Desdecirse, deslenguarse
La publicaci¨®n de la correspondencia de Felipe Boso permite reconstruir la historia interior de la poes¨ªa experimental en los a?os setenta
Nacido en Villarramiel (Palencia, 1924), Felipe Boso (Felipe Segundo Fern¨¢ndez Alonso) se licenci¨® en Historia en Santiago, curs¨® Filosof¨ªa en Madrid y finalmente desemboc¨® en la geolog¨ªa y la geograf¨ªa. En 1952 march¨® a Alemania, donde termin¨® qued¨¢ndose, felizmente casado y sin la tesis que hab¨ªa ido a redactar. Antes de su muerte en 1983 viv¨ªa trabajando como un galeote en traducciones y otras labores de pluma. De su poes¨ªa apenas logr¨® ver publicado en vida t¨ªtulo y medio: T de trama (1970) y La palabra islas (1981; impreso defectuosamente y no distribuido), este ¨²ltimo solo disponible en la reedici¨®n de 2006 al cuidado de Jos¨¦ Luis Puerto.
En el epistolario Mi jaula es una celda asoma un castellano (y cristiano) viejo, ausente y a?orante de su pa¨ªs, quien con fervor tiende redes a los pocos representantes de la poes¨ªa experimental espa?ola desde que en 1969 averigua que ¨¦l no es su ¨²nico ap¨®stol. Eran pocos, s¨ª, pero mal avenidos: al menos Fernando Mill¨¢n e Ignacio G¨®mez de Lia?o, procedentes ambos de Problem¨¢tica 63, donde oficiaba de pont¨ªfice Julio Campal, cuya muerte en 1968 los dej¨® enfrentados en proyectos distintos: NO el primero, CPAA el segundo. Pero si Campal era un ¡°invasor¡± uruguayo-argentino que hab¨ªa actuado en toda Espa?a mediante conferencias y exposiciones que le permitieron fundir artes visuales y m¨²sica, Boso, a quien tocaba ocupar su hueco, era un ¡°evadido¡± que operaba aislado en su despacho de un pueblecito alem¨¢n, entre jaula y celda, con escritos amortajados en las prensas, y obligado a compensar su ausencia con un intercambio epistolar incesante. De ¨¦l resulta este volumen, preparado por J. A. Gonz¨¢lez Fuentes, donde se asiste al combate contra la escasez material y la incuria cultural.
En los a?os centrales de esta correspondencia se hab¨ªa muerto Miguel Labordeta, malbaratado a Ory, orillado a Cirlot, relegado a Crespo y su conexi¨®n con los brasile?os de Noigandres, ignorado a Pino. Con algunos de estos y con otros como Enrique Uribe, Guillem Viladot, Antonio L. Bouza, Jos¨¦-Miguel Ull¨¢n, Javier Maderuelo¡, quiso Boso sostener una poes¨ªa que, ante la evidencia de que ya est¨¢ dicho todo, le exige desmantelar la lengua y ser ¡°un deslenguado que se desdice y se desvive¡±. Adem¨¢s de incentivar la poes¨ªa visual en Espa?a, pretendi¨® difundirla en Alemania; lo hizo en la revista Akzente, cuya puerta le franque¨® Elias Canetti, en 1972 y 1978, esta vez con Ricardo Bada y abriendo m¨¢s la mano a otras est¨¦ticas.
Boso rest¨® a su obra la atenci¨®n que derroch¨® en otros, a trav¨¦s de cartas que rezuman generosidad, rigor, lucidez y gran cultura. A Francisco ?lvarez Colino le escribe una memorable retah¨ªla admonitoria: ¡°Simplif¨ªcate, mut¨ªlate, duda de ti mismo, duda de todos, desesp¨¦rate, llora, rabia, si¨¦ntete fracasado, impotente, empieza otra vez, deja que lo que hagas se pudra, olv¨ªdate de ello, ah¨®gate, si¨¦ntete la persona m¨¢s desgraciada de la tierra, cree que nunca has tenido dolor igual, no pierdas la esperanza, no conf¨ªes m¨¢s que en tu desesperanza¡¡±, e cos¨¬ via. Para quienes pensaran que el poema fon¨¦tico, los caligramas y los biogramas eran entretenimiento de ociosos, estos consejos les mostrar¨¢n c¨®mo puede romperse el discurso logoc¨¦ntrico con los estertores de alguien que muere por la escritura y que, solo en sus cartas y seg¨²n se observa en el ejemplo anterior, no est¨¢ tan alejado de los viejos existencialistas.
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Autor:?Felipe Boso.
Editorial:?La Bah¨ªa (2018).
Formato: tapa blanda (985 p¨¢ginas).
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