Deconstruyendo la SGAE
Miguel R¨ªos recuerda su "ef¨ªmero" paso por la Junta Directiva ¡ªdimiti¨® al a?o de su constituci¨®n¡ª y describe la inoperancia del sistema actual
El Palacio de Longoria, sede de la Sociedad General de Autores y Editores, es una olla a presi¨®n que estallar¨¢, si no se para el fuego interesado que alimenta la t¨®xica cocci¨®n de los intereses contrapuestos de los gremios o Colegios que la componen. Un colectivo, poderosamente acosado por la pujante industria de la comunicaci¨®n, la hosteler¨ªa e Internet. Empresas que no podr¨ªan operar sin el talento de los creadores, ni de los contenidos art¨ªsticos que explotan, y a los que ningunean sus derechos.
A modo de breve gu¨ªa para entender la estructura de la SGAE, les dir¨¦ que los cuatro Colegios: Peque?o Derecho, Audiovisual, Gran Derecho y Editores, componen una Junta Directiva de 39 miembros que eligen a su presidente. Los junteros son elegidos en Elecciones Generales que se celebran cada cuatro a?os. El peso pol¨ªtico de los Colegios viene dado por la importancia de cada uno de ellos en la SGAE. As¨ª, a m¨¢s recaudaci¨®n m¨¢s asientos en la Junta. Hay que aclarar que, con este sistema, ning¨²n Colegio puede conseguir la mayor¨ªa absoluta.
Mi ef¨ªmero paso por la Junta Directiva (2012) que presidi¨® el mercurial Ant¨®n Reixa ¡ªdimit¨ª al a?o de su constituci¨®n¡ª me dio la oportunidad de constatar la inoperancia de un sistema con dificultad para conciliar intereses encontrados, en un momento hist¨®rico para el desarrollo de las Sociedades de Gesti¨®n de Derechos de Propiedad Intelectual y derechos conexos.
La SGAE ven¨ªa de una intervenci¨®n de la Guardia Civil en la que sac¨® a flote las luces y las sombras de una brillante, y al final err¨¢tica, era capitaneada por el absolutismo de Teddy Bautista. La confusa herencia de los d¨ªas de vino y rosas marc¨® el devenir de la Junta durante el tiempo en el que estuve en ella. Se hab¨ªan hecho inversiones descabelladas en propiedades inmobiliarias impropias de su objeto social, se apost¨® por el desarrollo de un sistema digital que era inoperante y caro; adem¨¢s, hubo secretismo y clientelismo. Y, para terminar, se descubrieron las trampas de una sociedad, muy tocada, por las corruptelas de una bomba de relojer¨ªa llamada rueda.
Al invitar Bautista a los Editores al seno de la Sociedad General de Autores en 1995 cometi¨® el error de meter al zorro en la jaula de los p¨¢jaros cantores
En mi opini¨®n, al invitar Bautista a los Editores al seno de la Sociedad General de Autores en el a?o 1995 cometi¨® el error de meter al zorro en la jaula de los p¨¢jaros cantores. Desde que m¨²sicos, libretistas y letristas fundaran la Sociedad General de Autores de Espa?a en 1899, al comprar al acaparador editor Florencio Fiscowich ¡°el derecho exclusivo de reproducci¨®n¡± de sus propias obras, los creadores, liberados, montaron su propia estructura de gesti¨®n. El subterfugio de cambiar el sentido de la E (Espa?a por Editores) en el logo de la Sociedad, dot¨® de un incalculable poder pol¨ªtico al presidente para dominar la Junta y, por ende, la sociedad.
Es evidente que, tradicionalmente, el gremio de la edici¨®n musical es, o ha sido, capital para el desarrollo de la industria musical. Pero no pertenece al mundo de la creaci¨®n que es el de la Sociedad de Autores, de ah¨ª su nombre. Son intermediarios, profesionales a tiempo completo, enfrentados a un, por lo general, desorganizado y poco preparado pu?ado de m¨²sicos. Viejos fiscowiches, que han abusado de su posici¨®n dominante, cuya relaci¨®n con muchos autores est¨¢ marcada por la existencia de contratos algo leoninos.
