?Qui¨¦n es el Pasajero Z, que a todos inquieta?
Un artista an¨®nimo, atraviado con un ajustado traje de licra, protagoniza enigm¨¢ticas intervenciones en espacios culturales
Finales de febrero de 2018. Una periodista organizaba una velada en su piso de Madrid, cerca del parque del Retiro. La casa era grande y se trataba de una de esas fiestas en las que nadie conoce a nadie pero todos se comportan al rev¨¦s, en ese clima de confianza que a veces se da entre perfectos desconocidos.
Tal vez por eso nadie se asust¨® cuando en el sal¨®n apareci¨® la figura masculina de un hombre alto y cubierto completamente por una licra ajustada naranja al que era imposible identificar: ten¨ªa la cara tapada, no emit¨ªa sonidos y tampoco reaccionaba ante los est¨ªmulos. "Al principio la gente lo miraba sin hacerle demasiado caso, hasta que se hizo evidente que ¨¦l no reaccionaba, que se quedaba mirando a las personas, o a la pared, o a un objeto, pr¨¢cticamente sin moverse, ah¨ª empezaron a dirigirse a ¨¦l, a preguntarle, a tocar, pero ¨¦l segu¨ªa sin reaccionar", cont¨® Javier Carazo, uno de los asistentes a esa fiesta.
Carazo no lo sab¨ªa entonces pero luego se enter¨® de que hab¨ªa compartido reuni¨®n con el Pasajero Z, un artista an¨®nimo y probable habitante de Sevilla que lleva m¨¢s de un a?o protagonizando enigm¨¢ticas intervenciones en espacios culturales y art¨ªsticos. De hecho, antes de dejarse caer por la fiesta en el piso del Retiro hab¨ªa sido visto paseando por la caseta de Huelva en la feria ARCO de Madrid.
Dicen que vive en Sevilla porque es en la capital andaluza donde m¨¢s ha aparecido. Entre otros lugares, ha sido visto en la plaza de la Encarnaci¨®n, en el Centro Andaluz de Arte Contempor¨¢neo y en las galer¨ªas Birimbao y Rafael Ortiz. En febrero el Pasajero Z tambi¨¦n estuvo en el Espacio Lara?a, de la Universidad de Sevilla, porque all¨ª se expon¨ªa Morbosuit, una muestra de la obra que le ha dedicado el artista pl¨¢stico andaluz Carlos Dovao.
Dovao es probablemente la persona que m¨¢s sepa de Pasajero Z, junto al que dice trabajar haciendo obra gr¨¢fica a partir del personaje. "Lo vi en Sevilla hace aproximadamente un a?o y medio, entr¨¦ en contacto con ¨¦l a trav¨¦s de las redes sociales y ahora me dedico tambi¨¦n a gestionar su perfil en redes y su p¨¢gina web".
Adem¨¢s de llevarle la agenda, Dovao ha hecho cuadros, fotos, esculturas y v¨ªdeos del Pasajero Z pero dice que ni siquiera ¨¦l conoce la identidad del hombre de metro ochenta que se oculta bajo la licra naranja. Dice que le gust¨® el personaje por su inter¨¦s en "el mundo de las filias sexuales": "Cuando encontr¨¦ al Pasajero Z yo ven¨ªa de trabajar mucho el tema del maniqu¨ª, del bondage, y de una serie de pr¨¢cticas relacionadas con la pr¨¢ctica del sexo".
Pero el sexo, seg¨²n el propio Dovao, no es el principal inter¨¦s art¨ªstico del Pasajero Z, con quien dice comunicarse por escrito y al que casi siempre acompa?a "por si hace falta explicar que se trata de una intervenci¨®n". "El arte del Pasajero Z es relacional, la obra no es el personaje sino el ambiente, las diferentes reacciones que crea en el p¨²blico sin hacer absolutamente nada, hay gente a la que le alegra el d¨ªa y gente a la que le asusta, otros sienten asco, y otros excitaci¨®n... ¨¦l parece que va desnudo pero al final el que queda desnudo es el p¨²blico, por toda la informaci¨®n que las personas transmiten al reaccionar ante ¨¦l".
Es cierto que el Pasajero Z no regala absolutamente ninguna informaci¨®n, m¨¢s all¨¢ de su altura, su envidiable estado f¨ªsico y su sexo (la licra es muy ajustada). Ni siquiera habla, lo que exaspera a muchos de los que intentan comunicarse con ¨¦l. El silencio acent¨²a la incertidumbre que genera su presencia. "En un acento, en una voz o en un gesto hay un mont¨®n de informaci¨®n que la gente podr¨ªa identificar y relajarse, perdiendo parte de esa incertidumbre", dice Dovao.
El arte del Pasajero Z es relacional, la obra no es el personaje sino el ambiente
Cubrirse todo el cuerpo con ropa ajustada es una pr¨¢ctica japonesa llamada zentai que ya lleg¨® a pa¨ªses tan lejanos como Canad¨¢, donde dos aficionados del equipo de hockey Vancouver Canucks se han hecho conocidos como los Green Men por cubrirse con una licra verde para ver los partidos y molestar a los jugadores rivales. En Francia, est¨¢ prohibido por la misma ley que desde el a?o 2010 impide el burka y en Espa?a no hay una legislaci¨®n espec¨ªfica pero es dif¨ªcil imaginar a la polic¨ªa nacional dejando al Pasajero Z entre los turistas del Prado como si nada.
Si en ARCO no ocurri¨® nada, dice Dovao, fue "porque en ese tipo de ¨¢mbitos la gente est¨¢ m¨¢s habituada". Algo as¨ª pas¨® tambi¨¦n en la fiesta del parque del Retiro. Cuando los asistentes entendieron que era imposible hacerle reaccionar, empezaron a acostumbrarse a su presencia. Seg¨²n Carazo, al final lo ve¨ªan deambular por la casa tan tranquilo, "casi como si fuera uno m¨¢s".
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