La ¨¦pica del fracaso

Como bien sabe cualquier aficionado al deporte, no todas las derrotas son un fracaso. Incluso en el mayor de los desastres puede haber una ¨¦tica y una est¨¦tica, que no llegan a alcanzar la categor¨ªa de victoria, pero que suponen entrar de lleno en territorios mucho m¨¢s complejos y fascinantes. El del atrevimiento hasta la desmesura; el del anhelo hasta lo ilusorio; el de la m¨¢xima confianza en uno mismo, incluso hasta el rid¨ªculo.

El caso real de Donald Crowhurst, marino aficionado e inventor, que en el oto?o de 1968 inici¨® una carrera a bordo de su trimar¨¢n en pos de la vuelta al mundo en solitario m¨¢s r¨¢pida de la navegaci¨®n, ya hab¨ªa dado pie a una cr¨®nica de investigaci¨®n period¨ªstica, publicada en 2016, y ahora a una pel¨ªcula. Sus t¨ªtulos, The strange last voyage of Donald Crowhurst y The mercy, respectivamente, no pueden ser m¨¢s distintos en tonos y objetivos. Y, sin embargo, cu¨¢nto sentido tienen ambos, pues la extra?eza y la piedad son los sentimientos que inspiran su odisea, y los que est¨¢n en la base de la misma historia.

Que la distribuidora espa?ola de The mercy haya decidido rebautizarla aqu¨ª con el melodram¨¢tico y algo pomposo Un oc¨¦ano entre nosotros no deber¨ªa distraernos de lo esencial: que la pel¨ªcula se aleja del habitual relato ¨¦pico, y que James Marsh, su director, a partir de un guion de Scott Z. Burns (El ultim¨¢tum de Bourne, Contagio), sabe desechar lo m¨¢s elemental y superfluo del caso, para acabar desarrollando lo m¨¢s interesante: el precio a pagar por el anhelo; la imposible salida ante la impostura, la mentira p¨²blica, y sus consecuencias interiores y exteriores; la reflexi¨®n sobre los medios de comunicaci¨®n, y, sobre todo, la denuncia de la masa codiciosa de carne informativa de espectacular carga emocional, pese a quien pese.

Con un soberbio reparto, en el que todos los int¨¦rpretes est¨¢n perfectos, desde sus dos magn¨ªficos protagonistas (Colin Firth y Rachel Weisz) hasta los de m¨¢s corto papel (Ken Scott, Simon McBurney), Un oc¨¦ano entre nosotros quiz¨¢ abuse de las citas c¨¦lebres en sus notables di¨¢logos del primer acto, pero revela a un director mucho menos relamido que en su exitosa pero afectada La teor¨ªa del todo (2014). Un Marsh mucho m¨¢s cercano al meollo de dos de sus documentales, Man on wire (2008) y Proyecto Nim (2011), otras dos historias reales capaces de concitar, como esta, el alcance de la extra?eza, el valor de lo imposible y un llamativo sentido de la candidez.