Millares y Goya, juntos ante los desastres del mundo
La conjunci¨®n de la obra gr¨¢fica de los dos artistas es como un grito com¨²n, contra las guerras y contra las distintas inquisiciones
Manolo Millares se encuentra ahora en Madrid con Francisco de Goya en la m¨¢s popular de sus aventuras, la del artista gr¨¢fico que plasm¨® en planchas duras, oscuras, rabiosas, los desastres del mundo. Ese encuentro se produce en el Gabinete de Goya, en la sede de la Calcograf¨ªa Nacional, sita en la Academia de Bellas Artes.
La exposici¨®n lleva la obra gr¨¢fica de Millares hasta el propio gabinete dedicado a Goya. La conjunci¨®n es como un grito com¨²n, contra las guerras y contra las distintas inquisiciones que uno vivi¨® en la Espa?a que luch¨® contra la invasi¨®n francesa y que el otro sufri¨® en los tiempos de la dictadura de Franco.
Millares, que naci¨® en Gran Canaria en 1926 y muri¨® en Madrid en 1972, dec¨ªa que sus artistas fundamentales eran el maestro aragon¨¦s y Joan Mir¨®, adem¨¢s de los paisajes desolados de Castilla, austeros como su car¨¢cter. Un documental hecho por su mujer, Elvireta Escobio, poeta, muestra aqu¨ª a Millares pintando sus arpilleras, sacos rasgados y vueltos a coser, cubiertos de pintura roja o blanca; en trance, tenso como su mensaje, el artista se pincha un dedo, y esa sangre parece parte de la obra; todo ¨¦l en ese momento es tambi¨¦n met¨¢fora humana de lo que hace.
Al lado, junto al Gabinete de Goya, se reproducen im¨¢genes de los dibujos del genio aragon¨¦s, y en alg¨²n instante (dice Juan Bordes, pintor tambi¨¦n nacido en Gran Canaria, acad¨¦mico delegado para este proyecto que conjunta a ambos artistas) ¡°parece que los dos est¨¢n marcados por la misma sensibilidad, por igual compromiso¡±.?
Ese compromiso es est¨¦tico, pero sobre todo es pol¨ªtico, dice Bordes. Es en la obra gr¨¢fica, seg¨²n el acad¨¦mico, ¡°donde ambos alcanzan una comunicaci¨®n m¨¢s democr¨¢tica con la gente; sus grandes obras est¨¢n en las colecciones y en los museos. Pero es en este tipo de obras donde el mensaje quiere y puede llegar a todo el mundo¡±. Goya y Millares unidos pues por el mismo grito, uno en el siglo XIX y el otro en el siglo XX. ¡°Es una sincron¨ªa emocionante¡±.
Esa idea de juntar a uno con otro es de Alfonso de la Torre, encargado del Cat¨¢logo Razonado de la obra de Millares y comisario ahora de esta exposici¨®n ¨²nica. No fue premeditado ese encuentro de Millares ¡°con los pasadizos secretos de Goya¡±. Estaban presentes, naturalmente, el Gabinete de Goya, el museo de la Calcograf¨ªa Nacional donde se iba a hacer la muestra, y estaban Los Caprichos y los Desastres y toda la obra gr¨¢fica presente all¨ª. Y estaba el compromiso de hacer all¨ª la exposici¨®n de toda la obra impresa del artista canario.
Es en la obra gr¨¢fica donde ambos alcanzan una comunicaci¨®n m¨¢s democr¨¢tica con la gente
Y, claro, recuerda De la Torre, estaba la predilecci¨®n de Millares por la obra de Goya. ¡°Con esos antecedentes poco a poco pareci¨® natural que ambos dialogaran, as¨ª que paulatinamente va llegando la obra gr¨¢fica de Millares al ¨¢mbito de lo que imprimi¨® Goya y ambos y se dan el abrazo que ahora constituye la exposici¨®n¡±. En un momento dado conviven obras de uno y otro y es en el propio Gabinete de Goya donde aparecen expuestas las vitrinas de Auto de fe, una de las ¨²ltimas creaciones gr¨¢ficas de Manolo Millares. La impresi¨®n es la que se?ala Bordes: ¡°Como si los dos estuvieran marcados por la sincron¨ªa de sus compromisos¡±.?
Elvireta Escobio, la mujer que mejor conoci¨® al artista canario, dedicada siempre al cuidado de su obra, se esperaba ¡°una exposici¨®n como las dem¨¢s¡±. La impresi¨®n que le produjo ese encuentro Millares-Goya, ambos oscuros y duros e ir¨®nicos, ¡°es la de un descubrimiento, el de observar de qu¨¦ manera tan natural, tan precisa, la obra gr¨¢fica de uno se integra en la del otro¡±. Como si as¨ª dijera la esencia de lo que piensa, la viuda del artista explica otra parte de sus sentimientos: ¡°Qu¨¦ pena que ¨¦l no disfrutara ahora de sus nietos¡±.
Millares muri¨® a los 46 a?os; su obra gr¨¢fica, que aqu¨ª se expone enteramente, la desarroll¨® entre 1969 y 1972. En 1971, cuando su hija Coro ten¨ªa unos meses, ¨¦l sufri¨® un problema cerebral, ten¨ªa la ni?a en brazos y ¨¦sta cay¨® al suelo. El artista, poeta tambi¨¦n, escribi¨® luego su penosa impresi¨®n: ¡°No te levantes, maestro, que se te cae la cabeza¡±. Manolo Millares muri¨® un a?o m¨¢s tarde. Coro es ahora art¨ªfice, como Elvireta, del cuidado de su obra. Eva, su otra hija, vendr¨¢ pronto de Australia a encontrarse con esta muestra que junta a su padre con lo que hubiera sido, dice Elvireta, ¡°un sue?o, con lo que ¨¦l admiraba a Goya¡±.
En las paredes est¨¢n poemas de Rafael Alberti y de Manuel Padorno, que escribieron para ¨¦l, contra Torquemada, contra Franco. En una pantalla, caminando por Castilla, zurciendo arpilleras, tenso como un santo laico ante la materia de sus pesadillas, el pintor se hiere en un dedo y sangra. Quien ve estos cuadros sabr¨¢ en seguida por qu¨¦ esos ¡°pasadizos secretos¡± lo llevan naturalmente a abrazar a Francisco de Goya, testigo, como ¨¦l, de los desastres de la guerra y del mundo.
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