Recordando a Eduardo Arroyo
El acad¨¦mico de la Lengua y presidente de la Fundaci¨®n Sierra-Pambley repasa la fecunda trayectoria del artista fallecido
Mientras en la pl¨¢cida ma?ana de este s¨¢bado vibraban en ¨¦ter de Villimer (Le¨®n) los ¨¢lamos y los agudos sones de las danzas leonesas en honor de los Azc¨¢rate, don Juan Entrecanales me contaba el delicado momento por el que atravesaba Eduardo Arroyo, patrono que fue de la Fundaci¨®n Sierra-Pambley y amigo com¨²n. Hoy, el delicado hilo de seda que lo un¨ªa a la vida se ha quebrado, pero "Nos dej¨® harto consuelo / su memoria". Justo es que revivamos algunos de los hitos m¨¢s importantes de su vida.
Eduardo Arroyo naci¨® el 26 de febrero de 1937 en Madrid. Aqu¨ª curs¨® estudios primarios y secundarios, antes de ingresar en la Escuela de Periodismo, centro en el que se diplomar¨ªa en el a?o 1957. Con el fin de buscar una atm¨®sfera distinta de la dictadura, en 1958 se exili¨® a Par¨ªs. Lo hizo con la intenci¨®n de vivir dedicado al periodismo. Sin embargo, una intensa inmersi¨®n en la vida cultural y en la nueva vanguardia parisina e italiana (pa¨ªs al que se desplaza en frecuentes viajes) despiertan en ¨¦l una antigua vocaci¨®n por la pl¨¢stica.
En el momento de su llegada, triunfaba en Par¨ªs (como en gran parte de Europa) el informalismo, movimiento pict¨®rico ligado al expresionismo abstracto americano (Jackson Pollock, Franz Kline y otros). La vanguardia francesa se hallaba tambi¨¦n al margen de la realidad social, cultural y pol¨ªtica del entorno. Frente a esa corriente abstracta y complaciente, un grupo de j¨®venes artistas, entre los que destaca Eduardo Arroyo, se agrupa en un nuevo movimiento que defiende un arte comprometido, que se concreta en visi¨®n figurativa y que se relaciona con el pop art. Un cr¨ªtico famoso les asigna el nombre con el que desde entonces se les conoce: Figuration Narrative. En 1960, participa ya en el Salon de la jeune peinture. En las primeras exposiciones colectivas de 1961 y 1962, lo hace junto a firmas que hoy son referencia mundial: Francis Bacon, Roberto Matta o Jean Dubuffet.
La exposici¨®n m¨¢s pol¨¦mica del grupo tuvo lugar en la Tercera Bienal de Par¨ªs, celebrada en el Museo de Arte Moderno, en 1963. El t¨ªtulo de la muestra colectiva era L¡¯Abattoir (El matadero). Los artistas exhib¨ªan su posici¨®n contraria al totalitarismo, a la tortura y a toda forma de represi¨®n. Arroyo cuelga all¨ª Los cuatro dictadores, una sucesi¨®n de cuatro personajes con clara alusi¨®n a Franco, Salazar, Hitler y Mussolini. El hecho tuvo consecuencias fuertes. El Gobierno espa?ol presion¨® para retirar el cuadro, prohibi¨® su primera exposici¨®n en nuestro pa¨ªs (que iba a tener lugar en la galer¨ªa Biosca) y se le retir¨® el pasaporte (lo que alarg¨® 15 a?os m¨¢s su exilio).
En 1965 y 1967, participa en dos exposiciones pol¨¦micas, en las que se enfrenta a dos iconos culturales del momento: Marcel Duchamp y Joan Mir¨®. En esos a?os, se forj¨® un renombre en el ¨¢mbito internacional. Como ha afirmado un conocido cr¨ªtico, "Arroyo era Arroyo en Italia y Francia antes de serlo en Espa?a".
