El valor de la metralla

Cada tanto llega una pel¨ªcula que se compromete a afrontar la labor did¨¢ctica de ilustrar al espectador de multisalas que las guerras ya no se libran como se libraban antes para acabar demostrando que, en realidad, se siguen librando como siempre. O, por lo menos, se siguen contando igual (si bien con variable destreza estil¨ªstica). Milla 22, nueva entrega del cat¨¢logo de hip¨¦rboles marciales de la marca Berg & Whalberg, quiere ser una pel¨ªcula a la medida de los tiempos de las tramas de espionaje ruso y de las operaciones especiales teledirigidas, pero, en el fondo, no deja de ser un western encubierto en el que los cowboys de guardia deben custodiar a un valioso forajido recorriendo un hostil ¨Cy urbano- Salvaje Este. El esquema narrativo no est¨¢ lejos, pues, de ese 16 calles (2006) de Richard Donner que s¨ª supo aprovechar sus evidentes v¨ªnculos con la tradici¨®n del g¨¦nero del que beb¨ªa.

El movimiento a cualquier precio, aunque tenga que llevarse por delante toda idea de estilo o el m¨¢s leve intento de construcci¨®n de personajes, es el ¨²nico imperativo de este trabajo en el que Berg parece haber olvidado que, en su d¨ªa, hubo quien le consider¨® un cineasta prometedor. Una escena de coreogr¨¢fico combate cuerpo a cuerpo en un quir¨®fano ¡ªmomento en el que el indonesio Iko Uwais puede desplegar su excelencia en las artes marciales¡ª brilla como un peque?o islote en una pel¨ªcula, cuyos planos se manejan, en casi todo momento, como simples trozos de metralla.