Scorsese: ¡°Los estudios ya no apoyan a los cineastas¡±
El director neoyorquino llega a Oviedo, donde recoge el pr¨®ximo viernes 19 el Premio Princesa de Asturias de las Artes
El futuro del cine, para?Martin Scorsese, va m¨¢s all¨¢ de una proyecci¨®n sobre una pantalla o un videoclub por el que pagas una cuota al mes en streaming para verlo en el sal¨®n. Al director le gustar¨ªa que continuara siendo un rito en grupo, con quedada o en solitario, pero azuzado por ese cosquilleo que le invad¨ªa de ni?o al entrar en un teatro para re¨ªr, llorar o aplaudir en compa?¨ªa de amigos, amantes o extra?os. Sin embargo, hoy vive una intensa contradicci¨®n. Su pr¨®xima pel¨ªcula, The Irishman, se estrenar¨¢ en Netflix, no en salas, aunque ¨¦l est¨¢ negociando que tambi¨¦n se proyecte en cines. ¡°Los estudios ya no apoyan a los cineastas¡±.
Lo dijo ayer en Oviedo, donde lleg¨® el pasado domingo para recoger su Premio Princesa de Asturias de las Artes. Se lo entregan ma?ana viernes, pero antes tiene programadas varias actividades por el Principado. Por la tarde mantuvo un encuentro con p¨²blico en el?teatro Jovellanos, de Gij¨®n y hoy jueves conversar¨¢ con j¨®venes cineastas en compa?¨ªa tambi¨¦n de la reina Letizia, que acudir¨¢ al acto moderado por el director espa?ol?Rodrigo Cort¨¦s. Al tiempo giran las actividades de la F¨¢brica Scorsese, dedicadas a desgranar toda la riqueza que su cine sigue aportando a la cultura.
Antes se mostr¨® generoso y dicharachero. Tanto en la rueda de prensa ovetense como en su ba?o de multitudes gijon¨¦s. Fue ovacionado en pie al llegar al Jovellanos y empez¨® a contar su vida. La del ni?o con padre callado y una madre que gesticulaba, dijo, ¡°como los personajes de las pel¨ªculas de Fellini¡±. El mismo que ahuyentaba como monaguillo las trampas de la calle, ¡°llenas de gente no necesariamente mala pero que delinqu¨ªa porque no ten¨ªa otra opci¨®n¡±, asegur¨®. Una gente que m¨¢s tarde filmar¨ªa en obras maestras como Malas calles, Taxi Driver, Uno de los nuestros¡
¡°Si en 1900, el gobierno hubiera aplicado la pol¨ªtica de inmigraci¨®n de ahora, ninguno de nosotros vivir¨ªamos all¨ª"
Puede que pel¨ªculas as¨ª ya no se puedan volver a hacer. Pero ¨¦l lo intenta a toda costa, preocupado por el futuro de un arte en plena transformaci¨®n mientras esparce sobre la mesa la paradoja que encierra esta pregunta: ?Por qu¨¦ hoy en d¨ªa quienes est¨¢n dispuestos a ofrecer las condiciones de hacer un cine m¨¢s cl¨¢sico son las plataformas y no la industria?
The Irishman es la respuesta. Su nueva producci¨®n. Una pel¨ªcula de aroma Scorsese al 100%, con un reparto de cl¨¢sicos en el que se dan cita Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci o Harvey Keitel y cuyos 100 millones de d¨®lares s¨®lo los ha querido arriesgar Netflix. ¡°?D¨®nde vamos? No lo s¨¦. Debemos proteger ese aspecto teatral, de rito y arte, frente a esos productos de superh¨¦roes o casi de animaci¨®n, que son un g¨¦nero propio y est¨¢n bien, pero no es el cine del que yo vengo, que quiero preservar y me gusta restaurar. Ese necesita su p¨²blico tambi¨¦n y debemos convencer a la gente para que lo vea. A m¨ª me gustar¨ªa que en las salas, antes que en casa. Y esa costumbre debemos fomentarla el mayor tiempo posible, pero los estudios han dejado de apoyar a los cineastas: en mi caso solo lo hace Netflix¡±, aseguraba por la ma?ana.
La vida cambia, la sociabilidad parece en entredicho, rodeada por la tecnolog¨ªa y la amenaza del clic. No s¨®lo respecto a los espect¨¢culos: ¡°Tambi¨¦n preferimos pedir comida en un buen restaurante para que nos la lleven a domicilio y no compartir la experiencia de ir a disfrutarla all¨ª¡±. Con amigos como Robert De Niro, por ejemplo, junto al que ha vuelto a rodar: ¡°Le debo tanto. Conservamos esa telepat¨ªa, no necesitamos casi ni hablar. Es de todos los int¨¦rpretes con los que he trabajado, quien me conoce mejor. Sabe de d¨®nde vengo desde que ten¨ªamos 16 a?os, hemos compartido la misma comunidad, la misma cultura, la misma subcultura¡±.
Juntos caminaron barrios y esquinas de esencia inmigrante, descendientes de la di¨¢spora, justo lo que conforma el pa¨ªs en el que creci¨®. Ese cuyo Gobierno, ahora, quiere cerrar a nuevos ciudadanos. Scorsese no llama a Estados Unidos su pa¨ªs, lo llama, el lugar: ?para bajarle los humos, quiz¨¢s? ¡°Si en 1900 se hubiera aplicado la pol¨ªtica de ahora, ninguno de nosotros vivir¨ªamos all¨ª. No lo podemos aceptar. Empezando por los irlandeses, que no fueron muy bienvenidos, como se ve en Gangs of New York, por ser cat¨®licos. El lugar es un experimento donde conviven distintas lenguas, razas, culturas. Nunca fue f¨¢cil y no va a serlo, pero hoy prima una sensaci¨®n de divisi¨®n que atenta contra la idea b¨¢sica de lo que somos. Debemos trabajar para cambiarlo¡±.
Babelia
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