Jack Lamb, el esp¨ªa que vino de la tienda de bocatas
Salamandra publica ¡®Caballos lentos¡¯, la primera entrega de una serie de espionaje con la que Mick Herron ha revolucionado el g¨¦nero

Hay un momento en la acci¨®n sucia y precisa de Caballos lentos en el que uno de los esp¨ªas le dice a otra que est¨¢n aplicando ¡°Leyes de Londres¡±. Traducido al lenguaje com¨²n: siempre paga alguien. Aseg¨²rate de no ser t¨²¡±. Esta visi¨®n despiadada del d¨ªa a d¨ªa de los servicios secretos es solo un ejemplo de las virtudes de esta novela de esp¨ªas que no se parece a ninguna novela de esp¨ªas. El escritor brit¨¢nico Mick Herron inici¨® con esta historia, que ahora publica Salamandra Black con una excelente traducci¨®n de Enrique de H¨¦riz, la serie de Jack Lamb, un borrachuzo, fumador empedernido, obeso y flatulento irremediable del que poco sabemos m¨¢s all¨¢ de que por alguna raz¨®n ha ca¨ªdo en desgracia, que su pasado fue glorioso o al menos no tan gris y que es mucho mejor agente de lo que puede parecer a simple vista.
Pueden leer aqu¨ª el primer cap¨ªtulo de Caballos lentos.
Pero, ?de qu¨¦ va todo esto? La novela se inicia con la ca¨ªda en desgracia de River Cartwright, un joven agente que lo ten¨ªa todo para triunfar, incluido un abuelo que fue el jefe del tinglado. Pero el bienintencionado Cartwright lo estropea y termina en La casa de la ci¨¦naga, un reducto de perdedores de la peor clase, adictos a la soledad, a internet o al sexo, gente que se supon¨ªa que no ten¨ªa que haber ido por ese camino. Y al frente de esa ci¨¦naga, de esa agencia en la sombra, se encuentra Jack Lamb, un personaje ¨²nico, escondido entre las tinieblas de su trabajo, del que Herron nos va contando cosas, pocas, muy poco a poco.
El propio autor confesaba en una entrevista en The Guardian que no sab¨ªa realmente mucho del pasado del personaje. ¡°Un comentario que hace su colega, Catherine Standish, en Real Tigers?(cuarta de la serie) ¨C¡±cuando derribaron el muro de Berl¨ªn ¨¦l se construy¨® otro y desde entonces vive tras ¨¦l¡±¨C podr¨ªa ser la mayor pista que se me ha permitido para atisbar su verdadera naturaleza: que todo lo que Lamb es, o aparenta ser, es s¨®lo un disfraz m¨¢s¡±, contaba.
No importa. De su mano, casi siempre grasienta por efecto de los bocadillos que engulle, paseamos por las cloacas del sistema para tratar de resolver un caso que, si bien sirve de excusa para presentarnos este mundo, est¨¢ muy bien contado. En resumen: unos descerebrados de extrema derecha secuestran a un brit¨¢nico de origen paquistan¨ª para decapitarlo frente a las c¨¢maras e iniciar la contraofensiva ante el terrorismo isl¨¢mico.
Sobra decir que nada es lo que parece y que lo que se inicia a partir de esta peque?a trama es un despliegue de envidias, rencores, ambiciones y secretos al m¨¢s puro estilo de las mejores novelas de esp¨ªas. Hay acci¨®n pero no escenarios internacionales (que tanto me gustan en John Le Carr¨¦, Charles McCarry, Olen Steinhauer o Daniel Silva ). Tampoco hay glamour. Nada de eso se echa en falta ante el relato de la cotidianidad y las miserias del d¨ªa a d¨ªa de un esp¨ªa. Algunas ideas contundentes reflejan el buen conocimiento que el autor tiene de este mundo. Me gusta cuando afirma que el juego favorito de las agencias es reescribir la historia o que todos los esp¨ªas bajan al pozo y se prostituyen sigilosamente.?
Pero esta novela no ser¨ªa nada de lo que es sin el sentido del humor que desprende, sin el sarcasmo en el que se regodea, sin la inteligencia de los di¨¢logos y la presencia de Lamb.
Hay dos buenas noticias para los aficionados al espionaje. La primera es que parece que el g¨¦nero vive un nuevo auge. La segunda es que Herron forma parte de esa efervescencia. Hay cinco novelas escritas sobre Jack Lamb y la serie no est¨¢ cerrada. Tenemos gran esp¨ªa para mucho rato.
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