Lamento po¨¦tico en el horror de Ciudad Ju¨¢rez
¡®Los cuerpos perdidos¡¯, de Carlota Ferrer y Jos¨¦ Manuel Mora, explora en los l¨ªmites de la moral y la relaci¨®n del ser humano con el mal
¡°Si quieres disfrutar de sus placeres/ Consigue una pistola si es que quieres/ O c¨®mprate una daga si prefieres/ Y vu¨¦lvete asesino de mujeres/ M¨¢talas¡±. Jos¨¦ Manuel Mora se qued¨® estupefacto cuando escuch¨® entonar esta ranchera, en la plaza Garibaldi, de M¨¦xico capital, despu¨¦s de una jornada con mujeres que luchan por sacar a la luz toda la tragedia de asesinatos impunes y aterradoras mafias que sacuden la vida en Ciudad Ju¨¢rez. Fue el detonante para abordar en la ficci¨®n la realidad de la violencia que sufre desde hace a?os esa poblaci¨®n del norte mexicano, la convivencia del horror y la fiesta. Los cuerpos perdidos, escrito por Jos¨¦ Manuel Mora (Sevilla, 1978) y dirigido por Carlota Ferrer (Madrid 1977), llega a los escenarios del Teatro Espa?ol, de Madrid, -del 1 al 25 de noviembre- con un elenco de diez actores, entre los que figuran Ver¨®nica Forqu¨¦, Crist¨®bal Su¨¢rez o Jos¨¦ Luis Torrijo, que dan vida a una galer¨ªa de 16 personajes.
Han tenido que pasar diez a?os desde que fuera escrita para que Los cuerpos perdidos, premio SGAE de Teatro en 2009, se abriera un hueco en los escenarios teatrales. En este tiempo, el texto se ha conocido a trav¨¦s de unas cuantas lecturas dramatizadas, en Madrid, Brasil y Chile.El lamento po¨¦tico que surge del horror de Ciudad Ju¨¢rez, junto a la m¨²sica en directo, tocada y cantada por los propios actores, y una presencia poderosa de la fisicidad y la danza, hacen de Los cuerpos perdidos una obra con un punto oper¨ªstico que supone todo un viaje por los vericuetos del mal.
Es un M¨¦xico el que retrata Los cuerpos perdidos de cabezas cortadas, mujeres violadas y narcos que campan a sus anchas. Pero tambi¨¦n un pa¨ªs que busca en la fiesta y la m¨²sica un b¨¢lsamo sanador. Todo aquello con lo que se top¨® Jos¨¦ Manuel Mora cuando hace 10 a?os viaj¨® al pa¨ªs norteamericano decidido a investigar y escribir un texto esc¨¦nico. ¡°Cuando vi la realidad, acced¨ª a los informes de Amnist¨ªa Internacional y le¨ª el libro Huesos en el desierto, del periodista Sergio Gonz¨¢lez, solo la idea de teatralizar ese relato me pareci¨® tarea imposible¡±, asegura Mora desde Valladolid, donde ejerce de profesor. Solo cuando escuch¨® la escalofriante letra de la ranchera M¨¢talas, en medio de una normalidad absoluta, tom¨® la decisi¨®n de centrar el relato en un turista como ¨¦l que se enfrenta a una realidad desconocida y misteriosa.
¡°Gracias a mi distancia como turista, me di cuenta del nivel de violencia cultural y social que permea por los estratos de la sociedad a todos los niveles y me puse, no con cierto pudor, en el papel de un personaje que empieza a observar ese mundo con horror pero que termina entrando en ¨¦l y formando parte del entramado criminal¡±, a?ade Mora. Y sobre ese personaje, un profesor espa?ol que va a alfabetizar a la zona de Ciudad Ju¨¢rez, un alter ego del propio autor, es sobre el que pivota todo el relato. Este profesor se va encontrando con una galer¨ªa de personajes involucrados de manera directa o indirecta con el crimen.
Para Carlota Ferrer, que forma con Mora un s¨®lido t¨¢ndem teatral, es precisamente la indagaci¨®n en torno al mal y los l¨ªmites morales que se exploran en la obra lo que m¨¢s le atra¨ªa de este proyecto largamente perseguido. En un descanso del ensayo celebrado el pasado martes en los s¨®tanos del Teatro Espa?ol, la directora asegura que, m¨¢s all¨¢ de dar visibilidad a la impunidad y complicidad ante los cr¨ªmenes de Ciudad Ju¨¢rez, la obra nos sit¨²a como c¨®mplices del silencio ante cualquier barbarie. ¡°La maldad es intr¨ªnseca al ser humano. La obra nos obliga a mirar en la maldad interior de cada uno de nosotros, aunque no cometamos cr¨ªmenes. Todos en una situaci¨®n de precariedad y peligro podemos situarnos en el lado del mal. Estamos ante una pesadilla que puede ser m¨¢s que real¡±, se lamenta Ferrer.
Pesadilla en el desierto
Es Los cuerpos perdidos una obra po¨¦tica de destino tr¨¢gico, de b¨²squeda del amor y de necesidad de salvar al otro, que transcurre integra ante la apabullante presencia y el paisaje poderoso del desierto. La escenograf¨ªa de la obra representa ese gran desierto -"el desierto es lo ¨²nico que nos sobrevivir¨¢", dice uno de los personajes- que recuerda tambi¨¦n a la piel humana, que contrasta con un vestuario, confeccionado todo a mano, nada realista, muy pict¨®rico y rico en colores. "Siento que estamos ante una pesadilla, con todas las pinceladas del sentido sagrado y el? humor negro de la sociedad mexicana, que les hace sobrevivir a la barbarie", asegura Carlota Ferrer, directora de la funci¨®n.
Babelia
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