Jos¨¦ Mujica: ¡°Despu¨¦s de la pena de muerte, la soledad es uno de los castigos m¨¢s duros¡±
El expresidente de Uruguay protagoniza en el festival de Venecia un documental y una pel¨ªcula sobre su larga estancia en la c¨¢rcel
Las ratas siempre llegaban a la misma hora, sobre la una de la madrugada. Visitaban la celda cada noche, con id¨¦ntica misi¨®n: cazar migas. Aunque al prisionero Jos¨¦ Mujica le serv¨ªa para sentirse menos solo. Y agarrarse al contacto con la realidad. ¡°Ah¨ª ten¨ªas una referencia. Otra era el cambio de guardia. Se va generando el oficio de ser preso¡±, recuerda Mujica (Montevideo, 1935), sentado en el elegante sof¨¢ de un hotel y un festival donde parece un intruso y sin embargo es protagonista.
Insiste en que no presenta ¡°nada¡±, pero lo cierto es que dos pel¨ªculas de La Mostra hablan de ¨¦l: La noche de 12 a?os, del uruguayo ?lvaro Brechner ¨Cen la secci¨®n Horizontes, y con coproducci¨®n espa?ola¨C, recrea su odisea como preso pol¨ªtico, detenido en 1972 por pertenecer a la guerrilla de los Tupamaros, y liberado solo en 1985. El Pepe, una vida suprema, de Emir Kusturica, es un documental sobre el expresidente de Uruguay y aquella manera de ser y pensar que ha conquistado a su pa¨ªs y al mundo entero. Venecia tambi¨¦n le ha coronado como una de sus estrellas. Aunque ¨¦l dice que m¨¢s bien es ¡°estrellado¡±.
El director serbio debe de conocer bien a su amigo. As¨ª que le chantaje¨®: ¡°Si no vienes a Venecia a una rueda de prensa, yo tampoco voy¡±. Mujica dice que para no ofenderlo, y como agradecimiento hacia ambas pel¨ªculas, asumi¨® un largo viaje que cada vez le cuesta m¨¢s y le gusta menos. En un encuentro con la prensa espa?ola, mira adelante y atr¨¢s, a la pol¨ªtica y al cine, a Europa y Am¨¦rica Latina. Con humor ¨C¡°un arma defensiva brutal¡±¨C, citando a poetas y matizando siempre al final, como quit¨¢ndose importancia. ¡°Bueno, as¨ª lo veo yo¡±. A lo Mujica.?
En Am¨¦rica pasan cosas que tambi¨¦n ocurren en Europa. Pero aqu¨ª las disimulan bien
¡°Despu¨¦s de la pena de muerte, la soledad es uno de los castigos m¨¢s duros¡±, defiende. Con ella se pas¨® desde los 37 a?os hasta los 50. Sufri¨® torturas, comi¨® jab¨®n, perdi¨® los dientes, por las palizas, y a menudo la lucidez. A todo aquello, ahora lo llama ¡°peripecia¡±. ¡°Eso que nos pas¨® a nosotros es liviano. Hay much¨ªsimos que quedan por el camino¡±, agrega. No tiene muy claro c¨®mo sobrevivi¨®, pero s¨ª alguna hip¨®tesis: ¡°Cada uno se agarra a una canaleta. Cuando fui muy joven le¨ª mucho. Y en esos a?os de soledad rumi¨¦. Repensar cosas y darle vueltas no es lo mismo que leer, es reconstruir. Creo que el hombre aprende mucho m¨¢s de la adversidad, siempre que no lo destruya, que de la bonanza¡±.
Entre otras lecciones, Mujica sac¨® que la venganza de nada sirve: ¡°No s¨¦ si perdono. Pero la naturaleza nos puso los ojos hacia adelante, y hay cuentas que nadie paga, ni se debe intentar cobrarlas¡±. Fiel a ello, solo vio La noche de 12 a?os una vez ¨Cno particip¨® en el estreno en el festival, donde fue largamente aplaudida¨C. Mejor no ¡°remover los sentires¡± que le evoca hacia su madre, los soldados, sus otros compa?eros encarcelados y aquellos que ya no est¨¢n.?
Tanto aislamiento tambi¨¦n forj¨® parte de qui¨¦n es hoy. ¡°Cuando ten¨ªa un colch¨®n estaba contento. O una taza de agua. O si pod¨ªa orinar. Descubr¨ª que nos hacemos unos l¨ªos b¨¢rbaros por nada¡±, asevera. Y cita un estudio que sostiene que, a partir de ciertos niveles, las subidas del PIB ya no incrementan la felicidad: ¡°Parecer¨ªa que la sentimos cuando arreglamos cuestiones b¨¢sicas; despu¨¦s, ni bola¡±.
El poder y el estilo
¡°Cuando era joven pensaba que la lucha era por el poder. Ahora veo que la historia de los luchadores sociales y pol¨ªticos es un mont¨®n de cristales rotos, de los cuales van quedando pedacitos: las ochos horas, los derechos laborales, la jubilaci¨®n¡ me siento hermano de todo eso¡±, explica Mujica. Durante su presidencia, entre otras cosas, legaliz¨® el matrimonio homosexual y la marihuana, despenaliz¨® el aborto, y declar¨® la guerra a la pobreza y la indigencia. Aunque la oposici¨®n le acus¨® en algunas ocasiones de vaciar sus palabras ecologistas o anticapitalistas con decisiones en el sentido contrario. De sus mandatos, ¨¦l subraya ¡°agujeros¡± y sue?os no cumplidos. ¡°Habr¨ªa que nombrar al jefe de los bomberos. El presidente es un apagador de fuegos¡±, afirma.