La relaci¨®n del Peque?o Derecho con el audiovisual estaba llena de desconfianza y resquemor. Los Derechos Audiovisuales son muy t¨¦cnicos y espec¨ªficos, y la parte musical del audiovisual se regula con reglas diferentes a las de la imagen. Conciliar estos intereses, en los que los dos gremios se consideran la parte perjudicada, robaba mucha energ¨ªa a las eternas discusiones de las juntas de las que fui part¨ªcipe. El ejemplo del poder de la mano que mu?e las cosas en la calle Felipe VI se puso de manifiesto al imponer al silente e inoperante Jos¨¦ Luis Acosta como presidente de la sociedad.
Del Colegio de Gran Derecho, poco que decir. A los fundadores naturales de la Sociedad General de Autores de Espa?a se les tiene un poco relegados y el poder pol¨ªtico de sus votos solo sirve en momentos muy puntuales.
El colegio por el que fui elegido como independiente, el de Peque?o Derecho, estaba compuesto, en su mayor¨ªa, por gente que ven¨ªa de la candidatura encabezada por Fern¨¢ndez Sastr¨®n, actual presidente en funciones. Al parecer, alguno de sus componentes militaban en el ama?o urdido por las Editoriales de las Cadenas de Televisi¨®n para compensar sus cuentas con la SGAE. La tristemente famosa rueda sac¨® a flote la herrumbre que corromp¨ªa los cimientos morales del Colegio. Un avispado tinglado, que beneficiaba a unos en detrimento de la recaudaci¨®n de otros. Dimit¨ª, y me fui mosqueado pensando que la entidad estaba en fase de demolici¨®n.
Ma?ana se vuelve a elegir una nueva Junta en Asamblea General. Estas elecciones prometen ser, one more time, las m¨¢s controvertidas e importantes del siglo. Las condiciones emocionales en la que esta se celebra no pueden ser peores. Una SGAE internamente m¨¢s dividida que nunca, y desde fuera interesadamente desacreditada ante el p¨²bico que la percibe como una f¨¢brica de corruptelas, y con su principal Colegio, el de Peque?o Derecho en flagrante descomposici¨®n.
Despu¨¦s de muchos a?os intentando involucrar a j¨®venes autores de gran talento, predicamento y popularidad para que aportaran nueva savia y modernidad a la SGAE, la prohibici¨®n del voto electr¨®nico, m¨¦todo aceptado en la ¨²ltima Asamblea General con nefastos resultados para los convocantes, ha desalentado a un buen n¨²mero de aspirantes que han renunciado a su derecho a presentar sus candidaturas y a aceptar los resultados de la votaci¨®n por el m¨¦todo ¡°tradicional¡±, al considerar que favorece a los partidarios de la insidiosa rueda.
Aquel a?o asist¨ª a un buen pu?ado de juntas en la Sala Falla, cuyo techo, por cierto, est¨¢ decorado con un pavo real en todo su apogeo y un c¨ªrculo de humildes golondrinas en vuelo amaestrado. Esta alegor¨ªa ¡ªno puedo llamarla de otra manera¡ª mostraba a las golondrinas girando sobre mi cabeza como la idea de que hab¨ªa que emprender la deconstrucci¨®n de la SGAE. ?C¨®mo? Desprendi¨¦ndose del palacio y su pompa, modernizando las estructuras para agilizar y simplificar la gesti¨®n, invirtiendo en el desarrollo de sistemas digitales de identificaci¨®n y reparto como los que tienen los pa¨ªses punteros de Europa. Adem¨¢s de todo lo anterior, y para m¨ª m¨¢s importante, habr¨ªa que desarrollar un sistema ¨²nico y general de recaudaci¨®n y, a la vez, fomentar la gesti¨®n y la independencia pol¨ªtica de cada uno de los Colegios. Y crear una comisi¨®n intercolegial de resoluci¨®n de conflictos. Creo que cada gremio debe defender sus intereses particulares ¡ªy los de sus asociados¡ª para llegar a una gesti¨®n m¨¢s eficaz de su parcela, apoyados por personal t¨¦cnico especializado. As¨ª, al tener la gesti¨®n independiente de nuestro trabajo, ser¨¢ posible evitar caudillismos y megaloman¨ªas, y se estar¨¢ m¨¢s cerca del socio que es el fin de este invento.
Babelia
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