Min¨²sculas
Se publica en Espa?a la antolog¨ªa de entrevistas realizadas en Francia entre 1989 y 2005 con el t¨ªtulo 'Pierre Michon. Llega el rey cuando quiere'
Hace ya unos cuantos a?os, recuerdo el impacto que me produjo la lectura de Vidas min¨²sculas del escritor franc¨¦s Pierre Michon (Cards, 1945) generando en m¨ª una adicci¨®n que se mantiene viva hasta el presente. A cierta altura de la vida, esta apasionada afici¨®n por un autor es rara, y casi excepcional, cuando se trata de alguien contempor¨¢neo. No es que te entretenga, te guste o simpatices con su obra, sino que se inserta en tu vida como una referencia esencial. El relato citado y algunos otros sucesivos de Michon se fueron traduciendo a nuestra lengua, no s¨¦ con qu¨¦ ¨¦xito comercial o de cr¨ªtica, pero sospecho que englobados en algo que no trasciende a la atenci¨®n p¨²blica masiva. Vamos, con las trazas de lo ex¨®tico minoritario.
Ahora, sin embargo, que la obra de Michon parece haber roto ese c¨ªrculo estrecho de la admiraci¨®n rebuscada, se ha publicado en nuestro pa¨ªs la traducci¨®n de una antolog¨ªa de entrevistas realizadas en Francia entre 1989 y 2005 con el t¨ªtulo Pierre Michon. Llega el rey cuando quiere (Wunderkammer), que es la llave para que lo amado impl¨ªcito se haga expl¨ªcito. De todas formas, ni voy a hacer aqu¨ª una recesi¨®n cr¨ªtica de su obra literaria, ni siquiera tratar¨¦ de abordar la complejidad de asuntos que en estas conversaciones se dirimen, salvo un par de cuestiones que particularmente me afectan.
La primera es la fascinaci¨®n que la pintura ejerce en Michon, pero no por solo ser, sin duda, un refinado amante de la misma, sino porque le ha servido, en no pocos casos, como fuente de inspiraci¨®n literaria. V¨¦ase sino los relatos dedicados a Piero della Francesca, Watteau, Goya y Van Gogh, algo que adem¨¢s explica con profusi¨®n en las entrevistas, donde se explaya sobre el asunto con sabros¨ªsimos comentarios de otros grandes maestros y, en especial, de Vel¨¢zquez. En cierta manera, los temas elegidos por Michon son biograf¨ªas hist¨®ricas de artistas, entre los que hay que incluir tambi¨¦n algunos famosos escritores, como Rimbaud, aunque siempre utilizando como testimonios de los mismos a personajes contempor¨¢neos de escasa o nula relevancia. Esta manera oblicua de aproximaci¨®n a los genios le permite cierto distanciamiento de los t¨®picos establecidos, a la par que le autoriza a intermediar en su recreaci¨®n imaginativa su personal visi¨®n fant¨¢stica. En el fondo de todo ello est¨¢ la convicci¨®n de Michon de que, en nuestra sociedad secularizada, el arte en general ocupa, como ¨²ltima instancia, el papel que tradicionalmente le correspond¨ªa a lo sagrado, esa desmesurada interrogaci¨®n del ser humano sin que haya lugar para una respuesta simple. Y si la pintura le atrae de manera especial es porque su densidad f¨ªsica y simb¨®lica es mucho mayor que la que cabe procesar conceptualmente, o, como ¨¦l dice, porque es el arte de la encarnaci¨®n.
Pero hay otro aspecto que vivifica los relatos breves de Michon: lo min¨²sculo. No solo porque sus portavoces son personajes secundarios sin la menor relevancia, sino porque su modesto car¨¢cter tangencial aporta la redenci¨®n de todo el g¨¦nero humano. En este sentido, lo min¨²sculo no se ci?e solo a lo muy peque?o e irrelevante, sino que abarca a la homog¨¦nea existencia mortal. No olvidemos al respecto que, si bien las letras may¨²sculas encabezan her¨¢ldicamente la primera palabra de un tacto o de cada p¨¢rrafo punteado, adem¨¢s de subrayar la primera letra de los nombres propios, las min¨²sculas sirven para dar cuenta del meollo de lo relatado; son el nervio incandescente de la explicaci¨®n de lo contingente, de lo circunstancial. La clave o clavija que hace veros¨ªmil una historia. Sin las min¨²sculas estar¨ªamos ante cifras indescifrables y no podr¨ªamos dar el menor sentido a lo que somos, ni, por supuesto, a lo que nos pasa.
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