El infierno de la guerra, el dolor de volver a casa

Hern¨¢n Zin (Buenos Aires, 1971) llevaba dos d¨¦cadas como corresponsal de guerra visitando los principales conflictos b¨¦licos. Por ?frica, Am¨¦rica Latina y Asia. Hasta que un d¨ªa explot¨®. En el peor sitio: en Afganist¨¢n en 2012. ¡°Trabajaba con Jon Sistiaga y tuve un ataque de p¨¢nico¡±, recuerda. ¡°Me sal¨ª del tanque en el que viaj¨¢bamos, lo tir¨¦ todo y me puse a andar¡±. Cambi¨® su carrera, encar¨® el audiovisual de otra forma y sigui¨® para adelante. ¡°Pero en mi cabeza segu¨ªan las dudas de por qu¨¦ me hab¨ªa pasado eso¡±, confiesa. Desde ese momento, le acompa?aron pensamientos suicidas, miedo a los espacios peque?os y depresiones. ¡°Empec¨¦ a preguntar a mi alrededor y descubr¨ª que a muchos otros reporteros de guerra tambi¨¦n les pasaba¡±.

Para hablar de esos males, y rendir homenaje a sus ex compa?eros de profesi¨®n, Zin ha rodado Morir para contar, que ya ha pasado por festivales como Shangh¨¢i ¡ªde clase A¡ª y Montreal, donde gan¨® el primer premio en la secci¨®n Documentales del Mundo. ¡°Es tan dif¨ªcil hacer un documental que o respondes a preguntas que te desvelan o no funciona¡±, cuenta el cineasta, el realizador de, entre otros, Nacido en Gaza (2014) y Nacido en Siria (2017), con lo que ha ganado un premio Platino, un Forqu¨¦, varios festivales y ha sido dos veces candidato al Goya. Ahora Morir para contar comienza su ruta de cert¨¢menes espa?oles en la Seminci que se inaugura ma?ana, en la que participa en la secci¨®n DOC. Espa?a, y posteriormente se ver¨¢ en el certamen de Sevilla antes de su estreno comercial el 22 de noviembre.

Para Zin, una de las grandes epidemias del siglo XXI son las enfermedades mentales. ¡°El miedo, la paranoia... Vivimos muy confortables en la Europa actual y a la vez es dif¨ªcil encontrar el equilibrio en esta sociedad. Vaya paradoja, ?verdad?¡±. El periodista reconoce que durante a?os, tras ese ataque de p¨¢nico, no quiso encarar el problema. ¡°Hasta que me pill¨® la ola¡±. El estr¨¦s postraum¨¢tico en su plenitud. Y por eso Morir para contar levanta testimonio de esa labor de varias generaciones de corresponsales, ¡°de gente que siente el choque de lo que cuenta durante el conflicto y en su vuelta a casa¡±, como Gervasio S¨¢nchez, Jos¨¦ Antonio Guardiola, Javier Espinosa, M¨®nica G. Prieto, Rosa Meneses, Ram¨®n Lobo, Roberto Fraile, Mays¨²n, David Beriain, Manu Brabo, Fran Sevilla, Carmen Sarmiento, Eric Frattini, M¨®nica Bernab¨¦ o Javier Bauluz. Entre esos nombres hay dos premios Pulitzer y muchos recuerdan a compa?eros fallecidos.

Cada uno habla de sus trucos para lograr el ¨¦xito en su trabajo (Zin, argentino de nacimiento, regala fotos de Leo Messi dedicadas, ya que imita su firma), para superar el dolor... ¡°En el conflicto todo es m¨¢s blanco y negro, ves v¨ªctimas y culpables; en casa hay muchos m¨¢s grises¡±, asegura el cineasta, que alaba todas las aportaciones de sus colegas. ¡°Todos me han desvelado sus secretos, han confesado sus mayores temores. Agradezco a todos su esfuerzo. Me sorprendi¨® David Beriain porque tiene un discurso muy elaborado de lo que le ocurre. Fue de los ¨²ltimos en ponerse delante de la c¨¢mara y cuando acab¨® me plante¨¦ toda la estructura porque no sab¨ªa d¨®nde incluirle, d¨®nde cortarle¡±, cuenta antes de re¨ªrse: ¡°Me recomend¨® a su terapeuta y durante un tiempo lo hemos compartido¡±. Zin habla tambi¨¦n del mensaje serio y a la vez campechano de Manu Brabo, que sufri¨® un secuestro en Libia en 2011.

Dolores y miedos

En Morir para contar, Zin hilvana las reflexiones personales, ¨¦ticas y profesionales de los entrevistados con sus propios dolores y sus dudas. En el primer montaje del documental, ¨¦l no aparec¨ªa. ¡°Fue Nerea Barros, la coproductora, la que me espet¨® que no me escondiera, que no le pidiera a otros que rompieran el c¨®digo de silencio en pos de una reflexi¨®n colectiva mientras yo me acobardaba. A m¨ª no me gusta lo de ponerse delante de las c¨¢maras, pero respeto que otros lo hagan para personalizar las historias y llegar a m¨¢s gente¡±. ?l buscaba respuestas, no ten¨ªa un discurso (¡°solo dolores¡±), y solo pasados los meses y montado el filme, decidi¨® darle la raz¨®n a Barros y confesar su historia.

Un ¨²timo apunte. Zin defiende la gran calidad de los reporteros espa?oles, ¡°sobre todo los fotoperiodistas, a los que muy poco p¨²blico conoce; como en tantas otras cosas, Espa?a se quiere bien poco¡±. Y cuenta: ¡°Desgraciadamente, esa calidad se ha pagado con siete muertos y varios secuestros¡±.