¡°Siempre supe que cantar¨ªa sobre temas del alma¡±
Ian McCulloch, l¨ªder de Echo & The Bunnymen, explica su nuevo disco
En los ochenta, Ian McCulloch, l¨ªder de Echo & The Bunnymen, sus declaraciones arrogantes le valieron el mote de Mac The Mouth (traducible hoy como Mac el bocas). Tras esa actitud, la m¨²sica. Los cuatro primeros discos de Echo & The Bunnymen, publicados entre 1978 y 1985, fluctuaban entre la luz y la oscuridad, trasladando a aquel presente el influjo de cl¨¢sicos de los a?os sesenta. Cuarenta a?os despu¨¦s del debut, Crocodriles, McCulloch y el guitarra Will Sargeant son los ¨²nicos miembros originales de aquel cuarteto de Liverpool que naci¨® en la orilla de la independencia y creci¨® hasta alcanzar la categor¨ªa de cl¨¢sicos en 1984 con Ocean Rain. ¡°Siempre supe que seguir¨ªa haciendo esto¡±, afirma McCulloch por tel¨¦fono. ¡°Este es lugar al que pertenezco, estar en esta banda era mi destino. Cantar sobre temas inherentes al alma humana¡±.
El nuevo disco de Echo & The Bunnymen es una selecci¨®n de viejas canciones regrabadas acompa?adas por dos nuevas composiciones ¡°Me plante¨¦ este ¨¢lbum de manera espont¨¢nea, sin conceptos previos. La mayor¨ªa de estas canciones tienen 35 o 40 a?os pero la intenci¨®n fue abordarlas como si se tratara de ni?os todav¨ªa no han crecido, como si acabaran de ser escritas¡±. Durante la conversaci¨®n habla del grupo como algo suyo, sin menciones a Sargeant, explicando minuciosamente el porqu¨¦ de este disco. Escuch¨¢ndolo, resulta inevitable pensar en c¨®mo ser¨ªan las memorias de Ian McCulloch, que a estas alturas del siglo, debe de ser de los pocos personajes cruciales del pop brit¨¢nico de aquella ¨¦poca que todav¨ªa no ha puesto su autobiograf¨ªa sobre la mesa, a pesar de que hace algunos a?os anunci¨® su intenci¨®n de hacerlo. ¡°Aparqu¨¦ la escritura hace ocho a?os, me estaba arrastrando al pasado m¨¢s de lo que esperaba. Pero lo retomar¨¦ en alg¨²n momento. Las editoriales est¨¢n muy interesadas porque saben que escribir¨¦ algo hermoso. A¨²n soy joven para publicar mis memorias, esperamos a que tenga 95 a?os¡±.
La conversaci¨®n vuelve a The Stars, The Oceans & The Moon, el nuevo disco. A la selecci¨®n de canciones, a los arreglos, a su manera de cantarlas. McCulloch explica que inicialmente se plante¨® regrabar algunos t¨ªtulos que quiz¨¢ los seguidores del grupo echen de menos en este ¨¢lbum, t¨ªtulos como Silver, Never Stop o Back Of Love. ¡°Descubr¨ª que no hac¨ªa falta volver a grabarlas. Me centr¨¦ en otras que s¨ª necesitaban una reinterpretaci¨®n. En algunos casos cambiando los arreglos. En otros insufl¨¢ndoles un nuevo significado a trav¨¦s de mi interpretaci¨®n¡±. Y est¨¢ en lo cierto. La boca de McCulloch, adem¨¢s de por celebrar su ego, es famosa por la voz que alberga. ¡°Es exactamente lo que has dicho en tu pregunta¡±, contesta ufano cuando se menciona que su voz suena m¨¢s profunda por la experiencia de los a?os. ¡°El hecho de haber vivido una vida como la m¨ªa me permite darles una nueva lectura vocal. Ahora, una canci¨®n como Seven Seas suena como si procediera de un lugar completamente distinto. Es como cuando Bowie de repente interpretaba una canci¨®n como Life On Mars? Daba igual si se acompa?aba ¨²nicamente de un piano. La sabidur¨ªa de su voz lo era todo¡±.
Aunque no es una influencia manifiesta en su m¨²sica, McCulloch menciona mucho a Bowie en las entrevistas. ¡°No lo echo de menos porque sigue con nosotros¡±, afirma cuando se le pregunta por ¨¦l. A continuaci¨®n, una pausa. La agitada respiraci¨®n del entrevistado es todo lo que se oye durante unos segundos demasiado largos. ¡°?Guau!¡±, exclama el m¨²sico para ahuyentar las l¨¢grimas, pero sigue sin poder hablar apenas. ¡°Lo siento¡±, dice. ¡°Preg¨²ntame otra cosa, por favor¡±. Hablamos entonces de Espa?a, porque en febrero el grupo actuar¨¢ aqu¨ª y McCuclloch r¨ªe al recordar lo mucho que le gusta la tortilla de patata. Pero al despedirse dice: ¡°Me preguntaste por alguien que cre¨® la vida para m¨ª. No es habitual, pero me gusta llorar en las entrevistas. Ha sido un momento maravilloso¡±.
Babelia
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