Ese necesario (y a veces irritante) Moore
El ¨¢cido Pepito Grillo de la pol¨ªtica estadounidense se centra en esa mala bestia conocida como Donald Trump a los dos a?os de su llegada al poder
Relaciono siempre la palabra Fahrenheit, de forma evocadora, con enorme gratitud, con aquella preciosa y estremecedora novela del inolvidable Ray Bradbury. Tampoco excluyo la posibilidad, aterradoramente real, de convertirme en un futuro cada vez m¨¢s cercano en un proscrito hombre-libro, o sea, aprenderme de memoria Rojo y negro o Moby Dick (aunque imagino que estar¨¢n muy solicitadas) y recit¨¢rsela a quien lo desee o se lo merezca en un mundo donde los libros est¨¢n prohibidos y han sido incinerados en la hoguera. Michael Moore ha pillado excesiva afici¨®n a titular sus muy populares y premiados documentales con el nombre de esta escala de temperaturas. Fahrenheit 9/11 era su brillante diatriba contra la impune barbarie que mont¨® en Irak, incluida la abyecta invenci¨®n de las armas de destrucci¨®n masiva, adem¨¢s de otras tropel¨ªas locales, un individuo tan gris¨¢ceo como sonriente llamado George W. Bush.
FAHRENHEIT 11/9
Direcci¨®n: Michael Moore.
G¨¦nero: documental. EE UU, 2018.
Duraci¨®n: 128 minutos.
En Fahrenheit 11/9 (qu¨¦ original, qu¨¦ gracioso), el ¨¢cido y necesario Pepito Grillo de la pol¨ªtica estadounidense se centra en esa mala bestia conocida como Donald Trump, alguien que ha convertido en angelicales a bastantes de sus siniestros antecesores en la jefatura del universo. Moore aplica datos y su habitual sarcasmo para contar c¨®mo se produjo el desastre de que alguien con semejantes caracter¨ªsticas alcanzara la presidencia del reino. Y aqu¨ª no se libra ni Dios, incluida Hillary Clinton (tambi¨¦n hay ca?a para Obama) y el aparato del Partido Dem¨®crata, torpedeando a Bernie Sanders, convencidos de que alguien tan incre¨ªble como el desinhibido, grotesco y lenguaraz constructor neoyorquino estaba fuera de juego desde el principio en algo tan trascendente como las elecciones a la presidencia. Equivocaci¨®n feroz que vamos a pagar los habitantes del planeta si el diablo (los grupos evang¨¦licos y los integristas religiosos veneran a Trump) no lo remedia.
El lenguaje de Moore es poderoso retratando a personaje tan temible e inquietante. Y, como siempre, cuenta otras historias desgraciadamente reales para intentar encontrar explicaci¨®n al lamentable estado de las cosas en su pa¨ªs. Incluso, encontrando paralelismos entre la llegada al poder de Trump y de un tal Adolf Hitler. ?Qu¨¦ si se pasa tres pueblos? No lo tengo tan claro. Es terrible lo que cuenta Moore sobre el gobernador de Michigan, alguien que sabiendo que el agua estaba contaminada por plomo propici¨® que muchos habitantes de ese estado enfermaran gravemente. Neg¨¢ndolo, en nombre del negocio, apoyado por el poder pol¨ªtico, judicial y econ¨®mico, y¨¦ndose de rositas aunque se constatara la ignominia. Moore tambi¨¦n se vuelca con la esperanza de que gente que no es profesional de la pol¨ªtica, presuntamente honestos, muy cabreados, de diferentes etnias, se alisten con fe y coraje en una batalla que parec¨ªa perdida.
Admirando la capacidad y la mala leche de este corrosivo director para meter en el dedo en el ojo de los que siempre ganan, de situaciones intolerables, de corporaciones tan depredadoras como impunes, tambi¨¦n me molesta notablemente su vocaci¨®n manipuladora, su gen¨¦tica o vocacional tendencia a la demagogia, su desconocimiento de la sutileza y la complejidad, su simpat¨ªa hacia el panfleto, su lado facil¨®n, su pretensi¨®n de adoctrinar. De acuerdo en que su estilo es original, posee talento expresivo y mordacidad, denuncia la infamia y los mecanismos de corrupci¨®n que utilizan los m¨¢s poderosos, pero me enerva que utilice trampas para conseguir la complicidad absoluta del receptor. Es dif¨ªcil no sentir empat¨ªa hacia sus causas, pero ser¨ªa de agradecer que ¨¦l no se creyera tan listo y que los dem¨¢s vivimos en el limbo.
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