Yo saco esta conclusi¨®n: todo lo que molesta, con lo que no se est¨¢ de acuerdo, es populista
Tambi¨¦n renunci¨® a la mansi¨®n presidencial y al 90% de su sueldo. Y se qued¨® en su casa de toda la vida, con su mujer, la pol¨ªtica y exguerrillera Luc¨ªa Topolansky, y su adorada perra Manuela. El reciente fallecimiento del animal le hizo reflexionar sobre la muerte. Y tal vez de ah¨ª venga el adi¨®s su esca?o en el Senado: ¡°A veces sent¨ªs que est¨¢s haciendo un papel que ya no te motiva. Est¨¢s estorbando, como un ¨¢rbol viejo que no deja ver los que hay abajo¡±.
Si ha dejado atr¨¢s la pol¨ªtica activa, hablar de ella a¨²n enciende su pasi¨®n. Preguntado por las crisis en Venezuela y Nicaragua, responde: ¡°En Am¨¦rica pasan cosas que tambi¨¦n ocurren en Europa. Pero aqu¨ª las disimulan bien. A la Wolkswagen le meten una multa de 7.000 millones de d¨®lares y no hay nadie preso, siguen andando fen¨®meno. No me vengan con que Am¨¦rica est¨¢ llena de defectos y Europa es correct¨ªsima. No estoy defendiendo la deformaci¨®n que tenemos, digo que est¨¢ presente en el mundo que vivimos¡±. Y ante una pregunta sobre el auge del populismo, pone en duda la propia cuesti¨®n: ¡°Esa palabra no la utilizo porque la usan para un barrido y un fregado. Son populistas en Nicaragua, y los que votan en Alemania por la derecha medio neonazis. Entonces, es cualquier cosa. Yo saco esta conclusi¨®n: todo lo que molesta, con lo que no se est¨¢ de acuerdo, es populista¡±.
Partidario de la UE
Mujica s¨ª apoya con convicci¨®n el proyecto de la Uni¨®n Europea, pese a sus ¡°defectos¡±: ¡°El ser humano es el ¨²nico bicho que tropieza con las mismas piedras. Los ¨²ltimos mil a?os Europa vivi¨® en guerra y ahora parecen olvidarlo. Ya me gustar¨ªa tener algo as¨ª en Am¨¦rica Latina¡±. Y de Espa?a sostiene que tiene ¡°varios problemas con la memoria¡±, y que pervive su eterna contradicci¨®n entre el pa¨ªs de ¡°charanga y pandereta¡± y el de ¡°rabia e ira¡±. ¡°La Espa?a feudal a¨²n est¨¢ muy fuerte¡±, remata. Y respecto a las turbulencias con Catalu?a, asegura: ¡°El nacionalismo de los chicos es algo bueno porque sirve para formar car¨¢cter e identidad. Pero cuando se exacerba se transforma en peligroso. Ahora bien: una cosa es el nacionalismo de un pa¨ªs chico y otra el de uno grande y de terror para los vecinos¡±.
La ¨²ltima pregunta indaga en la huella de Mujica, a sus 83 a?os. ?l le resta importancia: ¡°?Qu¨¦ es el legado de un tipo en el universo? Somos menos que un piojo. El legado es haber vivido al mango, con aciertos y con errores. Triunfar no es tener plata, es levantarse cada vez que uno se cae¡±. A escasos kil¨®metros, la alfombra roja de Venecia prepara otro desfile de estrellas. A saber cu¨¢ntas est¨¢n de acuerdo con el estrellado.
Los 'cowboys' tambi¨¦n lloran
La Mostra est¨¢ demostrando que el w¨¦stern, lejos de ser un g¨¦nero en desuso, tiene una salud envidiable. Tras los hermanos Coen, ayer fue el franc¨¦s Jacques Audiard, responsable de Un profeta o Dheepan, quien obtuvo aplausos con The Sisters Brothers, otra pel¨ªcula sobre los d¨ªas del Lejano Oeste ¨Cpese a haber estado rodada en Arag¨®n, Navarra y Almer¨ªa¨C, que fue acogida con aplausos en la secci¨®n competitiva. El debut de Audiard en ingl¨¦s est¨¢ ambientado en 1851, en plena fiebre del oro, y protagonizado por los hermanos del t¨ªtulo, dos asesinos a sueldo a quienes interpretan Joaquin Phoenix y John C. Reilly. Jake Gyllenhaal y el pujante Riz Ahmed completan el reparto en papeles secundarios.
Inspir¨¢ndose en la novela hom¨®nima de Patrick deWitt, Audiard firma una interesante relectura de los c¨®digos del western, dotando de vida interior a sus habituales arquetipos. Sus cowboys no solo son brutos con facilidad para desenfundar sus rev¨®lveres, sino tambi¨¦n hombres con fragilidades, frustraciones y una clara necesidad de afectos. La identidad estadounidense se ha explicado demasiadas veces a trav¨¦s del trillado conflicto entre el hombre y la frontera. Audiard dice que en ese mito fundacional tambi¨¦n hubo vulnerabilidad, avaricia y estupidez, adem¨¢s de desmontar el mito de la masculinidad f¨¦rrea de sus protagonistas.
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