor parte de las veces que consegu¨ª salir sola a la calle durante aquellos d¨ªas, fue para tirar plantas secas al contenedor de la basura. Cuando falleci¨® mi madre en 2011, ocurri¨® lo contrario. Durante varios d¨ªas, mi padre, mis hermanas y yo recibimos m¨¢s de una decena de ramos y de centros de flores en nuestra casa, pero en esta ocasi¨®n las plantas soportaron bien el paso de los d¨ªas, porque con mi madre muerta, hab¨ªa mucho tiempo para cortar un poco el tallo de las rosas con una tijera y para vaporizar suavemente la tierra de los tiestos. De todos aquellos centros que recibimos, todav¨ªa sobrevive una palmera peque?a en un rinc¨®n de la cocina de casa de mi padre y cada vez que alguien la riega, creo que est¨¢ regando a mi madre.
En balcones del centro de la ciudad he visto esos poemas vivos??que describe Kunitz
Para Stanley Kunitz, poeta y jardinero americano, cuidar plantas y escribir poemas eran actividades ¨ªntimas y similares. En The Wild Braid, un libro de entrevistas en donde el autor reflexiona sobre jardines, dice varias frases que hoy subrayo y traduzco: ¡°No hay ninguna experiencia humana que no est¨¦ relacionada con el af¨¢n, la insistencia y la energ¨ªa para vivir, crecer y dar frutos que tienen lugar dentro de un jard¨ªn¡±. ¡°Los jardines son par¨¢bolas condensadas de la existencia humana¡±. ¡°Son poemas vivos¡±; ¡°una s¨ªntesis que crea un nuevo tipo de belleza¡±.
En el centro de la ciudad, he descubierto algunos de estos poemas vivos que describe Kunitz en un pu?ado de balcones, de terrazas y en las esquinas de alg¨²n sal¨®n. En nuestro conciso intento de jard¨ªn interior hay tres plantas que sobrevivieron al nacimiento del beb¨¦: una caryota, un crot¨®n y una calathea. Las tres fueron elegidas con cuidado, a las tres hubo que buscarles un sitio y comprobar si aquel lugar era o no era un espacio natural para ellas. Antes de la caryota, hubo junto a mi escritorio un ficus al que devor¨® el pulg¨®n. El deceso del ¨¢rbol no supuso, sin embargo, la muerte de nuestro diminuto jard¨ªn porque, aunque falleciera una pieza importante de la composici¨®n vegetal, no desapareci¨® nuestra b¨²squeda de di¨¢logo y de coherencia entre los muebles y las plantas. Muri¨® el ficus, pero sobrevivi¨® la intenci¨®n de domesticar lo salvaje y de crear una ficci¨®n en un nuestro sal¨®n.
Imagino que este mes de septiembre, el poeta de la plaza de Conde de Miranda ir¨¢ al vivero para reponer los geranios y poder as¨ª resucitar su jard¨ªn. Yo tambi¨¦n quiero ir, porque aunque este verano hayan sobrevivido la caryota, el crot¨®n y la calathea, entre mis prop¨®sitos para el nuevo curso est¨¢ el de colocar una planta nueva encima de mi escritorio. La semana que viene mi hijo ir¨¢ por primera vez a la escuela infantil, y eso significa que el pr¨®ximo lunes ser¨¢ tambi¨¦n el primer lunes en muchos meses en el que volver¨¦ a tener tiempo para retomar mi novela y para regar.
Babelia
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