El gorri¨®n y la medusa
Es un perfecto ejemplo de un tipo de propuesta cada vez m¨¢s inusual: la pel¨ªcula comercial con personalidad
De nacer en los a?os 30, Paul Feig habr¨ªa sido un entregado director de screwball comedies, variedad gen¨¦rica donde el ingenio femenino funcionaba como sofisticado ¨Ce hiper-acelerado- motor del relato. De modo parecido, no cuesta demasiado imaginar a Darcey Bell, la novelista debutante en cuya obra hom¨®nima se basa Un peque?o favor, escribiendo con un ejemplar abierto de la Perdida de Gillian Flynn colocado en un atril sobre su escritorio, empe?ada en subir la apuesta de ese llamativo trabajo que cristaliz¨® en pel¨ªcula sobresaliente. Y, bueno, quiz¨¢ ni la novela de Bell, ni la adaptaci¨®n de Feig puedan mirar a sus referentes a la altura de los ojos, pero Un peque?o favor es un perfecto ejemplo de un tipo de propuesta cada vez m¨¢s inusual en el contexto del cine de consumo norteamericano: la pel¨ªcula comercial con personalidad, recorrida de principio a fin por una chispeante energ¨ªa, dotada de una vivacidad y un tono que conspiran para suministrar un placer constante al espectador, sin subestimarlo.
UN PEQUE?O FAVOR
Direcci¨®n: Paul Feig.
Int¨¦rpretes: Anna Kendrick, Blake Lively, Henry Golding, Ian Ho.
G¨¦nero: thriller.
Estados Unidos, 2018
Duraci¨®n: 117 minutos.
Desde esos t¨ªtulos de cr¨¦dito que remiten a la tradici¨®n de la comedia sofisticada con inflexi¨®n criminal de los 60, Feig parece estar celebrando la oportunidad de este cambio de g¨¦nero que no s¨®lo no compromete sus se?as de identidad, sino que le permite depurarlas. Y amplificarlas. La improbable amistad entre dos madres antit¨¦ticas que son, al mismo tiempo, las encarnaciones de dos polos opuestos de la sexualidad femenina ¨Cla reprimida y la desbordada- activa una trama cuyos giros podr¨¢n ser anticipados por el espectador resabiado, pero que acoraza su eficacia y su poder de seducci¨®n mediante la entrega de sus actrices: esa Anna Kendrick que se mueve con la gestualidad nerviosa de un gorri¨®n ¨Csensacional su di¨¢logo con el polic¨ªa enfundada en vestido ajeno- y una Blake Lively que hace malabares con el embrujo y la ca¨ªda.
Con algo de comedia posultralounge donde canciones de Gainsbourg, Dutronc y Brigitte Bardot delimitan el territorio del deseo y la voz de la Mala Rodr¨ªguez marca un punto de ruptura, Un peque?o favor explota las posibilidades de una apropiaci¨®n hetero de la mirada camp sobre lo femenino.
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