¡°8 de octubre. Aeropuerto de Frankfurt. Premio Nobel¡±
Se publican en un libro los cuadernos in¨¦ditos de Jos¨¦ Saramago 20 a?os despu¨¦s de que el autor portugu¨¦s recibiera el premio
Escribi¨® Jos¨¦ Saramago el 8 de octubre en su diario in¨¦dito, ahora publicado por Alfaguara (El cuaderno del a?o del Nobel): ¡°Aeropuerto de Frankfurt. Premio Nobel. La azafata. Teresa Cruz. Entrevistas¡±. Este hombre acostumbrado a la soledad y a la paciencia, era de p¨¢rrafo largo en la escritura de sus diarios. Ese d¨ªa una corriente el¨¦ctrica lo puso solo ante la noticia literaria m¨¢s grave de su vida. Hab¨ªa ganado el Nobel y no ten¨ªa ante s¨ª sino la azafata que le dio la noticia. Y un largo pasillo.
Acostumbrado a narrarse en cuadernos que iban public¨¢ndose a medida que los completaba (sus cinco Cuadernos de Lanzarote, donde vivi¨® con Pilar del R¨ªo desde 1993 hasta su muerte, en 2010), en esta ocasi¨®n se qued¨® con la anotaci¨®n de un hecho: el premio y la soledad. ¡°8 de octubre. Aeropuerto de Frankfurt¡¡±.
A su alrededor, le dijo ese d¨ªa a los periodistas, sinti¨® que no hab¨ªa ¡°nada, nada, nada, nada¡±. Recibi¨® la noticia por esa azafata portuguesa, Teresa Cruz, y sali¨® del avi¨®n despedido a un torbellino. Mientras andaba se encontr¨® con Isabel Polanco, su amiga, responsable del Grupo Santillana, a la que abraz¨® como su abuelo abrazaba los ¨¢rboles, para sentir que no estaba solo en la vida.
Saramago regres¨® a la Feria de los editores en Fr¨¢ncfort. Fue abrazado all¨ª por una multitud. Una lluvia de champ¨¢n y parabienes, los parab¨¦ns portugueses en primer lugar. El premio a un hombre, a una lengua. ¡°Ha sido un portugu¨¦s¡±. Impasible, ¨¦l destaca en ese instante por la sobriedad ante el agasajo.
Ricardo Viel, periodista brasile?o, cuenta en Un pa¨ªs levantado en alegr¨ªa, que Alfaguara publica ahora tambi¨¦n, que alg¨²n soplo recibi¨® Del R¨ªo sobre la posibilidad de que se lo dieran, y aconsej¨® a su marido, la noche anterior, estar pendiente de las noticias.
Saramago es escueto sobre la v¨ªspera en Fr¨¢ncfort. ¡°7 de octubre. Frankfurt. Coloquio en la Feria sobre comunismo¡±. Fue en un teatro casi repleto, en Alter Opera; hab¨ªa sido interpelado muchas veces (por el Vaticano, despu¨¦s del Nobel: el peri¨®dico del papa lo llam¨® ¡°comunista recalcitrante¡±, recuerda Viel) por su militancia, y el 6 de octubre registra en su diario lo que iba a decir. ¡°?Qu¨¦ significa hoy ser un escritor comunista? [¡] ?Todav¨ªa es posible, en esta situaci¨®n, ser comunista? Creo que s¨ª. Con la condici¨®n, reconozco que nada materialista, de no perder el temperamento. Ser comunista o socialista es, entre otras cosas, y tanto como o a¨²n m¨¢s importante que lo dem¨¢s, un temperamento¡±.
As¨ª hab¨ªa sido, y as¨ª ser¨ªa, despu¨¦s de la tormenta del Nobel, el temperamento de sus reflexiones, confesiones, narraciones, diatribas, con las que festonea diarios anteriores y con los que llena este. En febrero de ese a?o Pilar del R¨ªo lo encontr¨® rebuscando en los soportes en los que fue escribiendo su marido. ¡°No ser¨¢ necesario que describa el pasmo del instante¡±, dice Pilar en su pr¨®logo a esta edici¨®n que publicar¨¢ este 11 de octubre. Saramago cont¨® que lo ten¨ªa escrito, pero el texto huy¨® en la mara?a de los ordenadores. Dice Del R¨ªo: ¡°Eran d¨ªas de hace 20 a?os, eran d¨ªas de hoy¡±.
En el diario ahora publicado, aquellas fechas de octubre (¡°d¨ªas de hace 20 a?os, d¨ªas de hoy¡±) son telegramas con los que Saramago se salvaba de la desmemoria que provoca todo tumulto. No recupera el aliento de su escritura sincopada pero larga, pausada, hasta que tiene que hacer su discurso ante la Academia Nobel. Ese 7 de octubre de 1998 se registra as¨ª: ¡°Siete entrevistas en el hotel¡ Escrito a lo largo del mes pasado, dejo aqu¨ª el discurso le¨ªdo en esta fecha ante la Academia Sueca. T¨ªtulo: De c¨®mo el personaje fue maestro y el autor su aprendiz".
As¨ª empez¨® su discurso: ¡°El hombre m¨¢s sabio que he conocido en toda mi vida no sab¨ªa ni leer ni escribir¡±. Era la historia de su abuelo, la que lo hizo llorar y escribir a lo largo de una vida que aquel d¨ªa recibi¨® una sacudida brutal, cuyo grado se advierte en la intensidad de su sorpresa.
¡°La primera noche como Nobel durmi¨® tres horas. No se sabe si so?¨®¡±, escribe Ricardo Viel en su libro. Luego sigui¨® la vida, ¨¦l recuper¨® el pulso y acab¨® el a?o, as¨ª lo cuenta, buscando en cuclillas unos calcetines en El Corte Ingl¨¦s. Se lo hab¨ªa ordenado Pilar del R¨ªo. ¡°Ya los vas necesitando¡±. Acaba la electricidad de octubre, Saramago se dispon¨ªa a ser Jos¨¦ otra vez, escritor portugu¨¦s, vecino de T¨ªas, en Lanzarote.
Babelia
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