Las facturas del pasado

El cine del director iran¨ª Asghar Farhadi no ha precisado apuntarse a modas vacuas y ef¨ªmeras, como la jocosa consideraci¨®n por parte de la cr¨ªtica de que casi todo lo que se filmaba en ese pa¨ªs hab¨ªa sido bendecido por los dioses, que sus creadores permanec¨ªan en estado de gracia y representaban la gran esperanza para la supervivencia del gran cine. La personalidad que desprende la obra de este poderoso, complejo y aut¨¦ntico creador va por libre, ser¨ªa reconocible en cualquier lugar, habla del anverso y el reverso de los seres humanos, de los vaivenes y las simas de su conducta en funci¨®n de las circunstancias, de algo obsesionante y condicionante llamado pasado y la inaplazable factura que exigir¨¢, de que todo dios alberga al mismo tiempo zonas de luz y de sombra. Es atractivo e hipn¨®tico todo lo que lleva su firma pero toc¨® el cielo en una obra maestra titulada Nader y Simin, una separaci¨®n. Constaten esa evidencia. Escuch¨¢ndola en farsi, por supuesto, sin esa barbaridad de doblar una obra de arte.

Han reconocido internacionalmente la singularidad y el talento de este se?or con dos Oscar y multitud de premios. Lo cual facilita que pueda rodar en otros mundos, otros ¨¢mbitos. Pero su inconfundible sello permanece, se hace entender en cualquier lengua, habla de los sentimientos. Dirigi¨® en Francia la densa y terrible El pasado. Y Todos lo saben est¨¢ ambientada en un pueblo de Madrid. Cuenta que la angustiosa historia (siempre lo son en su cine) se le ocurri¨® hace a?os durante un viaje por Espa?a en compa?¨ªa de su familia y en el que su hija peque?a sinti¨® pavor al ver carteles con la imagen de un ni?o que hab¨ªa desaparecido.

Esa noticia, con capacidad para provocar el escalofr¨ªo incluso en los glaciares, la posibilidad de que alguien haya podido cebarse con los seres m¨¢s indefensos, le sirvi¨® de inspiraci¨®n a Farhadi para un relato muy negro que se inicia con una celebraci¨®n, el reencuentro familiar, el retorno provisional a las antiguas ra¨ªces de una mujer que emigr¨® a Argentina y cre¨® una familia.

El motivo es la boda de su hermana peque?a. El d¨ªa y la noche transcurren gozosos, et¨ªlicos, bailones, todo es euforia compartida, algo nada habitual en el inquietante cine de Farhadi. La fiesta se interrumpe brutalmente al constatar que la hija de la emigrada ha desaparecido. La han secuestrado y resulta transparente que los autores pertenecen a ese entorno. A partir de ese giro tr¨¢gico, Farhadi retorna a una tem¨¢tica que domina con pulso maestro. Es el esplendor del sufrimiento, las dudas, la sospecha de que cualquiera puede ser el culpable, de que tiempo atr¨¢s ocurrieron cosas trascendentes y relaciones intensas que pueden haber marcado a perpetuidad entre esa comunidad aparentemente tan bien avenida, que en el fondo todo el mundo intuye o sabe lo que nadie se atreve a expresar.

Es una narraci¨®n dura, tensa y realista de la que no puedo desentenderme en ning¨²n momento, en posesi¨®n de clima y misterio, describiendo sentimientos al l¨ªmite, transmitiendo y contagiando la zozobra, el miedo, la incertidumbre y la sospecha de gente cuya vida se torci¨® hace tiempo, llena de secretos y de cicatrices. La crema de los int¨¦rpretes espa?oles, con el lujo a?adido de Ricardo Dar¨ªn, se entrega con sensibilidad y convicci¨®n al arte del persa torturado, de ese humanista consciente de que todo dios posee sus razones aunque la consecuencia de sus actos pueda ser devastadora.