Acaramelar el miedo

¡°No hay terror m¨¢s imponente que el de la p¨¢gina en blanco¡±, afirma Jack Black en la piel del prol¨ªfico escritor R. L. Stine en Pesadillas 2: noche de Halloween, y seguro que la n¨¦mesis del popular autor, Stephen King, no le quitar¨ªa la raz¨®n en esto, toda vez que el bloqueo del literato ha recorrido como un tema obsesivo buena parte de su tambi¨¦n cuantiosa producci¨®n. Stephen King y R. L. Stine, el maestro de la literatura de terror contempor¨¢nea y su contrapartida en el ¨¢mbito de la ficci¨®n juvenil, son dos estajonivistas escapando del horror vacui que, en su huida hacia adelante, no han dejado ni arquetipo, ni tema heredado de la tradici¨®n sin abordar.

Con Pesadillas (2015), de Rob Letterman, la fundaci¨®n de una nueva franquicia basada en la popular serie de libros de Stine adopt¨® una interesante estrategia autorreflexiva; convertir el escritor en un personaje m¨¢s, atravesado de narcisismo, golpeado por su complejo de inferioridad con respecto a King, mientras la producci¨®n reviv¨ªa en clave nost¨¢lgica el esp¨ªritu del cine Amblin de los ochenta. En esta competente, pero muy inferior secuela, el toque Amblin sigue ah¨ª, reforzado con ecos de Stranger Things, aunque aqu¨ª Jack Black/Stine se ve condenado a una aparici¨®n meramente testimonial. Una ara?a gigante construida con globos y una legi¨®n de feroces ositos de gominola aportan a esta entrega sus im¨¢genes m¨¢s representativas. En el fondo, el esp¨ªritu de la serie Pesadillas ¨Cy del propio Halloween- fue siempre ese: acaramelar el miedo, neutralizarlo.