Talento y gracia en una ¨®pera prima
La apertura, con la argentina ¡®El amor menos pensado¡¯, ha resultado grata
Veo en la programaci¨®n del muy pragm¨¢tico y heterodoxo festival de San Sebasti¨¢n que el cine, esa cosita tan desfasada cuyo hogar natural siempre fue una sala oscura que creaba magia y esta era compartida entre desconocidos, y que ahora es algo que se practica asiduamente en un tel¨¦fono m¨®vil, rodeado de luz y en los lugares m¨¢s prosaicos, est¨¢ obligado a compartir el estrellato, o a cederle el protagonismo a las series de televisi¨®n.
Tambi¨¦n a incluir en su programaci¨®n pel¨ªculas producidas por las plataformas audiovisuales que no se ver¨¢n en las salas comerciales o cuyo breve paso por ellas ser¨¢ simb¨®lico. Constatar el acelerado cambio de los tiempos invita a la melancol¨ªa o a la depresi¨®n en la cinefilia anciana. Lo que no excluye por mi parte que entre el material que exhibe el festival, mis apetencias anhelen encontrarse con las series de televisi¨®n que ha dirigido Enrique Urbizu o con la ¨²ltima pel¨ªcula del mexicano Alfonso Cuar¨®n, financiada por Netflix. Mucha gente con talento est¨¢ trabajando para los brillantes invasores. No s¨¦ cuanto tiempo le queda a eso tan salvador y placentero de ir al cine. Y ya s¨¦ que siempre nos quedar¨¢ Par¨ªs. Pero el recuerdo del antiguo esplendor en la hierba igual solo provoca dolor.
La apertura de la secci¨®n oficial con la pel¨ªcula argentina El amor menos pensado ha sido grato. Tambi¨¦n ha conseguido que el p¨²blico se riera, y ya sabemos que en los festivales de cine se r¨ªe poco, que la comedia est¨¢ subvalorada. En el arranque de esta f¨¢bula sobre los alborotos, desarreglos, huidas y reencuentros del coraz¨®n, el protagonista lee uno los inicios m¨¢s hermosos de la literatura, el de esa novela genial titulada Moby Dick. Asegura este hombre que las reflexiones de Ismael sobre la inaplazable y repetida necesidad de embarcarse para curar los males del alma explica a la perfecci¨®n la historia que le ha ocurrido. Despu¨¦s de hab¨¦rmela contado creo que se equivoca en su percepci¨®n. Ser¨ªa m¨¢s acertado identificar su crisis sentimental y la de su esposa con el t¨ªtulo de un relato del desolador Raymond Carver. O sea: ?De qu¨¦ hablamos cuando hablamos de amor?
La marcha de casa de su ¨²nico hijo puede ser el pretexto para que una pareja larga y aparentemente feliz empiece a plantearse dudas sobre su pl¨¢cida situaci¨®n. Ambos llegan a la conclusi¨®n de que el amor y el deseo se fugaron, aunque se quieran y se necesiten. Y seguir¨¢n buscando en vano con sucesivas parejas el antiguo ¨¦xtasis. O simplemente, intentando que el lado m¨¢s sombr¨ªo de la soledad no se cebe con ellos. Est¨¢ descrito por el director, Juan Vera, con brillantez oral, situaciones complejas (alguna tan jocosa como la cita en un bar utilizando esas webs al parecer irresistibles, infalibles y muy pr¨¢cticas para enrollarse con desconocidos) y m¨²ltiples y reconocibles sensaciones sentimentales. En alg¨²n momento temo que el torrente de elocuencia porte?a acabe asfixi¨¢ndome, pero no ocurre. Hay inteligencia, conocimiento del ser humano, iron¨ªa y gracia en ella. Y dispone de dos int¨¦rpretes mod¨¦licos. Con Ricardo Dar¨ªn me ocurre lo que con Messi, se me acaban los adjetivos laudatorios ante su arte. Y Mercedes Mor¨¢n, a la que desconoc¨ªa, es una actriz notable. Entre los secundarios hay de todo, pero disfruto enormemente con la dama rubia que interpreta a la ortodoncista sofisticada, voraz, c¨ªnica y tronada. Salgo del cine con una sonrisa. Y se agradece. Sospecho que a la mayor¨ªa de los espectadores les va a ocurrir lo mismo.
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