Su t¨¦cnica de trabajo se basa sobre todo en la alquimia del collage: "Es precisamente este aspecto serial, fragmentario, dividido, son estas diferencias estil¨ªsticas, estas mezclas, toda esta incoherencia lo que constituye al ?n y al cabo, la coherencia de mi trabajo", en palabras del pintor. Un eclecticismo deliberado lo llevar¨¢ a trabajar con todos los materiales que le permitan expresar su universo, recurriendo a las t¨¦cnicas de la estampa, la cer¨¢mica, la escultura o al collage de materiales diversos, para luego volver al ¨®leo y al lienzo con renovada energ¨ªa. Su lenguaje pict¨®rico se construir¨¢ en base a una pintura literaria y autobiogr¨¢?ca, a menudo articulada en series donde rivalizan la autoiron¨ªa, lo tragic¨®mico y el pastiche. Durante a?os, reinterpreta los t¨®picos hispanos con pinceladas cr¨ªticas y surrealistas.
Tras la muerte de Franco recupera su pasaporte y regresa a Espa?a. Expone en la galer¨ªa Maegth de Barcelona y, a partir de entonces, en m¨²ltiples salas de exposici¨®n.
En 1993, el Museo de Bellas Artes de Bilbao organiz¨® la exposici¨®n Tama?o Natural, en la que se expon¨ªan exclusivamente lienzos de gran formato. En 1995, junto con el escultor Andreu Alfaro, Arroyo represent¨® a Espa?a en la 46? Bienal de Venecia. En 1997, el Museo Ol¨ªmpico de Lausana expuso, junto a las obras dedicadas al boxeo, su Suite Senefelder and Co, que consta de 102 estampas, realizadas en homenaje al inventor alem¨¢n Aloys Senefelder. En 1998, el Centro de Arte Reina Sof¨ªa de Madrid present¨® la primera exposici¨®n retrospectiva de su obra en Espa?a.
En 1999, la galer¨ªa Louis Carr¨¦ & Cie present¨®, por primera vez, en la avenida de Messine de Par¨ªs la obra de Eduardo Arroyo, con una exposici¨®n titulada Cap¨ªtulos, que inclu¨ªa dos lienzos de gran formato: El martirio de San Sebasti¨¢n y Le jour que Richard Lindner est mort, en honor a la gran figura del pop art. En 2003, una segunda exposici¨®n en esta misma galer¨ªa present¨® otras obras m¨¢s recientes del pintor, mientras se iniciaba la exposici¨®n itinerante del ciclo Arte espa?ol para el extranjero, que hizo viajar sus obras a Hungr¨ªa, Ruman¨ªa, Rusia y Luxemburgo y que se prolong¨® hasta 2004.
En 2005 la misma galer¨ªa Louis Carr¨¦ & Cie mostr¨® una selecci¨®n de dibujos, fruto de 45 a?os de trabajo, que permiti¨® comprobar una vez m¨¢s la e?cacia y seguridad de su trazo. Ese mismo a?o, el Instituto Cervantes organiz¨® una exposici¨®n itinerante de m¨¢s de 50 retratos de escritores, realizados con t¨¦cnicas diferentes, que se prolong¨® hasta 2006 en cuatro de sus centros europeos. El IVAM de Valencia expuso, de febrero a abril de 2008, los lienzos de gran formato y las esculturas, esencialmente de hierro y piedra, realizadas en los diez a?os anteriores. Nueve de sus lienzos de los a?os sesenta se presentaron tambi¨¦n en 2008 en el marco de la exposici¨®n Figuration narrative, Paris 1960-1972; estos lienzos se expusieron a continuaci¨®n en el IVAM.
Las voluminosas esculturas "tatuadas" de cer¨¢mica comenzadas en 2010 se presentaron, de febrero a junio de 2013, en la Fundaci¨®n Juan March en Palma de Mallorca y en el museo de Arte Abstracto Espa?ol de Cuenca, al mismo tiempo que unos retratos al ¨®leo y unos collages fotogr¨¢?cos, resultado de una larga confrontaci¨®n de Eduardo Arroyo con este medio. En noviembre de 2013, la galer¨ªa ?lvaro Alc¨¢zar, de Madrid, present¨® una exposici¨®n antol¨®gica de l¨¢piz sobre papel, prueba del inter¨¦s jam¨¢s desmentido de Arroyo hacia el dibujo.
