Una calidad del alma
?ngel S¨¢nchez Rivero (1888-1930) analiza en sus ensayos la civilizaci¨®n, el fascismo, la democracia...
Una vez que la p¨¦rdida del papel de los intelectuales ha alcanzado el rango de tema acad¨¦mico, ya no creemos vigente la escena iluminada por los focos desde la que un se?or pensador difunde su meditaci¨®n con altavoces. El momento ¨¢lgido de esa representaci¨®n ¡ªen Espa?a¡ª quiz¨¢ fueron los a?os veinte: el incontenible Unamuno, el Ortega perejil de todas las salsas que fueran aderezo de modernidad. Pero todav¨ªa es m¨¢s raro, entonces y ahora, otro tipo de intelectual, uno que desde el silencio del estudio, desde la penumbra de la timidez se resiste a su conversi¨®n en personaje, y gracias, justamente, a ese apartamiento, alcanza a reconocer condiciones significantes del propio tiempo que los otros, danzantes en el v¨®rtice del tornado hist¨®rico, no pueden ver. Ninguno en este punto como ?ngel S¨¢nchez Rivero (Madrid, 1888-1930), cuyos ensayos completos nos ofrece ahora esta magn¨ªfica edici¨®n de Enrique Selva. S¨¢nchez Rivero, adem¨¢s, muri¨® antes de cumplir los 40 a?os, as¨ª que la fatalidad acab¨® cooperando con aquel temple ¨ªntimo para lograr una obra maestra de la invisibilidad. Y sin embargo¡ ?Ah, los sin embargos! S¨¢nchez Rivero es, en virtud de un pu?ado de ensayos publicados de 1927 a 1930 en Revista de Occidente y de unas anotaciones que luego fue sacando Jarn¨¦s all¨ª mismo ese otro, pensador contemplativo, sin papel, sin escena, pero capaz por eso mismo de apuntar con sagesse y finesse incomparables a los n¨®dulos significantes del tiempo: la democracia, la civilizaci¨®n, el fascismo.
Archivero y bibliotecario en el Bilbao de Hermes y del Lyon d¡¯Or, trabaj¨® luego en el extraordinario Gabinete de Estampas de la Biblioteca Nacional y public¨® un tomito sobre Los grabados de Goya. Ejerci¨® la cr¨ªtica de arte en el semanario Espa?a y prefiri¨®, en ese campo, una modernidad casi dorsiana, que en el batiburrillo de la Sociedad de Artistas Ib¨¦ricos (cuyo manifiesto firm¨®) vio representada por V¨¢zquez D¨ªaz, Solana, Crist¨®bal Ruiz¡ Antes de la famosa exposici¨®n de la SAI de 1925, Rivero march¨® a Italia, donde encontrar¨ªa a su mujer, Angela Mariutti, con la que compuso una edici¨®n del Viaje de Cosme III de M¨¦dicis por Espa?a. A su vuelta, public¨® ese pu?ado de ensayos ¡ªLas ventas del ¡®Quijote¡¯, Vida de Disraeli y, sobre todo, Correo de Venecia¡ª en los que su invisibilidad personal resulta un particular modo de comprensi¨®n. Aun as¨ª y desde su inicial orteguismo, le dio tiempo a una especie de revuelta cr¨ªtica tras la que concret¨® en el fetichismo de la cultura y en el mito del progreso las dos fugas que, tras la Gran Guerra, hab¨ªan hecho zozobrar la nave moderna en un mar de contradicciones. ?l mismo se hab¨ªa internado por caminos intelectualmente abandonados, entre ellos, el de la religi¨®n; es ah¨ª donde se pudo reconocer a s¨ª mismo al encontrarse con un Nietzsche (Sobejano en su Nietzsche en Espa?a consider¨® a Rivero su mejor int¨¦rprete espa?ol) que no era el fabricante de los conceptos famosos con los que juegan las discusiones acad¨¦micas, sino alguien o algo muy distinto, a lo que llam¨® ¡°una calidad del alma¡±.
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Autor:??ngel S¨¢nchez Rivero (edici¨®n de Enrique Selva).
Editorial: Pre-textos (2018).
Formato: tapa blanda (440 p¨¢ginas).
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