Acusaciones de robo y censura centran la v¨ªspera del voto europeo sobre el ¡®copyright¡¯
El Parlamento de Estrasburgo celebra el debate previo a la decisi¨®n final sobre la reforma del derecho de autor en la Red, que ya rechaz¨® en julio
Las bandejas de correo electr¨®nico de los eurodiputados est¨¢n llenas de spam. Los lobbies ya han tocado casi todas las puertas. Ahora los ojos est¨¢n fijos sobre dos botones colocados en cada esca?o del Parlamento Europeo. S¨ª o no. Reforma de derechos de autor o statu quo. Tras dos a?os de debates de alto voltaje, pocos son los parlamentarios que todav¨ªa no han tomado posici¨®n sobre uno de los asuntos m¨¢s controvertidos que la Euroc¨¢mara recuerde. Por eso, el debate de hoy martes, la antesala de la votaci¨®n de este mi¨¦rcoles, fue m¨¢s el gran desahogo final que un instrumento dial¨¦ctico para alterar voluntades.
?Qu¨¦ hay en juego con la votaci¨®n de la nueva norma del copyright? Dos visiones de Internet chocan estos d¨ªas en Estrasburgo. Los autocalificados como defensores de los creadores, con el apoyo de PP y PSOE, son favorables a que agregadores de noticias como Google News paguen a las compa?¨ªas editoras de prensa si reproducen publicaciones de sus medios ¡ªart¨ªculo 11¡ª. En medio de la crisis cr¨®nica del sector, la medida aparece tambi¨¦n como una forma de financiar periodismo de calidad en tiempos de noticias falsas. Adem¨¢s, en el apartado m¨¢s pol¨¦mico, el 13, pretenden responsabilizar a los portales que almacenan, optimizan y difunden contenidos de usuarios con fines comerciales (como YouTube) por el material que suban los internautas. La propuesta busca obligar a estas compa?¨ªas a firmar acuerdos de licencia con los due?os de las obras e implementar medidas como filtros que eviten que se lancen a la Red contenidos protegidos sin autorizaci¨®n.
"La propiedad que ya protegemos en el mundo offline hay que protegerla ahora online. Se est¨¢n violando los derechos de propiedad intelectual. Es un robo cultural. Necesitamos un equilibrio adecuado. No se trata de destruir Internet como se ha dicho en la gran campa?a que ha habido", ha recalcado Axel Voss, eurodiputado popular y ponente de la iniciativa.
Este grupo perdi¨® en la votaci¨®n de julio por 40 votos: entonces 318 parlamentarios se expresaron en contra de la ley, 278 a favor y 31 se abstuvieron. La victoria fue de los autodenominados defensores del Internet libre, quienes consideran la reforma un modo de legalizar la censura preventiva. Temen que introducir filtros tecnol¨®gicos cuyo funcionamiento nadie conoce por completo abra la puerta a un poder hasta ahora vedado: el de controlar un universo libre como Internet, una posibilidad m¨¢s propia de una novela de George Orwell. "Hay algoritmos que pueden eliminar todo aquello susceptible de ser un riesgo, incluyendo contenidos legales. Si eso no es censura, d¨ªganme qu¨¦ es", ha advertido la socialista brit¨¢nica Catherine Stilher. Esas predicciones se ven desde el otro lado como apocal¨ªpticas y alejadas de la intenci¨®n real de la modificaci¨®n legal: la protecci¨®n de la cultura europea.
Los detractores de la reforma desconf¨ªan de que los creadores acaben siendo los verdaderos ganadores del cambio legislativo. Argumentan que artistas y periodistas no ser¨ªan los beneficiarios de la actualizaci¨®n de la directiva, sino solo las grandes corporaciones editoriales, como la alemana Axel Springer, o de la industria musical, como Sony y Warner. Algunos incluso van m¨¢s all¨¢ y reducen el debate de fondo a un duelo de titanes entre grupos de medios y plataformas tecnol¨®gicas.
La discusi¨®n ha creado extra?os compa?eros de cama.Los partidos situados m¨¢s a la izquierda del arco parlamentario, como Los Verdes y GUE ¡ªel grupo de Podemos¡ª marchan hombro con hombro?en su rechazo a la directiva junto a los ultraconservadores polacos y las grandes tecnol¨®gicas que facturan miles de millones de euros al a?o. Los socialistas franceses caminan con los populares alemanes. En muchos casos, las posturas son m¨¢s un¨¢nimes entre los eurodiputados de un mismo pa¨ªs que entre los de la misma ideolog¨ªa. Aunque Lola S¨¢nchez Caldentey, eurodiputada de Podemos, sugiere que la votaci¨®n depender¨¢ sobre todo de c¨®mo quede el pol¨¦mico art¨ªculo 13 tras las enmiendas.
Horas antes de la votaci¨®n, Wikipedia ha oscurecido el logo de su p¨¢gina en Italia como se?al de protesta contra lo que estima el fin del libre acceso al conocimiento. De nada ha servido que Voss insistiera una y otra vez en que la normativa no afecta en absoluto a la enciclopedia online. Y en el desfile de ¨²ltima hora han aparecido personalidades como el rapero haitiano Wyclef Jean. "He ganado mucho dinero con canciones de ¨¦xito como Hips Don't Lie, pero ahora estoy en el otro lado", ha afirmado en Estrasburgo. El m¨²sico ha recordado que ¨¦l empez¨® vendiendo sus discos expuestos en el maletero de su coche. Y cree que ahora no se debe cobrar a los que utilicen su m¨²sica sin permiso, sino animarles a que expongan su talento en el gran maletero virtual de YouTube y otras plataformas, con muchas m¨¢s miradas potenciales observando que a pie de calle. Los cr¨ªticos no lo ven claro: responden que es f¨¢cil ser partidario del libre albedr¨ªo de contenidos despu¨¦s de acumular millones de d¨®lares, pero que los peque?os artistas resultan perjudicados.
La directiva actual, una antigualla de 2001, en la infancia de Internet, prolongar¨ªa su vida ¨²til en caso de que los europarlamentarios volvieran a rechazar su reforma. Si la aprueban, ser¨ªa el momento de que los Estados miembros le dieran su visto bueno antes de volver para una ¨²ltima votaci¨®n final en la Euroc¨¢mara. Los bandos reconocen que el debate rebasa lo t¨¦cnico y se ha tornado emocional. Con unos denunciando amenazas de muerte y otros acus¨¢ndoles de utilizar el victimismo como arma de campa?a. Con los grupos divididos y partidos casi a la mitad en algunos casos, ni siquiera entre aquellos que llevan a?os peleando a favor y en contra existe certitud sobre si la reforma saldr¨¢ adelante. "Es imposible decir que pasar¨¢. Si alguien te da su pron¨®stico, no le creas", afirma uno de los lobistas m¨¢s activos.
Babelia
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