El reconocimiento de Eduardo Arroyo como personalidad influyente en el panorama art¨ªstico durante m¨¢s de cincuenta a?os es general. Prueba de ello es que sus obras se hallan representadas en colecciones privadas y oficiales de gran renombre. El Museo Reina Sof¨ªa de Madrid expone varios lienzos, entre los que sobresalen Carmen Amaya fr¨ªe sardinas en el Waldorf Astoria, Los cuatro dictadores, de 1963, y Vivir y dejar morir, de 1965. El Museo de Bellas Artes de Bilbao posee El camarote de los hermanos marxistas, que mezcla cine y comunismo, dos de sus temas recurrentes. Obras de Arroyo se encuentran tambi¨¦n en el IVAM de Valencia, el MACBA de Barcelona, el Museo Municipal de Madrid, el Museo de la Colecci¨®n Berardo de Lisboa, el Museo Cantonal de Bellas Artes de Lausana o la Nueva Galer¨ªa Nacional de Berl¨ªn, con los tres lienzos General Resfriado N¡ã1 a N¡ã3, de 1962. En la colecci¨®n del Museo nacional de arte moderno de Par¨ªs est¨¢n 13 obras, as¨ª como en el MOMA de Nueva York.
En 2000, el Ministerio de Educaci¨®n, Cultura y Deporte le concedi¨® la Medalla de Oro al m¨¦rito en las Bellas Artes.
Arroyo se confiesa desde siempre adicto a dos grandes pasiones: la lectura y la escritura. Desde muy pronto aprendi¨® a llenar la soledad de las tardes de una infancia de ni?o sin padre encerrado en la isla de Robinson Crusoe. En varias ocasiones se refiri¨® al magnetismo que experimentaba ante las obras de Tolstoi, Stendhal, Balzac, Cervantes, Quevedo, Calder¨®n¡ Siempre dec¨ªa: "Los libros te ayudan a vivir; la pintura a morir". Recordemos otra frase suya lapidaria: la literatura "es el ox¨ªgeno en momentos de nitr¨®geno". Con ello se refer¨ªa a la tranquilidad y beatitud en que nos sumerge la lectura, frente a la dura tensi¨®n de sentimientos contradictorios que experimenta el pintor ante el cuadro: el amor y el sufrimiento (la pasi¨®n, en sus dos sentidos antag¨®nicos). Ejemplificaba esta paradoja de sentimientos del pintor ante el cuadro con una an¨¦cdota del boxeador Garbelli, quien antes del combate se abraz¨® a su oponente y le dijo: "Soy tu adversario y te quiero mucho".
Arroyo se dedic¨® asimismo con pasi¨®n a la escritura. Es autor de una obra nutrida: la biograf¨ªa Panam¨¢ Al Brown (1982), el libro de re?exiones Sardinas en aceite (1989), El tr¨ªo Calaveras; Goya, Benjamin, Byron¨Cboxeador (2003), Un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n (2004), El libro viviente y medicinal (2008), Minuta de un testamento. Memorias (2009). Boxeo y literatura, de ese mismo a?o; Al pie del ca?¨®n. Una gu¨ªa del Museo del Prado (2011). En enero de 2016, Galaxia Gutenberg publicaba su libro: Bambalinas.
Con frecuencia, sus lecturas se han transformado en im¨¢genes, raz¨®n por la cual muchas veces acompa?¨® con dibujos aquellos textos por los que sent¨ªa un inter¨¦s especial. As¨ª ocurri¨® con las Oraciones f¨²nebres, de Andr¨¦ Malraux; con obras de Juan Goytisolo, con el Ulises. A ellos vinieron a sumarse los 200 dibujos de la Biblia en dos vol¨²menes.
