El regreso a la calma de Cat Power
La cantante vuelve con ¡®Wanderer¡¯, oda al poder de la mujer
Cuando, tras seis a?os de silencio discogr¨¢fico, toda una eternidad en el mundo actual en el que no generar informaci¨®n equivale a dejar de existir, se supo que Cat Power telonear¨ªa a Lana del Rey durante pr¨¢cticamente toda su gira europea la pasada primavera ¡ªcon paradas en Madrid y Barcelona¡ª, saltaron todas las alarmas: ?iba a convertirse el atormentado icono de los noventa ¡ªy los dos mil¡ª, la chica triste que entraba y sal¨ªa de centros de rehabilitaci¨®n y embrujaba con ¨¢lbumes repletos de canciones con la profundidad de abismos, que dol¨ªan ¡ªtal era su capacidad de exposici¨®n¡ª como objetos punzantes, en mero condimento de la multitudinaria gira de la diva neoyorquina?
Qui¨¦n sab¨ªa entonces, cuando la ¨²nica informaci¨®n que de Chan Marshall se ten¨ªa la subministraba ella misma a trav¨¦s de su cuenta de Instagram. Fue as¨ª como el mundo supo que hab¨ªa sido madre. El 28 de abril de 2015 se lamentaba de no haberse enterado antes de la muerte de Fred?die Gray, un joven negro, a manos de la polic¨ªa en Baltimore, porque acababa de tener un beb¨¦ y acababa de salir del hospital, donde hab¨ªa estado por completo desconectada de todo. De hecho, fue tambi¨¦n a trav¨¦s de una red social ¡ªTwitter¡ª que pudo saberse que Wanderer, su d¨¦cimo disco, estaba en camino. Lo anunci¨® ella misma el pasado 18 de julio. Se publicar¨¢ el 5 de octubre.
El primer adelanto ha llegado hace apenas unos d¨ªas. Lleva por t¨ªtulo ¡®Woman¡¯, cuenta con los coros de Lana del Rey y es, adem¨¢s de una declaraci¨®n de intenciones m¨¢ntrica (la letra es una oda al empoderamiento femenino), una vuelta a la calma y a aquello que ella misma consider¨® soulternative, el sonido que explot¨® en el disco que marc¨® la cima de su carrera, The Greatest (2006); es decir, Chan hipnotizando con su voz quebrada, la Nina Simone de un doloroso posgrunge, rodeada de una aparente jam soul que a ratos se volv¨ªa no tan da?ado abismo (The Greatest, Love & Communication) y que le vali¨® su pase definitivo a las listas de lo mejor del a?o en todo el mundo.
Se nota por el tono del ¨¢lbum, menos intratable aunque igualmente abismal, que ha logrado poner en orden su vida
Marshall, nacida en 1972 en Atlanta e hija de padres divorciados ¡ª¨¦l, pianista de blues¡ª, pas¨® su infancia y, peor a¨²n, su adolescencia de un lado a otro, cambiando una y otra vez de colegio e instituto ¡ªuna pesadilla para cualquiera no acostumbrado a ser el centro de atenci¨®n¡ª, y si se mantuvo a flote, ha dicho en alguna ocasi¨®n, fue gracias a los discos de su padrastro, discos de Otis Redding, Creedence Clearwater Revival y los Stones. A los 20 se instal¨® en Nueva York y al poco estaba tocando en el m¨ªtico CBGB y produciendo sus dos primeros discos a la vez, los espinosos Dear Sir (1995) y Myra Lee (1996), junto a Steve Shelley, el bater¨ªa de Sonic Youth, y Tim Foljahn.
Aquellos primeros asaltos ¡ªal que no tardar¨ªa en sumarse What Would The Community Think (1996)¡ª eran todo oscuridad y tormento, una suerte de noise-folk extremadamente lo-fi. Sus directos eran pr¨¢cticamente insoportables, por el alt¨ªsimo grado de exposici¨®n ¡ªo autodestrucci¨®n¡ª de la propia Chan, que en los a?os que vendr¨ªan hizo de su dolor tres poderosas cumbres: el a¨²n poco accesible Moon Pix (1998); el magistral The Covers Record (2000), casi un g¨¦nero en s¨ª mismo, el de la versi¨®n irreconocible ¨¤ la Marshall, y You Are Free (2003), el disco que la llev¨® por plat¨®s de late-shows embutida en enormes camisas a cuadros y luciendo su ya cl¨¢sico flequillo tapaojos y una melena capaz de ocultar el horror del momento ¡ªsu p¨¢nico esc¨¦nico era entonces evidente¡ª a interpretar al piano ¡®I Dont¡¯ Blame You¡¯.
Precisamente es con el ¨¢lbum You Are Free con el que m¨¢s dialoga Wanderer, una vuelta a la calma, no tan tormentosa, tras el desv¨ªo electr¨®nico que supuso ahora hace seis a?os Sun (2012). De hecho, Robbin Hood podr¨ªa considerarse la nueva ¡®Werewolf¡¯ y ¡®Me Voy¡¯ estar¨ªa a la altura del cl¨¢sico ¡®Maybe Not¡¯. Parece que tras a?os de caos, momentos de sobreexposici¨®n y regresos a la oscuridad m¨¢s absoluta; de rodar con Wong Kar-Wai (My Blueberry Nights) y posar para Chanel (Karl Lagerfeld la convirti¨® en su musa despu¨¦s de verla fumar un cigarrillo, porque no hab¨ªa criatura en la Tierra, dijo, m¨¢s hermosa que ella fum¨¢ndose ese cigarrillo) y Levi¡¯s a intentar desaparecer (quiso quitarse la vida en 2006 y acab¨® en el psiqui¨¢trico); de enamorarse y creer que la cosa iba en serio (el afortunado, Giovanni Ribisi) a perderle primero a ¨¦l y despu¨¦s su casa, quedarse en la calle y que no sirviera de nada tener un segundo disco de versiones (no tan bueno) en la calle (Jukebox), Chan ha decidido volver al punto de partida.
Se nota por el tono del ¨¢lbum, menos intratable aunque igualmente abismal, que ha conseguido poner en orden su vida ¡ªen la que ya no son solo ella y sus tres perros, Paloma, Abuelo y Mona, sino tambi¨¦n el peque?o Marshall¡ª, por el momento. Si sus directos seguir¨¢n siendo imprevisibles bombas de relojer¨ªa ¡ªsus problemas con el alcohol sol¨ªan mantener a su p¨²blico en vilo durante los conciertos; en Joy Eslava, hace unos a?os, parec¨ªa m¨¢s preocupada por no caerse del par de zapatos de hombre enormes que se hab¨ªa puesto que por los abucheos del p¨²blico¡ª o no, lo comprobaremos en breve. En noviembre pasar¨¢ por Barcelona, Madrid y Benidorm. Sea cual sea el caso, hace un par de d¨ªas colgaba en su Instagram la foto de un ejemplar en franc¨¦s de La Balada del Caf¨¦ Triste, de Carson McCullers, y apostillaba: ¡°Mi vida¡±. Pues eso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.