Por qu¨¦ Walser no es popular

Son inconfundibles y, al final de alg¨²n acto p¨²blico, suelen aparecer para revelar, con marcado aire de confesi¨®n, que descubrir a Robert Walser mejor¨® su vida. Entonces yo, consciente del horror habitual en el que andamos sumidos, acabo agradeciendo que al menos todav¨ªa perduren en ciertas personas la sencillez y la bondad.

Tambi¨¦n Walser era sencillo. Y transparente. Y es probable que su prosa, por plana que ¨¦sta fuera ¡ªpensada en realidad para salir del mundo sin ser notado¡ª, jam¨¢s haya sido un obst¨¢culo para que le hayamos situado a la altura de los grandes del siglo veinte. Y todo eso a pesar de que la noci¨®n de ¡°gran escritor¡±, por su propia monumentalidad, no pueda ser m¨¢s antiwalseriana: a fin de cuentas ¨¦l puso un m¨¢ximo empe?o ¡ªel punto m¨¢s alto de su iron¨ªa¡ª en autodisminuirse.

Todo eso parece tan probable como que Walser es de lectura f¨¢cil. Pero no perdamos de vista que aqu¨ª puede empezar la diversi¨®n. Porque en el fondo nada hay en Walser tan discutible como esa te¨®rica ausencia de dificultad. De hecho, de la propia duda de si es tan de lectura f¨¢cil como parece, nace un tipo de ambig¨¹edad en Walser que nos va poniendo en la pista de por qu¨¦ este grande de la literatura y autor, adem¨¢s, capaz de conmover a tantas almas sencillas, no ha acabado de llegar a ser nunca ¡ªa¨²n reuniendo todos los requisitos¡ª popular. Todo indica que no ha llegado a serlo porque, tarde o temprano, acabamos sospechando que lo que nos condiciona, al leerlo, no es tanto lo que dice, sino lo que vamos intuyendo que calla.

?Y qu¨¦ calla? Su angustia. Que es Infinita. Aunque tiene el detalle de ahorr¨¢rnosla para as¨ª poder dedicarse a perder su vida y su prosa por delicadeza. Porque, a diferencia de quienes confiesan con tanta emoci¨®n admirarle, Walser no quiere ni o¨ªr hablar de qu¨¦ es una confesi¨®n de verdad, por mucho que en apariencia hable de sus cosas y de lo bien que siempre se siente. De ah¨ª que tal vez su ¨²nica confesi¨®n aut¨¦ntica la encontremos en su relato El ni?o: ¡°Nadie puede permitirse tratarme como si me conociera¡±.

As¨ª que la visi¨®n de un Walser de lectura f¨¢cil viaja en el Tiempo con un previsible efecto c¨®mico final, pensado para cuando caigamos en la cuenta de que su mirada a las cosas que pasan y se borran por s¨ª solas reflejaba s¨®lo la angustia secreta de la que habl¨® El¨ªas Canetti: "Es el m¨¢s oculto de todos los escritores"

Despu¨¦s de todo, lo que Walser buscaba era alejarse con su escritura de cualquier sentido rec¨®ndito o evidente, hasta el punto de que s¨®lo se tranquilizaba en cuanto se aproximaba a la quietud de lo insignificante. Es precisamente esa turbadora quietud la que colabora a la hora de liberar a Walser, maestro en eclipses, de verse le¨ªdo por todo el mundo. Es una "quietud de lo insignificante" relacionada con su certeza de que la escritura naci¨® del garabato y a ¨¦l debe volver. Seg¨²n Calasso, lo que recorremos con Walser siempre es ese recorrido en c¨ªrculo. Un recorrido que imagino como un fulminante viaje al Cero. Y la clase de viaje que nunca, que yo sepa, resulta del todo popular.