El terrorismo de un pastor
Paul Schrader filma una de sus obras m¨¢s oscuras y dif¨ªciles con 'El reverendo' y anima al p¨²blico poco comprometido a marcharse de su proyecci¨®n
Tres minutos. Tal vez, cuatro. Entonces, ¡°con suerte¡± parte del p¨²blico se habr¨¢ marchado. El deseo es del propio director de la pel¨ªcula, Paul Schrader. Inaudito: el creador de El reverendo anima a los espectadores a huir de su proyecci¨®n. ¡°Si no est¨¢s preparado, queremos que tarde o temprano te vayas. Ya desde el arranque intento mostrar que va a ser una experiencia distinta. Si lo aguantas, est¨¢s comprometido con el filme. Es como ir a misa: nadie se marcha porque se aburre. Sab¨ªas desde antes a qu¨¦ ibas, y por eso acudiste¡±, reflexiona Schrader. El s¨ªmil no resulta casual. Porque, por un lado, su filme se centra en un pastor evang¨¦lico, atormentado por demasiados espectros. Y, por otro, El reverendo pone a dura prueba la resistencia del espectador. Algunos se rendir¨¢n exhaustos. Pero otros, como los muchos cr¨ªticos que han celebrado el filme, agradecer¨¢n a Schrader sus ganas de complicarse la vida. El p¨²blico espa?ol ya puede medirse con la pel¨ªcula.
Cuando se estren¨®, en el festival de Venecia, se dijo que El reverendo era la obra m¨¢s oscura de Schrader. Palabras mayores, para el guionista de Taxi Driver, Toro Salvaje o La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo y director de Aflicci¨®n. Violencia, sexualidad, emociones fuertes y hombres arruinados han marcado la filmograf¨ªa del estadounidense (Grand Rapids, 1946): la que escribi¨® y la que rod¨®. ?l prefiere no responder: ¡°No s¨¦ si es una pel¨ªcula oscura o lo son los tiempos que vivimos¡±. Pero la trama del filme puede ofrecer alguna pista.
El reverendo Toller combate m¨¢s luchas de las que pueda aguantar: la fe, la p¨¦rdida, la guerra, el c¨¢ncer y el alcohol desorientan al religioso. Se suma, adem¨¢s, la batalla a la que le arrastra una mujer embarazada. Necesita que anime a su marido, que ve el planeta como condenado a muerte y prefiere el aborto a traer un hijo a este valle de l¨¢grimas. Pero, ?c¨®mo puede el pastor cuidar del grey, si no tiene fuerzas ni para soportarse a s¨ª mismo? Los fantasmas del terrorismo yihadista y el medioambiente endurecen m¨¢s a¨²n una obra filmada en un formato casi cuadrado, con ritmo tan lento y melanc¨®lico como sus personajes.
Hasta la propia c¨¢mara tensa la cuerda: las secuencias duran siempre algunos segundos m¨¢s de lo habitual, para dar al espectador el tiempo de pensar, e incomodarse. Schrader lo llama ¡°el bistur¨ª del aburrimiento¡± y reivindica sus elecciones: ¡°Es un filme serio, de arte y ensayo. Tiene sus ra¨ªces en el cine europeo de los setenta. Richard Linklater me dijo que nadie ha hecho una pel¨ªcula como esta en 60 a?os¡±.
El director reconoce que El reverendo bebe de Ingmar Bergman, Robert Bresson y tambi¨¦n de Ida, con la que Pawel Pawlikowski gan¨® el Oscar al mejor filme de habla no inglesa en 2015. Precisamente tras una cena con el cineasta polaco, Schrader se decidi¨® a filmar la pel¨ªcula. ¡°Antes de ser guionista, le¨ª un libro sobre la espiritualidad. Pero nunca pens¨¦ que har¨ªa filmes sobre ese tema. Hace 20 a?os en todo caso no hubiera podido rodarla: era demasiado ambiciosa y mi estilo no era tan riguroso¡±, reconoce el creador, que fue educado en la fe calvinista. Hubo dos empujes m¨¢s para El reverendo: el cambio tecnol¨®gico ¨C¡°nadie la hubiera financiado, ahora pude rodarla en 20 d¨ªas, con costes razonables¡±- y el actor principal, Ethan Hawke. ¡°Le da al personaje una mirada perdida, algo muy dif¨ªcil para un int¨¦rprete¡±, le aplaude Schrader.
Por lo dem¨¢s, el cineasta se ayud¨® a s¨ª mismo. ¡°A veces cuando escribo un guion me doy cuenta de que soy el ¨²nico que lo filmar¨ªa¡±, admite. As¨ª que El reverendo lleva su firma por duplicado. En el texto; y en sus planos. ¡°Cuando la editamos, el montador me dijo: ¡®?Hay mucho de Taxi Driver!¡¯. No lo hice aposta pero me di cuenta de que era cierto¡±. La influencia es m¨¢s evidente en una secuencia, as¨ª como otra pretende homenajear a Tarkovski. Al tel¨¦fono, en cambio, Schrader se muestra lac¨®nico sobre las obras maestras que rod¨® con Martin Scorsese: ¡°No pienso en ellas¡±.
M¨¢s palabras emplea el creador sobre el futuro. El del cine parece intrigarle: ¡°Ya no vale nada de lo que aprendimos. El sistema de los grandes estudios est¨¢ muerto y asistimos al nacimiento de un nuevo modelo de entretenimiento. No creo que sea una transici¨®n, sino un cambio permanente¡±. Para el mundo, en cambio, Schrader ve un horizonte tan negro como el del filme: ¡°Este periodo de 150.000 a?os donde el planeta estuvo cubierto por seres basados en la inteligencia y la conciencia terminar¨¢ al final de este siglo. He vivido una ¨¦poca sin grandes guerras, con la explosi¨®n de la natalidad y el posterrorismo. ?Ten¨ªamos un mundo maravilloso y qu¨¦ hicimos con ¨¦l? Joderlo. Nuestro regalo para la generaci¨®n futura es el ego¨ªsmo¡±. Como para estar agradecidos.
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