Dioses de Egipto para todos los p¨²blicos
El Museo de la Antig¨¹edad, de la ciudad holandesa de Leiden, dedica una fina muestra a la influencia divina en la civilizaci¨®n egipcia y su presencia en la cultura popular
La civilizaci¨®n egipcia ten¨ªa miles de dioses, y varios de los principales, como Ra, Am¨®n, Osiris, Isis, Horus o Seth han llegado hasta nuestros d¨ªas con su magia intacta. Tal vez debido a su apariencia, con cabezas de chacal, babuino o halc¨®n. Quiz¨¢ porque ocupaban un papel central en la vida cotidiana y pod¨ªan nacer y morir, como los hombres. O por ser capaces incluso de devolver a la vida a un esposo asesinado. El Cristianismo y el Islam pusieron fin al polite¨ªsmo en Egipto, pero la mezcla de las representaciones de estas deidades, y el culto a los muertos, sigue fascinando. As¨ª lo cree el Museo de la Antig¨¹edad, de la ciudad holandesa de Leiden, que presenta una muestra ¨²nica en su clase bajo un t¨ªtulo descriptivo y solemne: Dioses de Egipto.
En la primera planta del centro, se han dispuesto unas figuras que controlaban los elementos, pose¨ªan el don de la ubicuidad, y adoptaban varias formas, pero ten¨ªan tambi¨¦n sentimientos. Para mostrarlos, en ocasiones, no hac¨ªa falta exagerar. Metida en una peque?a urna hay una talla de madera policromada de Isis, diosa del amor y protectora de madres y esposas. Es una tarea enorme, y en su caso, dolorosa, puesto que a Osiris, hermano y esposo (algo com¨²n en este mundo) lo asesin¨® su hermano, Seth. Como hizo pedazos el cad¨¢ver, Isis tuvo que recogerlos por todo el reino. Una vez reconstruido con ayuda de Anubis, guardi¨¢n de tumbas y maestro embalsamador, Isis revivi¨® a Osiris, que preside el tribunal de los difuntos. Tuvieron un hijo, Horus, que veng¨® a su padre. Pues bien, la Isis expuesta, llora arrodillada y con la mano en el rostro la p¨¦rdida de su marido. Igual que los mortales. La pieza procede del Museo Roemer-und Pelizaeus, de la ciudad alemana de Hildesheim, que ha contribuido junto con el Louvre (Par¨ªs), British Museum (Londres), y el Museo Egipcio de Tur¨ªn (Italia).
Dada la profusi¨®n de dioses y las m¨¢s de 500 piezas exhibidas hasta el 31 de marzo de 2019, hay cinco temas: Cosmos, Cielo, Tierra, Inframundo y Vida Eterna, y la presencia esencial del fara¨®n. ¡°La diosa Maat representa la armon¨ªa c¨®smica, y la tarea de los faraones en la Tierra era mantener ese orden. Por eso sobrevivi¨® esta civilizaci¨®n durante tres mil a?os¡±, aseguraba Maarten Raven, el comisario, en v¨ªsperas de su inauguraci¨®n. Para demostrar su teor¨ªa, se?ala un conjunto de piedra caliza, este s¨ª, imponente. Presenta al fara¨®n Horemheb, el ¨²ltimo de la XVIII Dinast¨ªa (entre 1319 y 1292 antes de Cristo), que gobern¨® en lo que los historiadores llaman Imperio Nuevo. Cuando el poder egipcio estaba en pleno auge. ¡°Horemheb se sienta junto a Horus, que tiene cabeza de halc¨®n, y ambos son del mismo tama?o. El fara¨®n era a la vez dios y hombre: el dogma de la monarqu¨ªa. El rey estaba incluido en la religi¨®n, que era la base de la vida entera. Cuando fallec¨ªa, le suced¨ªa otro igualmente divino¡±, a?ade Raven. Llegada del Museo de Historia del Arte, de Viena, la obra aparece en todos los libros de la disciplina, y la sala holandesa -due?a de una extensa colecci¨®n egipcia- asegura que gracias a pr¨¦stamos de este calibre, ¡°la exposici¨®n puede calificarse de excepcional¡±.
Otros personajes son m¨¢s cercanos. En particular, un demonio con la m¨¢scara del dios Bes, protector del hogar y los ni?os. Representado como un genio peque?o, barbudo y desnudo, se asociaba asimismo al amor y el placer sexual. Es de madera, del Imperio Nuevo, y pertenece al British Museum. Visto con ojos contempor¨¢neos, tiene un cierto aire picassiano. Hay sarc¨®fagos profusamente decorados y expresi¨®n melanc¨®lica en los ojos, junto a momias de gatos, ibis y cocodrilos. Un dios Tot, de la sabidur¨ªa y la escritura, en forma de babuino, con oro y plata, y un disco lunar en la cabeza, procedente del Louvre. Y otra diosa Isis, del propio museo holand¨¦s, de roca diorita, vestida y peinada a la griega. Alejandro Magno sum¨® Egipto al mundo griego. El emperador Augusto lo convirti¨® en una provincia romana, ¡°y griegos y romanos adoptaron algunos dioses en su pante¨®n y se hicieron tratar as¨ª¡±, recuerda el comisario.
Seg¨²n ¨¦l, ¡°la egiptolog¨ªa tiene unos 200 a?os en Europa¡±, y le parece ¡°esencial que Egipto proteja su herencia, porque de otro modo no habr¨¢ ciencia posible¡±. Pero hay una tendencia que no conoce fronteras. Es la egiptoman¨ªa, plasmada en la cultura popular.
Los mitos siguen presentes hoy en joyas y bordados con el ojo de Horus, que Seth le arrebat¨® en la pelea por la muerte de Osiris. En juegos, c¨®mics, pel¨ªculas y tatuajes. ¡°Era una civilizaci¨®n empe?ada en mantener un equilibrio, y en nuestra vida actual todo va muy r¨¢pido¡±, reflexiona el experto holand¨¦s, al final del recorrido. Justo donde destaca una vitrina repleta de accesorios alusivos, desde gorras a envases de cosm¨¦ticos.
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