El reverso del para¨ªso

Las pinturas tahitianas de Paul Gauguin contribuyeron a forjar en Occidente un imaginario de los mares del sur como territorio de la escapada y la recuperaci¨®n de un para¨ªso perdido que poco se correspond¨ªa con la experiencia real de un artista que quiz¨¢ aprendi¨® que un individuo puede escapar de todo, menos de s¨ª mismo. Que Stuart Pedrell, el cad¨¢ver de Los mares del sur de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, acabase encontrando la muerte en un barrio perif¨¦rico de su propia ciudad quiz¨¢ fuera el modo m¨¢s consecuente de seguir los pasos del gigante.

Partiendo de Noa Noa, el libro que escribi¨® el propio artista tras su primer viaje a Tahit¨ª, Edouard Deluc propone, al modo de la reciente Rodin de Jacques Doillon, un biopic que intenta condensar una existencia en una escueta, pero trascendente, franja temporal: entre abril de 1891 y agosto de 1893, los a?os, en suma, de su primera estancia en Tahit¨ª y de su relaci¨®n con la joven Tehura, a la que los guionistas necesitan inventarle una historia ad¨²ltera para sumar ¨¦nfasis dram¨¢tico a los que es, esencialmente, una historia de supervivencia y ca¨ªda.

A diferencia de lo que propon¨ªa Doillon, Deluc se abstiene de poner en boca de un visceral Vincent Cassel la verbalizaci¨®n de la po¨¦tica de Gauguin y prefiere privilegiar lo sensorial, ahondando en el contraste entre los est¨ªmulos recibidos por ese forastero en tierra extra?a y el uso de una degradada paleta crom¨¢tica orientada a revelar el claroscuro que asoma bajo el para¨ªso.