Desde 1969, Arroyo tambi¨¦n ven¨ªa realizando una labor de escen¨®grafo, en particular con Klaus Michael Gr¨¹ber. Se ha de destacar la reposici¨®n de La casa de los muertos, de Leos Jan¨¢cek que tuvo lugar en la Op¨¦ra Bastille, de Par¨ªs, en 2005 y luego en el Teatro Real de Madrid; la representaci¨®n de Doktor Faust, de Busoni, en el Opernhaus de Z¨²rich en 2006 y, por ¨²ltimo, la puesta en escena de Boris Godunov, de Musorgski, que fue creada para el Th¨¦?tre de la Monnaie de Bruselas en 2006 y se pudo ver en Estrasburgo, Mulhouse y Madrid el a?o siguiente.
El pol¨ªptico de la catedral de San Bav¨®n, de Gante, pintado por los hermanos Van Eyck en la primera mitad del siglo XV, sobrecoge a Eduardo Arroyo tan poderosamente que emprendi¨® la interpretaci¨®n del retablo La adoraci¨®n del Cordero M¨ªstico con l¨¢piz de gra?to sobre hojas de papel de dimensiones id¨¦nticas a las de los diez paneles de madera originales. Esta transposici¨®n en blanco y negro, realizada entre 2008 y 2009, tras su exposici¨®n en Barcelona y en Besan?on (Francia), se mostr¨®, de julio a septiembre de 2012, en el Museo del Prado, recre¨¢ndose la atm¨®sfera de una capilla junto a La Fuente de la Gracia, de la escuela de Van Eyck, como contrapunto contempor¨¢neo del pol¨ªptico. Este trabajo singular ha dado lugar a tres vol¨²menes: el cat¨¢logo de la exposici¨®n de la pinacoteca madrile?a (Eduardo Arroyo. El Cordero M¨ªstico) y las versiones francesa (Eduardo Arroyo. L¡¯Agneau Mystique) y espa?ola (Eduardo Arroyo. Cordero M¨ªstico) de una obra de la colecci¨®n Entretien, copublicada por Maeght ¨¦diteur y el Prado.
De las cualidades y calidades como persona de Eduardo Arroyo puedo ofrecer mi testimonio personal. Lo conoc¨ªa desde hac¨ªa m¨¢s de 15 a?os, cuando ambos fuimos elegidos patronos de la Fundaci¨®n Sierra-Pambley, tan ligada desde sus or¨ªgenes a los ideales pedag¨®gicos y culturales de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza. Su imaginaci¨®n chispeante iluminaba de humor las reuniones de los patronatos y creaba un ambiente de cohesi¨®n singular. Aunque artista, supo descender a los problemas de la prosa econ¨®mica y a las propuestas pr¨¢cticas para adecuar los principios e ideales de la fundaci¨®n a los tiempos modernos. Siempre fue un excelente y generoso compa?ero.
Arroyo fue un artista total. En el pueblo de sus ancestros, Robles de Laciana, donde reposar¨¢n sus restos, Eduardo e Isabel financiaron y organizaron durante dos d¨¦cadas unos excelentes conciertos de m¨²sica abiertos a toda la poblaci¨®n. En medio de un paisaje excepcional, con el collado de la Muezca vigilante, en la ¨²ltima semana de julio, sonaban al aire libre las partituras de los cl¨¢sicos, interpretadas en un piano de cola por Rosa Torres-Pardo, acompa?ada de otros instrumentos o de voces privilegiadas. El ¨¦ter reverberaba, las notas se descolgaban por las laderas llenas de lirismo y el pueblo se transformaba. Tanto es as¨ª que todos los a?os, en las postrimer¨ªas de oto?o, una gran osa descend¨ªa del monte a inspirarse y paseaba inofensiva por el pueblo. As¨ª lo viene recogiendo la prensa provincial e incluso la nacional. Estoy seguro de que volver¨¢ dentro de unos d¨ªas, se detendr¨¢ unos momentos bajo el inmenso ¨¢rbol que hay delante de la casa de Eduardo y de Isabel, all¨ª llenar¨¢ sus pulmones de magia y, luego, se retirar¨¢ con Eduardo a hibernar. Hasta que amanezca una nueva primavera.
Salvador Guti¨¦rrez Ord¨®?ez es acad¨¦mico de la Lengua y presidente de la Fundaci¨®n Sierra-Pambley
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