La ¡®Katiuska¡¯ de Sagi brilla en La Zarzuela

Han pasado ocho a?os desde que Emilio Sagi y Daniel Bianco firmaran esta versi¨®n del primer gran t¨ªtulo de Soroz¨¢bal. Fue una coproducci¨®n entre Bilbao, Oviedo, Valladolid y el Teatro Espa?ol de Madrid. En la capital, y en un teatro que entonces coqueteaba con el g¨¦nero l¨ªrico, se vieron apenas cuatro funciones que supieron a poco. Ahora, con Bianco como Director Art¨ªstico del Teatro de la Zarzuela, se retoma aquella versi¨®n tan interesante por diversos motivos. Y es que Katiuska ya fue un puzle casi desde su estreno en 1931, y Sagi ha querido estilizar al m¨¢ximo un t¨ªtulo que se sigue defendiendo por la fuerza de su m¨²sica, mientras que sigue pidiendo perd¨®n por un argumento que a cada momento de la historia peca de algo.

La historia de amor entre el valeroso bolchevique y la princesa imperial rusa ha rechinado siempre por m¨¢s que para sus autores fuera el encaje adecuado para mostrar aires de opereta. Hoy, cuando el pa¨ªs y la revoluci¨®n de la que nos hablan a¨²n nos cuesta darle distancia, Sagi se aplica a ello, como buen conocedor del problema, y encuentra soluciones elegantes y sobrias. Su recurso principal es una melancol¨ªa de corte cinematogr¨¢fico, como si quisiera comparar a Katiuska con Ninotchka, aunque con peripecia inversa. En todo caso, se convierte en una producci¨®n extremadamente digerible, suprime momentos hablados, elimina el descanso (con muy buen criterio), y todo queda en una obra l¨ªrica de apenas hora y media. Bianco, por su parte, propone una escena sugestiva, con unos escombros en primer plano y un marco dorado torcido que acoge toda la acci¨®n, ?Ah, las ruinas de los viejos tiempos!

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?Por qu¨¦ Katiuska cobra menos que su amante?

Daniel Bianco seguir¨¢ al frente del Teatro de la Zarzuela

Pero estas ideas, aun brillantes, ser¨ªan poca cosa sin un reparto vocal poderoso y una orquesta y coro solventes, bien dirigidos por Guillermo Garc¨ªa Calvo. Lo ¨²ltimo se da por supuesto en el Teatro de la Zarzuela, pero las voces hay que tenerlas, y esa es una de las bazas ganadoras de esta producci¨®n. Cit¨¦moslas por orden de importancia y rendimiento: Carlos ?lvarez, el bar¨ªtono "bolchevique", brilla a un nivel muy alto y pone de manifiesto que el salvoconducto de una zarzuela se encuentra en grandes voces. En cuanto abre la boca todo suena trascendente y poderoso.

Por su parte, la Katiuska de la soprano Ainhoa Arteta tiene muy buena presencia y el p¨²blico la quiere, por ello le perdona alg¨²n desajuste vocal que la gran profesional que es va ajustando seg¨²n avanza la funci¨®n. El resto del reparto est¨¢ un escal¨®n m¨¢s abajo y dif¨ªcilmente podr¨ªa ser de otra manera, pero Milagros Mart¨ªn est¨¢ encantadora y borda el papel de Olga. El tenor Jorge de Le¨®n canta bien su soso Pr¨ªncipe Sergio; mientras que Antonio Torres queda algo corto como el Coronel Brunovich, no se entiende que Enrique Baquerizo, que hizo este papel en la producci¨®n de 2010, se traslade ahora a hacer de graciosillo como el comerciante catal¨¢n Amadeo Pich.

Solo se?alar que Arteta solo canta la funci¨®n del estreno, por lo que los aficionados ver¨¢n a Roc¨ªo Ignacio y Maite Alberola el resto de las funciones. ?lvarez, a su vez, canta media producci¨®n con ?ngel ?dena.