Entre lo obvio y lo nunca visto
Paulo Leminski, un autor de ¨¦xito en Brasil, alcanz¨® su equilibrio recurriendo al haik¨², que incorpor¨® a su obra humor¨ªsticamente
Con el l¨¢piz rodeo sus poemas sin despegar la punta de la hoja y me salen charcos. En algunos chapoteo m¨¢s que en otros. Leo: Una vida es corta / para m¨¢s de un sue?o.
Paulo Leminski (1944-1989), samur¨¢i de ascendencia polaca y mostacho beat, muri¨® de cirrosis a los 45 a?os en su Curitiba natal, siendo un poeta de culto que alcanz¨® la fama. De hecho, en Brasil es un autor con mucho ¨¦xito. En Espa?a, en cambio, apenas se le conoce pese a la inestimable contribuci¨®n de la editorial Kriller71 (Yo iba a ser Homero), a la que hoy se suma la de Vaso Roto, con la antolog¨ªa Todo me fue dado. T¨ªtulo pertinente si consideramos que lo que no absorbi¨® su h¨ªgado lo absorbi¨® su escritura, donde convergen, con afortunados desv¨ªos, tantas sensibilidades: la de las viejas f¨¢bulas, el humor modernista de Oswald de Andrade (poema-piada), el concretismo, la cultura zen, los esl¨®ganes y canciones pop.
Algunos datos de tipo biogr¨¢fico ya nos adelantan su apertura de miras: seg¨²n se nos dice en el pr¨®logo, Paulo Leminski ingres¨® precozmente en el monasterio de S?o Bento, familiariz¨¢ndose muy pronto con el griego y lat¨ªn, pero sus anhelos de clausura duraron poco, como todo en la adolescencia. Ya con 24 a?os viaj¨® a Belo Horizonte para asistir a la Semana Nacional de Poes¨ªa de Vanguardia, evento en el que conoci¨® a los hermanos Augusto y Haroldo de Campos y que marcar¨ªa su ingreso en la literatura. Se gradu¨® en Derecho y Letras, pero su paso por la academia fue igualmente fugaz. De vocaci¨®n autodidacta y disciplina yudoca (era cintur¨®n negro), lleg¨® a grabar un tema con Caetano Veloso (Verdura, 1980) y a ejercer de publicista. Tambi¨¦n tradujo a John Lennon, Mishima y Joyce, coment¨® el Satyricon de Petronio y las Metamorfosis de Ovidio, adem¨¢s de ser bi¨®grafo por encargo de grandes figuras, de Jesucristo al l¨ªder revolucionario Trotski, aunque donde mejor expuso su erudici¨®n fue en Catatau (1975), su primer libro. Se trata de una verborrea deliciosa en la que un hipot¨¦tico Descartes se enfrenta con sus lentes a un tr¨®pico ingobernable. En este caso, el exotismo se plantea como un brutal malentendido que nace de combinar un instrumento de precisi¨®n, de los que reducen y ampl¨ªan distancias (la ¨®ptica), con una hierba que m¨¢s bien las distorsiona (la marihuana). No en vano, Catatau est¨¢ lleno de ¡°refracciones, difracciones, desv¨ªos, que inciden sobre las palabras, las oraciones, el lenguaje y la l¨®gica¡±, a la par que escenifica el deseo de esa explicaci¨®n que nunca llega.
El poeta brasile?o, samur¨¢i de ascendencia polaca y mostacho beat, muri¨® de cirrosis a los 45 a?os en su Curitiba natal
A la espera de que alg¨²n editor-kamikaze rescate este monumento al lenguaje, podemos recurrir a sus poemas, mucho m¨¢s accesibles. En este caso, la selecci¨®n pertenece a varios libros (Quarenta clics em Curitiba, Caprixos e relaxos, Distra¨ªdos venceremos, La vie en close, O ex-estranho, Winterverno¡) donde su citada erudici¨®n aparece asombrosamente destilada, en composiciones breves que suenan a esto:
?qu¨¦ puede ser aquello
a lo lejos, en lo azul, tranquilo?
si nube, ?por qu¨¦ permanece?
monta?a,
?por qu¨¦ vacila?
Al Leminski poeta se lo sit¨²a con frecuencia en la intersecci¨®n de dos tradiciones que en Brasil han sido supuestamente antag¨®nicas. La primera ser¨ªa el concretismo, que en la segunda mitad del siglo pasado acus¨® recibo del crecimiento urban¨ªstico y los nuevos medios de comunicaci¨®n, con poemas siempre atentos a la dimensi¨®n gr¨¢fica de las palabras, su sem¨¢ntica y sonidos. La segunda, algo posterior, ser¨ªa la llamada generaci¨®n marginal, cuyos integrantes (Torquato Neto, Chacal, Francisco Alvim¡) reaccionaron a la dictadura con un renovado vitalismo que consist¨ªa en vivir po¨¦ticamente y plasmarlo sin retraso ni filtros, en publicaciones clandestinas y muchas veces escritas a mano. En este contexto, la prioridad era capturar lo inmediato, siendo fiel al registro de las percepciones, lo que para Leminski iba a ser un reto pues la escritura nunca es papel carb¨®n de la experiencia si acaso su traducci¨®n, como defendi¨® otra de sus coet¨¢neas, la gran poeta Ana Cristina C¨¦sar, y como ¨¦l mismo dio a entender en el siguiente texto, que traduzco con la ayuda del editor An¨ªbal Cristobo.
¡°Ser¨ªa demasiado ciertamente suponer que ya no preciso de la realidad. Ser¨ªa?demenosiado sospechar siquiera que la realidad, esa vieja se?ora, pueda ser la verdadera madre de estos decires tan callados.
Es cuando la vida va
Es cuando como casi
O no, qui¨¦n sabe¡±.
Como deja ver la presente antolog¨ªa, Paulo Leminski alcanz¨® su equilibrio recurriendo al haik¨², pr¨¢ctica nada ajena a un pa¨ªs con una importante presencia nipona, y que ¨¦l incorpor¨® a su obra humor¨ªsticamente, como esa tercera pata que le permiti¨® combinar la exigencia formal que tanto defend¨ªa el concretismo con el registro vivencial de los citados poetas marginales y a?adir vientos, oto?os y¡ ?hojas de lechuga! Jos¨¦ Javier Villarreal contextualiza dicha influencia con la gravedad cr¨ªtica que debi¨® echar de menos en la antolog¨ªa original
(Toda poesia, Companhia das Letras), orientada a hacer de Paulo Leminski una figura carism¨¢tica, de las que aspiran a llenar camisetas, y eso que crey¨¦ndose Homero se descubri¨® como un peque?o poeta de provincias. Su pasi¨®n por conciliar extremos le permiti¨® incluso esto: ser megal¨®mano y humilde a un solo tiempo. Y para muestra el siguiente poema:
las manos que escriben esto
un d¨ªa iban a ser sacerdote
transformando el pan y el vino a?ejo
en la carne y sangre de cristo
hoy transforman palabras
en una mezcla entre lo obvio y lo nunca visto
COMPRA ONLINE 'TODO ME FUE DADO'
Autor:?Paulo Leminski (edici¨®n de Jos¨¦ Javier Villarreal).
Editorial:?Vaso Roto (2018).
Formato: tapa blanda (304 p¨¢ginas).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.