Freddie Mercury para fans
Los autores han elegido la m¨¢s obvia, y quiz¨¢ la m¨¢s comercial y menos art¨ªstica: la inspirada en el mito sin recovecos
Ante una biograf¨ªa tan imponente como la de Freddie Mercury, con tantas esquinas y hasta esquinazos, vertientes musicales, vitales, emocionales, sexuales y sociales, caben m¨²ltiples posibles pel¨ªculas. Los autores de Bohemian Rhapsody han elegido la m¨¢s obvia, y quiz¨¢ la m¨¢s comercial y menos art¨ªstica: la inspirada en el mito sin recovecos, solo con facetas, que no es lo mismo, pues lo primero supone una indagaci¨®n compleja, y lo segundo, un simple recorrido.
BOHEMIAN RHAPSODY
Direcci¨®n: Bryan Singer.
Int¨¦rpretes: Rami Malek, Lucy Boynton, Gwilym Lee, Allen Leech.
G¨¦nero: biopic. Reino Unido, 2018.
Duraci¨®n: 134 minutos.
Queen fue un grupo con millones de fan¨¢ticos ac¨¦rrimos que nunca fue santo de la devoci¨®n de los especialistas, sobre todo a partir de su etapa disco, desde Hot space. Y esa vertiente musical quiz¨¢ sea lo mejor de la pel¨ªcula de Bryan Singer, que logra un itinerario comprensible y detallado desde sus en¨¦rgicos inicios, con la rabia efervescente de Keep yourself alive, cuando pod¨ªan acercarse tanto al hard rock de Led Zeppelin como al glam de David Bowie, quiz¨¢ sin mucha coherencia, pero con las ansias de experimentaci¨®n que culminaron en la gloria del ¨¢lbum A Night at the Opera. En una pel¨ªcula que en su fase de preproducci¨®n ha sufrido tantos cambios (de guion, de protagonista y de director), la labor final de Singer en este aspecto musical se intuye primordial, y el director de Sospechosos habituales demuestra ser un notable narrador.
Asunto distinto es el de la personalidad de Mercury y la exposici¨®n de sus contradicciones. Tiene a favor la interpretaci¨®n de Rami Malek, un portento f¨ªsico en el escenario y tambi¨¦n en la mirada de la desolaci¨®n, el cari?o y el extrav¨ªo. Y tiene en contra el relato de dos aspectos fundamentales en la vida del cantante: las drogas y el sexo. Que sean las elipsis las que dominen ambos andamios narrativos ya lo dice todo. A Freddie nunca se le ve en acci¨®n, y el sexo se limita a besos rom¨¢nticos con su amor plat¨®nico femenino, Mary Austin, y con su ¨²ltima pareja, Jim Huttton, pero sin polvos, ni de los unos ni de los otros, salvo los restos del naufragio de la coca y el billete enrollado sobre una mesa tras una noche de farra. Y adem¨¢s se nota que no han querido hurgar en el dolor de la fase final de la enfermedad, dejando impoluta la imagen del mito: los ¨²nicos rastros del sida son de otro joven enfermo, en el que Mercury, reci¨¦n diagnosticado, se mira como quien observa un espejo del futuro.
Los guionistas, Anthony McCarten y Peter Morgan, ambos de peso, saben encontrar su Yoko Ono particular, su estereotipado malvado revientagrupos, en la figura de Paul Prenter, mano derecha y asistente durante buena parte de su vida art¨ªstica. Pero, al mismo tiempo, sorprende c¨®mo ponen en boca del villano la frase quiz¨¢ m¨¢s certera sobre la personalidad de Mercury, sobre su soledad constante, sus complejos y la apostas¨ªa de sus or¨ªgenes familiares.
As¨ª que en demasiados aspectos el recorrido no pasa de lo superficial y lo sentencioso, culminando con una larga secuencia final que se configura como el paradigma de la pel¨ªcula para fans que es Bohemian Rhapsody. Los 20 minutos reales de Queen en el escenario de Wembley, durante el concierto Live Aid, se reproducen casi al completo. Pero solo es la imposible reconstrucci¨®n digital e interpretativa de un momento irrepetible, en el que ni los efectos de multiplicaci¨®n de la masa en el estadio ni las reacciones del p¨²blico alcanzan la autenticidad necesaria para tan extenso cl¨ªmax musical y emocional.
Babelia
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